Fernando Pérez Oyarzún: “La ciudad puede ser un bálsamo o un artefacto explosivo”
El arquitecto y director del Museo Nacional de Bellas Artes reflexiona sobre su relación con la ciudad y habla sobre su obra recientemente premiada.
Fue músico antes que arquitecto; estudió guitarra y composición en la Universidad de Chile antes de decidirse por la arquitectura. Y del campo llegó desconcertado a conocer la gran ciudad a los siete años. Dos hitos que marcaron la mirada de Fernando Pérez Oyarzún (1950, Colchagua) según él mismo contó en una distendida conversación con el programa Plaza Pauta, de Radio PAUTA.
Formado en la Universidad Católica de Chile, primero, y luego en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde sacó su doctorado, durante su estadía de años fuera del país hizo clases en Harvard, Cambridge y en el Centro de Estudios Avanzados de Upsala, en Suecia. A su regreso fue decano de la Facultad de Arquitectura y Bellas Artes de la PUC, director de la Escuela de Arquitectura de la PUC y director del Centro del Patrimonio Cultural en esa misma universidad. Toda esa trayectoria, sin duda, fue determinante para su elección como director del Museo Nacional de Bellas Artes, cargo que ejerce desde 2019. Dos años teñidos por el estallido social, la pandemia, el deterioro del barrio Bellas Artes y una agenda del museo volcada a lo digital.
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Un arquitecto que ha influido a través de una decena de libros sobre reflexión y teoría de la arquitectura, y en generaciones de alumnos, como lo fueron Mathias Klotz, Smiljan Radic y Alejandro Aravena, este último su discípulo de Taller y de Introducción a la Arquitectura, ambos en primer año, y luego su ayudante.
-¿Cómo lo marcó su llegada a Santiago a los 7 años?
“Me costó entender la ciudad, entender su valor y recién la pude entender cuando estudié arquitectura y tuve que recorrerla, verla. Cuando llegué no sabía cruzar las calles. Era un peligro cuando a esa edad cualquier niño de ciudad lo hace tranquilamente”.
“La ciudad es una condensación de lo que es la sociedad. Esa es su gran importancia. Ese ámbito público de la ciudad no es visto profundamente en cuanto a su relevancia social y cultural”, dice Pérez Oyarzún. Agrega que ante la crisis de la ciudad y su vínculo con sus habitantes, generada por la crisis social y la pandemia, “hay que resolver lo que pasa en el centro y en la periferia al mismo tiempo. El objetivo debiese ser cuidar que el recorrido que cada uno hace en la ciudad, -que va del centro a la periferia, de la periferia al centro, de la periferia a la periferia- tuviera una cierta calidad. Esa calidad urbana es, en definitiva, calidad de vida. La ciudad puede ser un bálsamo o un artefacto explosivo. Muchas veces los problemas podrían solucionarse más rápidamente si se abordara su origen en la ciudad. Muchos problemas que vivimos hoy tienen su raíz en lo urbano”.
Obra premiada
Obras en el espacio público también llevan su firma. Pérez Oyarzún es el autor de la Facultad de Medicina de la UC, la Escuela de Arte de la UC, el Instituto del Cáncer y del edificio, fachada y patio del Campus Oriente de la UC, entre otras. Esta última, que realizó junto a su exalumno José Quintanilla, fue reconocida a fines de 2020 con el primer lugar del concurso Premio Arquitectura en Ladrillo.
“Podríamos haber dicho ‘hagamos un edificio de acero o de vidrio’ para que se notara que es una cosa nueva del siglo 21. Pero decidimos que entre el edificio antiguo y el nuevo hubiese una conversación usando los mismos materiales: el ladrillo y el hormigón”, detalla el arquitecto.
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Revise la entrevista completa con Fernando Pérez Oyarzún