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Columna de John Müller: “Otra derrota palestina”

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POR Equipo Radio Pauta |

La victoria no puede consistir en que hoy no te maten y mañana sí.

Tras el alto el fuego en Gaza que entró en vigor el domingo 19 de enero de 2025, y de las manifestaciones públicas de celebración y esperanza que se desataron en la zona, se han escrito muchos artículos, especialmente en el bando palestino, proclamando que la tregua es una victoria de su capacidad de resistencia.

Estas manifestaciones contrastan con lo que ocurre en Israel, donde sólo celebran los familiares de los rehenes que van a ser liberados. Mientras, los grupos más radicales de la derecha israelí estiman que Hamás no ha sido derrotado y que mientras los palestinos no sean erradicados de Gaza no habrá seguridad para Israel.

La alegría de unos les hace pensar que la guerra y el sufrimiento han terminado. La frustración de los otros les hace creer que esto sólo es una pausa táctica.

Como observador lejano, creo que asistimos a otra derrota aplastante de la causa palestina que tendrá consecuencias. La indiferencia con que el mundo ha asistido en los últimos meses a una carnicería despiadada en Gaza que ha costado la vida a casi 47.000 palestinos, según el Ministerio de Salud dirigido por Hamás, es prueba de ello. Además, sin que fuerza alguna pudiera ni siquiera mellar la determinación de Netanyahu como comprobó Joe Biden o la Corte Penal Internacional.

La desarticulación de la capacidad militar de Hezbolá y de Hamás, el asesinato de los principales líderes de ambos grupos, la neutralización de la línea jerárquica de mando y control de Hezbolá y los golpes quirúrgicos contra Líbano, Yemen e Irán, desarbolando la capacidad de este último de usar a sus aliados y atacar a distancia a Israel son muestras de la habilidad con que Netanyahu y los suyos han librado esta guerra.

La caída del régimen de Assad en Siria puso de manifiesto que Rusia ya no tiene capacidad de influir en la región mientras tenga abierto el frente ucraniano y, más importante aún, que la teocracía iraní está profundamente tocada y que le han cortado sus brazos (Hezbolá y Hamás).

La causa palestina hoy despierta tres reacciones: una de corte retórico que intenta disimular la inacción global, una de frustración con la incompetencia generalizada mostrada por la causa palestina (desde sus líderes hasta sus extensiones dentro de la ONU) y otra de aparente compromiso que se agota en los campus universitarios y en los partidos de izquierda.

La más importante es la segunda. Los palestinos reparten culpas entre sus líderes y los gobiernos árabes, cuyas medidas estiman insuficientes. Sin embargo, lo cierto es que hace mucho tiempo que las monarquías del Golfo tratan a los palestinos como las familias tratan a sus miembros alcohólicos y están ansiosas por relacionarse con Israel.

La postura de la resistencia sólo era patrocinada por Irán, que ahora ve en duda su propia continuidad. La guerra de Gaza, iniciada por Hamás, no ha hecho más popular la causa palestina. Al contrario, ha abierto paso a un discurso que habla de erradicar un problema como quien seca un pantano o reconstruye una zona demolida. De ahí el discurso de Donald Trump, promotor inmobiliario, hablando de “limpiar” Gaza que tanto ha gustado entre la derecha radical israelí.

Al capítulo de la incompetencia hay que añadir la corrupta e inoperante Autoridad Nacional Palestina que gestiona Cisjordania, un auténtico lastre que ha resultado incapaz de regenerarse.


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