Catalina Droppelmann y su análisis por crisis de seguridad: la ausencia del Estado en territorios clave impulsa el crecimiento de la gobernanza criminal
En Radio Pauta, Catalina Droppelmann, integrante del panel consultivo de expertos en seguridad, sostuvo que, “si bien Chile sigue siendo uno de los países más seguros de América Latina, la vara está muy baja”.
Por la gran crisis de seguridad que enfrenta Chile, el panel consultivo de expertos en seguridad está trabajando para generar insumos clave que permitan el diseño de políticas efectivas en esta materia. Aunque el problema no es nuevo, en los últimos dos o tres años el país vive un escenario marcado por la presencia de bandas criminales más violentas y organizadas, lo que ha incrementado significativamente la percepción de inseguridad, como reflejan diversas encuestas.
Sobre esta situación habló en Pauta Global Catalina Droppelmann, directora del Centro de Estudios Justicia y Sociedad UC e integrante de este panel consultivo.
Droppelmann explicó que la criminalidad en Chile ha evolucionado hacia una “complejidad criminal”, con más homicidios, delitos violentos y uso de armas. Este cambio ha aumentado el temor en la población, aunque no siempre se refleja en las cifras de victimización, según afirmó.
“Muchas veces la victimización disminuye, pero el temor aumenta”, señaló, destacando que los delitos más graves, como homicidios, tienen un mayor impacto en el miedo colectivo que los robos o hurtos comunes.
Catalina Droppelmann: “Chile sigue siendo uno de los países más seguros de América Latina, pero la vara está muy baja”
A principios del siglo XXI, Chile era considerado uno de los países más seguros de América Latina, pero en los últimos años esta realidad ha cambiado drásticamente. Hoy se habla de extorsiones, secuestros e incluso descuartizamientos, términos que antes no formaban parte del vocabulario cotidiano del país.
Droppelmann explicó que este cambio es una de las grandes preguntas que los expertos buscan responder.
“Estuvimos acostumbrados durante mucho tiempo a tener principalmente delitos contra la propiedad, pocos niveles de violencia, bajísimas tasas de homicidios, casi a los niveles europeos, sin secuestro y baja presencia de crímenes organizados. Por lo tanto, no estábamos preparados como país desde el punto de vista de los datos, ni tampoco de la política pública para enfrentar esta situación”, señaló.
Para abordar este fenómeno, Droppelmann destacó la importancia de analizar los datos históricos y no solo comparaciones puntuales de un semestre o un año a otro.
Además, explicó que, aunque Chile sigue siendo uno de los países más seguros de América Latina, esto no debe ser motivo de conformidad. “Seguimos siendo de los países más seguros de la región, pero lo cual no es un mérito tampoco, porque en América Latina tenemos países con altísimos niveles de criminalidad, la vara está muy baja”, enfatizó.
“Si tú comparas tasas de homicidios entre distintos países, nosotros seguimos en Chile dentro de las tasas más bajas de la región, pero ya superamos a los niveles europeos, por ejemplo, que nunca superan una tasa de 3,5 y nosotros ya estamos en una tasa de 7. Estamos ya muy por sobre de las tasas europeas”, añadió.
La llegada del crimen organizado a Chile, junto con fenómenos como el narcotráfico y la gobernanza criminal, es un tema que refleja tanto factores globales como desafíos locales.
La integrante de este panel consultivo explicó que hay elementos externos, como la migración y la globalización, que inciden en el aumento del delito, pero que están fuera del control directo del país. “Hay fenómenos globales que influyen en esto y que nosotros no podemos manejar ni tampoco prevenir”, comentó.
Si bien destacó que no existe una relación directa entre migración y delito, señaló que la migración desregulada “abre camino a la incorporación de mercados ilegales, de grupos de crimen organizado”.
Además, la globalización y el auge del mundo digital han creado nuevas oportunidades para el desarrollo de mercados ilícitos, según Droppelmann.
La falta de políticas preventivas ante el crimen organizado
En cuanto a las políticas públicas, la también psicóloga criticó la falta de estrategias preventivas en Chile. “En general, los estados tienen estrategias muy reactivas frente a la delincuencia. No estamos previniendo la delincuencia”, señaló, destacando que abordar los determinantes sociales del delito —como la pobreza y la exclusión social— es clave para una prevención efectiva.
Sin embargo, lamentó que este enfoque se haya dejado de lado en las últimas décadas en favor de medidas más inmediatas, como el control situacional del delito.
“Se priorizó lo tangible, como poner luminarias, rescatar espacios públicos o aumentar la presencia policial, pero se abandonó la intervención social”, afirmó. Según Catalina, esta falta de intervención social ha dejado a muchos jóvenes fuera de los mecanismos de protección, contribuyendo a su involucramiento en delitos graves.
Otro punto crítico que destacó fue la ausencia del Estado en ciertos territorios, lo que ha permitido el surgimiento de la gobernanza criminal. “La ausencia de presencia del Estado, no solo a través de las policías, sino también de la institucionalidad y los mecanismos de protección social, genera espacios para que aumente la presencia de grupos criminales que muchas veces cumplen funciones que el Estado no está brindando”, concluyó.
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