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Columna de Víctor Maldonado: “De preferencia herido, no muerto”

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POR Equipo Radio Pauta |

“El gobierno debe entender que está bajo asedio, porque si se dedica alegremente a cultivar sus diferencias internas, dará la señal para no terminar sólo como pato cojo, sino también como pato apaleado”.

¿De qué pato cojo me habla?

Puede que respecto de los tiempos de campaña Tohá haya salido a tiempo de su cargo, pero en cuanto a la dinámica de gobierno no cabe duda de que estaba siendo tarde. No había más que tomar los diarios y enterarse de las disputas en el oficialismo por decidir quién la iba a reemplazar. No era un espectáculo muy edificante, pero es lo que sucede cuando los pasos se demoran.

Los partidos encontraron toda clase de explicaciones para su comportamiento, pero lo cierto es que no destacaron por su creatividad. Los gobiernos tienen reglas distintas en su etapa final.

Al principio importa mucho la expresión de los equilibrios políticos. En la otra punta del camino, lo que más le puede interesar a un Presidente es que quienes encabecen los ministerios sigan interesados en responder a las prioridades del mandatario, muy por sobre su adscripción partidaria.

Quien crea que esto es obvio es porque no ha estado nunca involucrado en situaciones semejantes. Cuando todos perciben que en el próximo año en igual fecha ya no estarán ocupando sus puestos, el comportamiento cambia porque prepararse para la vida corriente está a la vuelta de la esquina.

Ocurría, incluso, cuando gobernaba la Concertación y la mantención en el poder era lo más probable. Los incentivos para pensar en el destino personal son mucho más fuertes ahora. Por eso los equilibrios políticos importan mucho menos que la capacidad de concentrarse en tareas prioritarias.

Boric podrá decir que el síndrome del “pato cojo” es un invento que no afectará a su gobierno, pero este plumífero es impermeable a los discursos. La situación se complica mucho más si el gobierno es particularmente débil, lo que se constata por el trato que le da la oposición.

Opción preferencial por los contusos

En los primeros años, la derecha estaba obsesionada con la idea de derribar ministros. Era la forma que tenía de mostrar su peso político. Pero como el gobierno se ha debilitado por sí mismo, ahora su modo de afectarlo más no consiste en matar a nadie, sino en dejarlo notoriamente contuso.

En un año de competencia electoral, lo que la derecha quiere es que el gobierno se involucre lo menos posible en la contienda por los votos y emplee todo su tiempo en responder por los cuestionamientos que se hagan a su gestión.

Si, además, las autoridades emplazadas siguen en sus puestos, es mucho más fácil enfrentar la campaña mostrando los malos ejemplos que se deben erradicar. Se produce el efecto de una manada que tiene que desplazarse con muchos animales heridos; avanza lento y pesadamente.

Por eso no puede sorprender el poco entusiasmo que ha despertado en la derecha el censurar la mesa de la Cámara, encabezada por Karol Cariola.

Este es el último puesto de importancia del oficialismo en el Parlamento y está pronto a su renovación, existiendo un virtual empate. Si la derecha intenta la censura, aglutina al oficialismo y si no lo hace, traslada el conflicto a su interior.

El gobierno debe entender que está bajo asedio, porque si se dedica alegremente a cultivar sus diferencias internas, dará la señal para no terminar sólo como pato cojo, sino también como pato apaleado. Algo muy triste.


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