Transporte y movilidad: claves de una ciudad amable para los adultos mayores
En Radio Pauta, el investigador de la Universidad de los Andes, Rodrigo Fernández, lamentó que “las personas mayores no están integradas en las políticas de transporte” y apuntó que “de todo este espectro de personas que están entre 60 y 100 años, nadie se preocupa de cómo se van a mover”.
En Chile, más de 3 millones 50 mil personas -el 18% de la población- tienen hoy más de 60 años. A su vez, la esperanza de vida crece y crece, pasando de 77 a 80,7 años y más. Estos fenómenos presentan nuevos desafíos para la construcción y planificación de las ciudades.
En conversación con Plaza Pauta, de Radio Pauta, el doctor en Transporte, investigador del Centro de Envejecimiento de la Universidad de los Andes y académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la misma casa de estudios, Rodrigo Fernández, se refirió a la deudas en transporte y movilidad para la tercera y cuarta edad.
Transporte y movilidad: claves de una ciudad amable para los adultos mayores
Fernández explicó que “desde la ingeniería en transporte buscamos que las personas mayores mantengan su vínculo con la sociedad, y para eso tenemos que proporcionar una adecuada movilidad. El transporte público es una parte importante de esa cadena de movilidad”.
Según el académico, existen razones que explican que los adultos mayores sean uno de los grupos que menos sale de su casa. Una de ellas es que “usualmente, las personas mayores no tienen acceso a automóvil, porque por ejemplo lo usa otro miembro de la familia. Eso también pasa en el caso de quienes tienen bajos ingresos o algún tipo de deterioro físico que les impide obtener la licencia de conducir”.
En ese sentido, planteó que “la cadena de movilidad considera tres eslabones, que son la accesibilidad -la posibilidad de llegar de la casa al sistema de transporte público, al paradero o la estación-, la facilidad de poder subirse al vehículo y poder moverse en el vehículo de manera segura, rápida, y confortable, por ejemplo en un asiento”.
El investigador señaló que, a nivel de accesibilidad, “las personas mayores se mueven al paradero o al metro principalmente caminando. No los he visto llegar en bicicleta o en scooter al paradero. En esta etapa del viaje son necesarias cosas que nosotros damos por sentadas, como que existan veredas, que estén en buen estado, sean anchas y estén libres de obstáculos, donde se puedan tropezar. Si tropieza, lo más probable es que termine con un esguince grave o con una fractura”.
“Que haya semáforos también es importante. Cruzar la calle para una persona mayor no es una tarea fácil, porque no puede correr. Los otros lugares que son peligrosos son los pasos de cebra, porque esas personas asumen que tienen la prioridad, pero el automovilista no asume lo mismo. Ahí tenemos un problema en cuanto a la accesibilidad”, comentó.
El juicio de Rodrigo Fernández es lapidario. Para él, “las personas mayores no están integradas en las políticas de transporte”. El especialista comentó que “de todo este espectro de personas que están entre 60 y 100 años, nadie se preocupa de cómo se van a mover”.
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