Lakers vs Heat: Intensidad, juego colectivo y el duelo de estandartes por un anillo
Los Angeles inclinó 1-0 a su favor la serie ante Miami en el arranque de las finales de la NBA. ¿Se mantendrá así?
Uno con diez años de sequía, con la última final asegurada con candado y la marca irrefutable de un histórico que dejó más que una huella: Kobe Bryant. El otro, con siete años desde el último anillo y el record de ser el equipo con más finales en las últimas 15 temporadas: seis.
Las finales entre Los Angeles Lakers y Miami Heat están lejos de ser aquellos partidos fáciles que se pronosticaban durante los playoffs. En Miami la incertidumbre era palabra recurrente al no contar con más jugadores que Andre Iguodala y Udonis Haslem con al menos una instancia decisiva disputada, y no era para menos si al frente miraban a un jugador que pelearía en su décima final, por el cuarto anillo: Lebron James.
En la Conferencia Este, Los Angeles Lakers llegaban como el gran favorito por su campaña en la temporada, aquella que incluyó victorias por 95-80 el 8 de octubre y 113-110 el 13 de diciembre ante los de Miami. Ya en playoffs, donde sumaron 12 victorias y solo tres derrotas, el equipo comandado por Frank Vogel aumentó su promedio de puntos de 111,7 a 115,6.
Los Heat cumplieron con el mismo número de triunfos versus derrotas y aumentaron su media de puntos de 111,9 a 112,7, pero además fueron capaces de disminuir de 109,3 a 108,6 los tantos recibidos por partido.
Con el primer golpe dado por Los Angeles, con el marcador 116-98 y la final inclinada 1-0 a su favor, la serie ya comenzó a mostrar que el desequilibrio que produce Anthony Davis (y lo complejo que se vuelve en la pintura), la capacidad para hacer las transiciones y atacar los puntos débiles de la defensa por parte de LeBron James, y las actuaciones de Danny Green, Kentavius Caldwell-Pope y otros como Rajon Rondo. Así la tarea se ve difícil para Miami.
Considerando la lesión de Goran Dragic, la respuesta de Jimmy Buttler y su posterior torcedura de tobillo, la responsabilidad recae sobre Bam Adebayo y Tyler Herro, aunque en el último duelo estuvieron lejos de su nivel. Pero si hay algo que ha hecho fuerte al equipo, es el factor sorpresa.
Un choque de estilos
“En la NBA lo único que importa es ganar. Es ganar o la miseria. Así lo viví yo, siempre. Por eso hay que construir una cultura de trabajo, logrando que eso sea la base y que los jugadores nos tomen confianza para que hagan lo que queremos. La propuesta es que sean cada día más fuertes, disciplinados, ganadores, duros y hasta odiados por los rivales. Porque ganar, ganar uno solo”.
Pat Riley es quizás una de las figuras más importantes de Miami. Su filosofía de trabajo lo ha llevado desde hace más de 40 años a ser la base de algunos de los equipos más sólidos que la NBA ha visto desde la década de los 80 hasta ahora. Si en su momento fueron los propios Lakers (con cuatro anillos), y luego recaló en los Knicks en los años 90, esa mente fría y calculadora (criticada por muchos) es hace ya 25 años la que organiza gran parte de las acciones en Miami.
Shaquille O’Neal, LeBron James, Dwayne Wade. Tres figuras que durante el periodo de Riley como entrenador llegaron a Miami y llevaron a la franquicia a tomar una posición protagonista en la NBA. Pero de aquel equipo lo único que queda es la herencia: juego físico potenciando la defensa y consolidando la ofensiva y el mano a mano.
En la vereda opuesta, liderados precisamente por LeBron, están los Lakers. Con una ofensiva que tiene como principal característica la rapidez con que construye el ataque y las transiciones propias de su juego, con Davis y LeBron como principales ejes, pueden centrarse a momentos en el poste bajo y aprovechar así las características físicas y técnicas de ambos.
“Se trata del arma más poderosa que se puede tener en unos playoffs. Tan poderosa como una superestrella. Si tienes una defensa de élite, puede ser tu tercera estrella, es lo que quiero decir”, dijo Frank Vogel tras la victoria ante Houston Rockets en la serie de semis del Oeste.
Si bien hasta antes de la burbuja la defensa de Los Angeles había sido criticada, hasta la fecha, ha consolidado su poderío de tal forma que vulnerarla es uno de los principales desafíos (tal vez solo comparable con la marca a James) de Miami.
Focalizando el juego en sus individualidades a momentos más que en el funcionamiento del equipo, los Lakers se enfrentarán a unos Heat sin una estrella permanente y cuyo funcionamiento se explica exactamente por lo contrario: el desempeño colectivo.
La lucha por el tercer hombre
Una pareja mejor definida, y consolidada. Si hay un aspecto en que la franquicia de Los Angeles ha sabido imponerse a sus rivales desde el ingreso a la burbuja en Orlando, es en la dupla insignia para comandar el ataque.
En estas finales, la primera desde el campeonato logrado por Kobe Bryant en 2010, LeBron James y Anthony Davis han potenciado de tal manera su conexión que promedian 55,5 puntos, 19,6 rebotes, 12,5 asistencias y 4,8 robos hasta el incio de la instancia decisiva.
Sin embargo, cuando uno de los descendió en rendimiento a lo largo de los casi tres meses desde que volvió la actividad, el equipo entero bajó su nivel.
Con apariciones de Kentavious Caldwell-Pope y sus triples, un Rajon Rondo que ante los Denver Nuggets superó a Scottie Pippen en asistencias en playoffs, más Dwight Howard, JaVale McGhee, Kyle Kuzma y Alex Caruso, los de la Conferencia Este parecen tener una rotación más sólida de cara a la serie siete partidos (de ser necesario).
En el caso de Miami, el crecimiento de Bam Adebayo ha sido uno de los principales motivos por los cuales los Heat están en las finales luego de seis años. Cuando llegó al equipo en 2017, una de sus debilidades era el ataque y la creación de jugadas. Pero hoy eso cambió y la generación propia llegó para combinarse con la efectividad.
Ante los Celtics, en el juego que les dio la clasificación, el pivot anotó su mejor juego de la temporada: 32 puntos y 14 rebotes, escoltado por Jimmy Butler con 22.
El que aparece como carta casi segura para formar ese trio es Goran Dragic (se lesionó durante el primer partido) quien durante toda la temporada fue el sexto hombre y promedió 20,9 puntos, 4,2 rebotes, 4,7 asistencias, 45,2% de campo y 36,3% en triples.
Pero uno de los que más ha aportado en los últimos encuentros al equipo ha sido el novato Tyler Herro. Junto con Duncan Robinson han formado una dupla letal en tiros de tres puntos, con más de cinco triples por partido y casi un 40% de efectividad. Y si la experiencia pesa, bien podría ser Andre Iguodala el desequilibrante, o entrar a jugar un rol importante la marca de Jae Crowder a Lebron.
¿Quién será determinante en esta final?