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La final que sí se jugó en Argentina

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CopaArgentina.org
POR Bruno Sampieri |

Rosario Central fue campeón de la Copa Argentina en Mendoza ante Gimnasia de La Plata en una jornada que, principalmente gracias a la policía, no estuvo exenta de incidentes. Esta es la crónica desde Mendoza de Bruno Sampieri.

24 de noviembre: un error grave en un operativo policial permitió la actitud vandálica de un grupo de delincuentes. Todo terminó con jugadores heridos, y un partido no solo suspendido, sino además trasladado a Madrid. Fue la fallida final de vuelta de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate, cuyo correlato es la incierta capacidad de Argentina para realizar eventos deportivos de alta convocatoria.

Pero hubo otra oportunidad en Argentina. Otra final. Una de menor convocatoria, pero de parecida intensidad.

La siguiente prueba para el Ministerio de Seguridad, encabezado por Patricia Bullrich, fue la organización de la Copa Argentina. El desafío no era fácil. Rosario Central y Gimnasia y Esgrima de La Plata, los dos clubes finalistas, tienen grandes hinchadas y era de esperar que acompañaran en masa a sus equipos. Además, el encuentro se disputaba en Mendoza, por lo que el operativo debía incluir una planificación de cómo resguardar a las cerca de 30.000 personas que se trasladarían vía terrestre (los menos viajaban en avión) desde La Plata y Rosario.

En los buses de hinchas en Argentina hay gente de todas las edades y estratos sociales viajando juntas por seguir su pasión. Viajan familias. Y cuando no, el alcohol (domina el vino y el fernet servido en botellas de gaseosa de dos litros cortadas por la mitad) y la marihuana aparecen en las largas jornadas de viaje. 

La policía tomó resguardos para evitar problemas entre barras, por lo que cada hinchada se instaló en sectores distintos del estadio para esperar el partido. Mientras los de triperos se instalaron cerca del acceso norte, los de Rosario Central lo hicieron por el sur, donde instalaron los más de 170 buses y los cientos de autos. Que ambas hinchadas estén presentes es una anomalía en ese país que solo se permite para esta final de la Copa Argentina, pues se juega en un estadio neutral. Para cualquier otro partido habitual, no se permiten las barras visitantes.

Hinchas de Rosario Central reunidos a la espera de la apertura de puertas del estadio.
Hinchas de Rosario Central reunidos a la espera de la apertura de puertas del estadio.

El duro ingreso al estadio

Muchos hinchas viajaron durante la noche y esperaron durante el día en Mendoza la realización del encuentro. Al estar un tanto alejado el estadio (30 minutos caminando del centro), la mayoría optó por instalarse en el Parque General San Martín, donde se sitúa el estadio. Asados, cervezas, vino y algunas drogas, y cánticos y un ambiente festivo predominaron durante la jornada.

Cerca de las 18:30 horas, se abrieron las puertas del estadio para los hinchas e inmediatamente se quedó en evidencia un error de procedimiento: dentro del recinto del estadio, la policía generó dos perímetros donde reguló el acceso de hinchas en un espacio no mayor a cinco metros de ancho. El sistema consistía en que grupos de 20 a 30 personas podían pasar de un segmento al otro en lapsos de 30 segundos. Entremedio, sin embargo, ingresaban caballos que impedían el libre tránsito. La incomodidad en este proceso provocó el exalto de los hinchas, que terminaron vulnerando el segundo embudo, al menos en el lado de Central. Se armó un caos. La policía roció con gas pimienta a algunos fanáticos, aunque no pasó a mayores. Solucionado el arrebato, todo volvió a su cauce. Incluidos los hinchas.

Los canallas no dejaron de apoyar a su equipo.
Los canallas no dejaron de apoyar a su equipo.

La calma, los cánticos, los goles

En el estadio todo se desarrolló en calma. Una calma futbolera, claro. La espera del pitazo inicial fue amenizada con las canciones de las barras de cada equipo en versiones grabadas en estudio y videos del camino de ambos equipos para llegar a esta final. Además, la organización realizó un show previo al encuentro, donde se pudieron ver bailes típicos, el himno de Argentina cantado en vivo y un juego de luces, todo al más puro estilo de los espectáculos deportivos norteamericanos.

La primera alegría fue para los canallas (Rosario Central). Tras una serie de rebotes, Fernando Zampedri marcó la apertura de la cuenta en los 19’ del primer tiempo, desatando la algarabía en el sector sur del estadio. En el 52’, Lorenzo Faravelli terminó de correcta manera un contrataque y marcó el empate para los triperos (Gimnasia). Este resultado no variaría y el campeón se terminaría definiendo en tanda de penales.

Desde los 12 pasos: Néstor OrtigozaMarco Ruben, el chileno Alfonso Parot y Matías Caruzzo marcaron los goles que le terminaron dando el Rosario Central su primer título desde 1995, cuando ganaron la extinta Copa Conmebol.

Tras el triunfo, los cerca de 15 mil hinchas canallas en el Estadio Malvinas Argentinas estallaron en felicidad. El equipo estuvo varios años en segunda división y desde su vuelta a Primera, en 2013, habían jugado tres finales de Copa Argentina y las tres las habían perdido. Fue su revancha.

Jugadores y cuerpo técnico de Rosario Central celebran la obtención de la Copa Argentina.
Foto: CopaArgentina.org

Por el contrario, la hinchada de Gimnasia de La Plata sólo lamentó la caída, cantó unos minutos para apoyar a sus jugadores y se marchó rumbo a Buenos Aires en total calma y sin incidentes.

Una hora después de la finalización del encuentro, y ya sin hinchas de Gimnasia en el estadio, recién comenzó el éxodo de los canallas, quienes no quisieron moverse del recinto para celebrar junto a los jugadores la obtención del título. El retiro fe ordenado. Abordaron sus vehículos y retornaron a Rosario.

Al igual que en 2017, cuando Boca y River definieron el título en el Malvinas Argentinas, Mendoza demostró que se pueden jugar finales de copa en Argentina sin que los delincuentes disfrazados de hinchas arruinen la fiesta que enmarca el partido de esta categoría.