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Del escándalo a la autocrítica: el legado de la controvertida visita del papa Francisco a Chile

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POR Carla Padilla |

En enero de 2018, el pontífice visitó el país en medio de la crisis por abusos sexuales en la Iglesia. Su defensa inicial al obispo Juan Barros generó indignación, protestas y críticas, pero terminó impulsando una profunda autocrítica que transformó su papado.

La muerte del papa Francisco ha remecido al mundo católico. El primer pontífice latinoamericano dejó un legado de cercanía y compromiso social que también quedó reflejado en su visita a Chile en enero de 2018, un viaje que no solo fue simbólico para el país, sino que marcó un antes y un después en su pontificado.

Durante tres días, Jorge Mario Bergoglio recorrió Santiago, Temuco e Iquique, en un itinerario diseñado para poner el foco en la diversidad cultural, los pueblos originarios, la migración y la memoria histórica.

Sin embargo, la gira estuvo marcada por la profunda crisis de credibilidad de la Iglesia chilena y las polémicas declaraciones del propio papa, que encendieron el debate público y generaron protestas a nivel nacional.

Una visita bajo tensión: protestas, críticas y autocrítica

La visita papal se dio en uno de los momentos más complejos de la Iglesia Católica en Chile, ya que la desconfianza social estaba en su punto más alto, producto de los numerosos casos de abuso sexual y encubrimiento por parte de sacerdotes.

La controversia creció cuando el papa defendió públicamente al obispo Juan Barros —acusado de encubrir los abusos de Fernando Karadima—, señalando que no había visto “una sola prueba” en su contra.

La frase generó una ola de indignación: hubo protestas durante las misas, quema de iglesias y fuertes críticas de víctimas, organizaciones civiles y sectores políticos.

Cuando regresó a Roma, el pontífice reconoció haber cometido errores y cambió radicalmente su postura. Envió al arzobispo Charles Scicluna a investigar las denuncias, recibió a víctimas en el Vaticano y escribió una carta al pueblo chileno en la que expresó “vergüenza” y pidió perdón por no haber actuado con la debida diligencia.

Este giro dio paso a una de las mayores reformas internas en la historia reciente de la Iglesia: la renuncia masiva de los obispos chilenos, aceptada en parte por el pontífice.

Visita a Temuco e Iquique

En Temuco, el papa Francisco presidió una misa en el aeródromo de Maquehue, donde abordó la relación del Estado con los pueblos originarios.

Desde un lugar cargado de memoria —ya que fue utilizado durante la dictadura como centro de detención—, el papa pidió unidad, respeto por la diversidad y diálogo con el pueblo mapuche.

En Iquique, su último destino en el país, la mirada estuvo puesta en la migración. Francisco hizo un llamado a la hospitalidad y al respeto hacia quienes cruzan fronteras en busca de una vida más digna.

Un viaje que transformó al Papa

La visita a Chile fue un punto de inflexión para el pontífice. La crisis lo llevó a replantear su forma de enfrentar los casos de abuso sexual, adoptando una línea más firme y autocrítica.

También evidenció la necesidad de renovar el vínculo entre la Iglesia y sus fieles, especialmente en sociedades cada vez más críticas y seculares.

Hoy, tras su fallecimiento, el paso del papa Francisco por Chile es recordado como uno de los episodios más complejos y significativos de su pontificado: una visita marcada por la tensión, pero que abrió la puerta a un proceso de reparación dentro de la Iglesia.


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