Columna de Víctor Maldonado: “El progresismo en versión conformista”
“El comportamiento del gobierno, conformista, lento y de mínimo esfuerzo, se explicaría mejor si lo que más importa es la elección presidencial subsiguiente en vez de la próxima. No importa si el discurso es de avanzada si el comportamiento es de resignación”.
Cuando que no pase lo peor es bueno
¿En qué sentido se puede decir que el gobierno se ha adaptado al nuevo escenario, tras las recientes elecciones? Si los resultados son evaluados como buenos, entonces lo que hay que hacer es continuar tal cual se venía haciendo. Si los resultados son de aquellos que se describen bien diciendo, con alivio, que se evitó lo peor, entonces, el ajuste tiene que ser mucho mayor.
El cambio verificado no fue pequeño, no obstante, sí lo fueron los movimientos que implementó La Moneda tras un giro que le resultaba desfavorable. La línea por adoptar es la de mantener el gabinete e insistir en las reformas programáticas, aun sin saber cómo ambas decisiones se hacen compatibles.
Si hay que sacar adelante la agenda de compromisos programáticos, se requiere aumentar la capacidad de negociación en el Parlamento y eso no depende de la voluntad unilateral del oficialismo. Antes el margen de maniobra era restringido y ahora lo es aún más.
Si la idea básica es potenciar la agenda de trabajo, algo que depende solo de la calidad de la gestión de gobierno, entonces basta con el reemplazo de algunas subsecretarías. Pero ¿es esto siquiera razonable de plantear?
Ningún actor aislado tiene la última palabra, aunque el gobierno emite la primera señal. Es el cruce de evaluaciones lo que permite saber si se ha reaccionado bien. Si el diagnóstico no es el adecuado, pronto se descubrirá porque las medidas adoptadas se quedarán cortas y tendrán que adoptarse otras.
La Moneda ha decidido no moverse, por ello perderá la iniciativa y lo que haga en adelante lo hará forzado por las circunstancias que creía tener bajo control. ¿Qué se supone que debemos esperar de la segunda vuelta de gobernadores?, ¿que no se cumpla el peor escenario para declararse de nuevo aliviados?
Las capacidades de los ministros no se dan fuera de un contexto y si este se torna adverso en la negociación con la derecha, entonces la posibilidad de conseguir resultados con los mismos que se tiene disminuye en vez de crecer.
El gabinete no cambio y el oficialismo no compite
El “no cambio” de gabinete es una decisión del Presidente, los involucrados y los partidos. Que se le presente como una decisión exclusiva del mandatario, no es algo autoexplicativo. Es el resultado de los que no querían salir, del que no tenía con quien cambiarlos y de los que no querían perder posiciones. Todo muy conservador y sin apariencia de prepararse para competir.
Para la elección presidencial se necesita candidato, una coalición afiatada, una estrategia en curso y un programa que proponer. De estos cuatro factores la derecha tiene tres y empieza a preparar el cuarto y último. El oficialismo no tiene a su haber ninguno y actúa como si el tiempo le sobrara.
El comportamiento del gobierno, conformista, lento y de mínimo esfuerzo, se explicaría mejor si lo que más importa es la elección presidencial subsiguiente en vez de la próxima. No importa si el discurso es de avanzada si el comportamiento es de resignación.
La conducción deben tomarla quienes quieren dar la pelea para ganar, no para dar la apariencia de estar compitiendo. El gobierno tiene que responder por el presente, los que quieran tener futuro, que se hagan cargo de lo que falta.