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Columna de John Müller: “A Bachelet no le hubiese ocurrido”

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Pauta
POR John Müller |

¿Cuánto influyeron en el presidente sus propias acusaciones a la hora de pedirle la renuncia a Monsalve?

¿Habría tardado el presidente de la República tres días en pedirle la renuncia a Manuel Monsalve de no haber vivido en carne propia la experiencia de ser denunciado al menos dos veces por faltas o delitos de carácter sexual? Viene esto a cuento del extraño desarrollo de los acontecimientos que precedieron la dimisión del subsecretario del Interior, el pasado 17 de octubre.

Se sabe que el presidente supo de la denuncia de Monsalve en la tarde del martes 15 de octubre por la ministra Carolina Tohá. Que ese mismo día el subsecretario le dio explicaciones. Por los hechos que se han ido conociendo es evidente que Monsalve intentó levantar la hipótesis de que podía haber sido víctima de una acción criminal de origen incierto. Sólo así se explica que activara los sistemas de contrainteligencia, cuestión que debería ser protocolar en el caso de una autoridad de este rango, aunque su uso ilegítimo estaría sancionado pese a las dudas de ciertos expertos.

Y es evidente que el presidente le creyó a él y no a la denunciante, como hubiese hecho un gobierno que se proclama auténticamente feminista. La prueba es que le dio dos días a Monsalve para que viajara al sur en avión oficial y hasta defendiera los presupuestos de su oficina en el Congreso.

Hasta el lunes pensaba que lo interesante aquí, para el proceso de toma de decisiones políticas y el estudio de los sesgos que las acompañan, era hasta dónde había influido en el ánimo de Gabriel Boric el haber vivido, antes de ser presidente, la experiencia de una acusación por supuesto abuso sexual que circuló por las redes sociales durante la campaña electoral de 2021. Ya entonces la acusación se refería a hechos bastante anteriores que finalmente no tuvieron traslación jurídica.

Sin embargo, esta reflexión se vuelve aún más pertinente tras conocer que el presidente, o al menos sus abogados particulares Valenzuela & Schürmann, saben desde el 24 de septiembre pasado -tres semanas antes de que en La Moneda se conociera el caso Monsalve- que existía otra acusación por supuesto acoso sexual contra él. La imputación se remonta a la época en que Boric hizo sus prácticas profesionales en Punta Arenas y se ve bastante endeble. Sin embargo, es evidente que Boric tenía esta experiencia en la cabeza a la hora de valorar el caso de Monsalve y tomar decisiones.

A Michelle Bachelet esto no le hubiese ocurrido. No sólo por su compromiso político, sino por el hecho de que es mujer y las acusaciones de abuso sexual contra mujeres son muy raras. Por lo tanto, habría actuado libre de ese sesgo. Pero es muy probable que Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Sebastián Piñera o Ricardo Lagos tampoco perdieran la objetividad en una situación similar. Podrían haber actuado con la objetividad de otro tiempo, pero no sin ella.