Columna de Víctor Maldonado: “A la demora continua se le llama ausencia”
“Por mucho que los socialistas privilegien su calendario interno, no pueden desentenderse de lo que está ocurriendo con el resto, especialmente con los adversarios”.
Déjennos ser felices
El PS es el partido con mayor peso de la centroizquierda y es el que desequilibra la balanza en caso de existir más de una línea política posible, como es el caso en que nos encontramos. El problema radica es que su conveniencia partidaria lo hace salir beneficiado de que las decisiones se posterguen y por eso lo hace.
Además de ser la línea de acción que le resulta más conveniente, ocurre que la primera determinación a tomar es quién queda a cargo de la conducción partidaria y si hay algo en lo que los socialistas muestran la mayor concentración, es en una competencia interna. Es cuando más felices son.
De manera que los socialistas no inician los preparativos de la competencia presidencial, pero anuncian los criterios que los guiarán una vez que estén en condiciones de participar del proceso.
En el comité central del PS, Paulina Vodanovic afirmó que “la unidad es lo que nos permite contener el avance de la derecha”, pero contener al que está ganando con lo que tiene, sólo puede consistir en amortiguar pérdidas.
Lo que puede cambiar la situación es disputarle el predominio a la oposición y para eso hay que partir creyendo que eso es posible. Es bien distinto proponerse contener retrocesos a las conquistas sociales que ampliar las que ya se tienen.
La unidad de la minoría no la convierte en mayoría, lo que lo consigue es disponer de un liderazgo y de un programa que sintonice ampliamente con la ciudadanía. Es ahora cuando hay que decir cómo superar el 50%.
Si no se hace un giro más allá del núcleo duro que apoya al oficialismo, a lo más se aspira a perder de un modo ordenado, mucho más que competir para ganar.
Abandonar el debate programático es perder
Siempre es bueno ver el vaso medio lleno, sin embargo, no hay que exagerar. Cuando Vodanovic dice: “Ojo: con voto obligatorio, con desgaste por gobernar, con escándalos bullados, obtuvimos el mayor número de gobernadores y consejeros regionales”, suena a algo parecido a “imagínense hasta dónde llegaremos cuando se nos presenten los próximos problemas que se vienen”.
No es la idea, claro, pero, así como hay que alegrarse de las buenas noticias, hay que reflexionar cómo se llegó a tener las dificultades que se mencionan y de las nuevas condiciones que significa el voto obligatorio.
Por mucho que los socialistas privilegien su calendario interno, no pueden desentenderse de lo que está ocurriendo con el resto, especialmente con los adversarios. Los debiera alertar el hecho que el debate más importante de los últimos días haya sido la disputa de Chile Vamos con Republicanos por la línea correcta a seguir en el caso de la reforma de pensiones.
Un debate de primera magnitud está teniendo por protagonistas a un arco que va de la derecha a la extrema derecha, mientras el gobierno se concentra en pedir un acuerdo. Si gana republicanos, años de debate por el porcentaje destinado a cuentas individuales o a solidaridad, terminará el cero por ciento para todos. Si gana Chile Vamos, se llevará los laureles, por mucho que el gobierno celebre.
Así puede pasar en todos los temas, a excepción que el PS y los demás partidos hagan de su debate interno una oportunidad para ir perfilando sus propuestas y su programa. De otro modo, no llegarán tarde, sino que no llegarán.