Libro Árboles Patrimoniales del Gran Santiago: un tributo a la biodiversidad de la ciudad
El libro ‘Árboles Patrimoniales del Gran Santiago’, cuya edición destaca la calidad de la fotografía y la capacidad de incorporar la historia de cada uno de los árboles mencionados, es obra de Paulina Fernández, Indra Astorga, Eduardo Pérez, y Francisco Pérez.
La Guía de Árboles Patrimoniales del Gran Santiago es el resultado de un trabajo arduo que incluye años de investigación y que incorpora tesis de distintos estudiantes de la Universidad Católica.
Sus autores han dedicado años de trabajo y dedicación a elaborar este libro cuyo protagonista es el árbol de Santiago y su historia y que constituye un tributo a la biodiversidad que son los árboles de Santiago.
En Ciudad Pauta, la Ingeniera Forestal, magíster y doctora en Ciencias de la Ingeniería, Paulina Fernández Quiroga conversó con Rita Cox sobre la forma en que se gestó este libro, el aporte que constituye y por cierto el amor que ella siente por los árboles, que es herencia de su padre, el Ingeniero forestal Eduardo Fernández, a quién está dedicado este libro.
Fernández explicó que “por árbol patrimonial se entiende cualquier árbol al que se le dé un valor especial por distintos motivos“.
“Un árbol patrimonial puede ser porque tuvo relación con un hecho histórico importante, por su longevidad, por la belleza, por el tamaño, por la rareza botánica; hay muchas razones por las cuales una comunidad puede decidir que hay un árbol que realmente merece un estatus especial, porque da un aporte especial al lugar donde está emplazado”, afirmó.
Fernández señaló que “yo trabajo en arbolado urbano hace por lo menos unos 14 años, soy ingeniera forestal, así que además trabajo con plantaciones y bosques naturales y en algún minuto me empecé a interesar por el arbolado urbano”.
“Con la mirada desde la Ingeniería Forestal podía aportar al bienestar de la ciudad a través de los árboles. Y en ese camino empezamos de a poco con estudiantes, a estudiar árboles singulares”, indicó.
Así dijo que “comencé con toda una línea de investigación de ir superponiendo la historia de la ciudad, del desarrollo urbano, para ver cómo conversaba eso con los árboles que están hoy día todavía en esas en esos lugares”.
La especialista se remontó al siglo XIX para explicar como ingresan especies exóticas de árboles para la conformación de parques. “A mediados del siglo XIX se empieza a desarrollar el paisajismo. Nace la Quinta Normal de agricultura como un centro de aclimatización de árboles, algo bien experimental”.
“Así trajeron especies , no solo forestales sino que también agrícolas y se convirtió en la fuente de semillas de muchos de los parques que posteriormente se construyeron”, explicó.
En el afán de embellecer la ciudad, Fernández destacó la figura de Benjamín Vicuña Mackenna y Claudio Gay entre otros personajes que persistieron para que Santiago adquiriera estatus de metrópoli.
La Ingeniera Forestal afirmó que hay que agradecer a los pioneros que construyeron un patrimonio en cuanto a árboles, que hoy aún respiramos y vemos, como el Parque Forestal, el cerro Santa Lucía, la Quinta Normal.
Asimismo dijo que “buena parte de los árboles patrimoniales se concentra en el Santiago antiguo y de a poco, cuando uno empieza a moverse a lo que se consideraba periferia de la ciudad en el siglo XIX, se encuentra con parques maravillosos también”.
Esa periferia es hoy Providencia, Macul, San Miguel, Peñalolén, La reina. “En muchos de estas zonas se construyeron grandes casonas, y a partir de la mitad del siglo XIX, estas grandes casonas se empiezan a embellecer con parques, y muchos de esos parques fueron absorbidos por la ciudad y en muchos casos se han convertido en parques públicos, están en manos de municipalidades, son casas de la cultura, o son propiamente las oficinas de una municipalidad”.
Sobre el cuidado y la conciencia que tienen los municipios con respecto a la existencia de estos árboles patrimoniales, Fernández dijo que “yo interactúo con gente de los municipios y hay mucha dedicación y conciencia de estos árboles, y mucha angustia también, porque por supuesto nos está jugando en contra el clima, la falta de agua, a veces el presupuesto disponible para poder atender mejor”.
“Y después viene esa evolución y esa estructura de la ciudad que a veces hace que árboles extraordinarios que originalmente eran parte de un parque, terminen a la orilla de una calle”, acotó.
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