Pablo Allard y falla de San Ramón: “Es más probable que caiga un meteorito antes de que se active, pero aquí sabemos dónde va a caer”
En Ciudad Pauta, el decano de la Facultad de Arquitectura y Arte UDD se refirió a los riesgos que enfrenta la ciudad en caso de activarse la falla geológica, ubicada en un lugar donde se concentra un quinto de la población capitalina.
Un sismo de 5,6° sacudió a la región Metropolitana el pasado domingo 9 de julio, lo que volvió a revivir los temores sobre lo que podría ocurrir en caso de que se activen las fallas geológicas que atraviesan la ciudad.
En ese contexto, la semana pasada, un grupo de geólogos de la Universidad de Chile y la Universidad Católica presentaron ante la comisión de Vivienda de la Cámara de Diputados un informe sobre los peligros de la Falla de San Ramón.
En conversación con Ciudad Pauta, de Radio Pauta, el arquitecto, urbanista y decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad del Desarrollo (UDD), Pablo Allard, se refirió a los peligros y lo que debiese inquietar de la fractura de San Ramón.
Pablo Allard y falla de San Ramón: “Es más probable que caiga un meteorito antes de que se active, pero aquí sabemos dónde va a caer”
Allard explicó que el reciente sismo “fue intraplaca, muy profundo. Su epicentro estuvo a 110 kilómetros de profundidad. Es como que el epicentro haya estado en Valparaíso. Es por eso que sentimos mucho ruido y unas ondas medio aletargadas, que duraban mucho pero no nos sacudían con tanta fuerza, pese a que estuvo a 15 kilómetros al noreste de Farellones”.
“Esto es porque la placa del Pacífico se va metiendo debajo de la placa sudamericana, y a medida que va avanzando, va profundizándose”, agregó.
Sin embargo, con la Falla de San Ramón ocurre algo distinto. Según el urbanista, “corresponde a una falla superficial o cortical. Es como si tomaras un mantel y lo fueras empujando. Esas arrugas que se van generando son la cordillera. Si se sigue empujando, se va produciendo acumulación de energía en el pie de monte de esa cordillera”.
“Esa falla, en algún momento, acumula tanta energía que va a generar una ruptura, que va a ser superficial. Estos terremotos corticales o superficiales son peligrosísimos”, advirtió.
En esa línea, el decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la UDD recordó lo ocurrido en 2009 en L’Acquila, Italia, donde ocurrió “un sismo cortical de 6,3°, que tuvo una profundidad de 10 kilómetros […]. Algunos le llaman el dedo del diablo, porque si hoy vemos imágenes de la ciudad, veremos un pueblo medieval con un área destruida como que hubiera pasado un dedo gigante, y a los pocos metros, edificaciones y campanarios que se mantuvieron”.
“Estos terremotos liberan mucha energía, generan desplazamientos importantes en muy poco tiempo, pero en un área de influencia que no va más alla de 300 metros desde la falla o el punto de ruptura”, describió.
Allard señaló que “lo que plantean estos estudios que presentaron el doctor Gabriel Easton, de la Universidad de Chile, y Marcelo Lagos, de la Universidad Católica, es que la Falla de Ramón es una falla activa y está emplazada en zonas de alta densidad poblacional, y cruza todo el pie de monte cordillerano de la Región Metropolitana, desde el norte en Lo Barnechea hasta Puente Alto y Pirque”.
“Lo más increíble es que en el área de riesgo directo, estos 300 metros por lado y lado, vivimos cerca 1,6 millones de habitantes, un quinto de la población de Santiago. Por lo tanto, tenemos que estar alerta, conocer y transmitir el peligro inminente de esta falla, porque no lo tenemos tan interiorizado, y la gente no necesariamente sabe que está expuesta a este riesgo”, agregó.
Respecto al rol de la arquitectura, el especialista comentó que “Chile tiene una norma sísmica que es de las más avanzadas y estrictas a nivel mundial. Cualquier arquitecto que tiene que aprobar un proyecto tiene que llegar con un plano de cálculo y una memoria de cálculo hecha por un ingeniero civil, que dé cuenta de que la estructura puede soportar los sismos más regulares de nuestro país, que son los intraplaca o los interplaca”.
“El problema es que los sismos corticales, como el que puede producir la Falla de Ramón, como tienen epicentros muy cercanos a la superficie, son altamente destructivos. Se estima que podría tener desplazamientos de uno a cuatro metros en menos de un segundo, o se generaría un quiebre en el suelo y la persona que está sentada al lado tuyo podría quedar tres metros más arriba que tú”, alertó.
Para el arquitecto, una dificultad es que este tipo de sismos “lamentablemente no están incorporados en la zonificación sísmica del país y tampoco en las normas sísmicas. No necesariamente la norma es suficiente para sismos corticales”.
“En todo caso, es más probable que caiga un meteorito antes que entre en actividad esta falla. Su registro geológico muestra que los últimos grandes terremotos que tuvieron que ver con esta placa ocurrieron entre 17 mil y 8 mil años atrás. Entonces, se podría estimar una probabilidad de un 3% de que haya un gran terremoto en los próximos 100 años”, expresó.
La diferencia, dijo, es que “aquí sabemos dónde va a caer el meteorito. La idea es que no cunda el pánico, pero debemos informar a quienes viven ahí y desincentivar que se construyan viviendas sociales o en densidad. Además, generar condiciones sísmicas más restrictivas para las edificaciones que se hagan en la zona de influencia”.
En ese lugar, detalló, existe una alta concentración de población, un reactor nuclear, cinco hospitales, clínicas, universidades y colegios. “En la zona tenemos alrededor de 20 equipamientos críticos y más de 248 en el área de influencia menor”, precisó.
“No se trata de castigar a los propietarios de la zona, pero es importante comunicar, y que la gente sepa, porque los sismos no se pueden predecir, como sí se puede hacer con un tsunami o un aluvión”, concluyó.
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