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Dobles contratos y pagos en negro

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Agencia Uno
POR Matias Bobadilla |

Fernando A. Tapia aclara el caso que hoy tiene en vilo a Melipilla, Huachipato y salpica a la U. de Chile. “Una batalla por la salvación en la que no trepidan en sacarse los ojos públicamente con tal de no perder su lugar en el consejo, y de paso el cheque de la televisión”, escribe.

Por estos días el descenso del segundo equipo de la Primera División, además del desenlace de la liguilla de promoción, se juegan en los pasillos y escritorios de la ANFP. La denuncia presentada por Universidad de Chile en contra de Melipilla por supuestos contratos irregulares -un día antes de su partido ante Unión La Calera en el que logró su permanencia– provocó una escalada de acusaciones a la que se sumaron otras diez instituciones.

En ella, señalan al equipo melipillano como culpable de tener una caja de pagos oculta para sus futbolistas, con lo que se estaría vulnerando seriamente la normativa del torneo, violando el reglamento que establece la obligación de informar correctamente el costo de la planilla, y ocultando de paso el gasto real de su operación.

Para entender por qué es grave esta denuncia hay que señalar que el reglamento del campeonato obliga a los clubes a no gastar más del 70% de sus ingresos, exigiendo además un capital de funcionamiento de 1.000 UF de patrimonio neto (poco más de 31 millones de pesos). Aunque parezca paradójico, fue la administración de Sergio Jadue la que incorporó la figura de la Unidad de Control Financiero (UCF) en la ANFP, con la idea de emparejar la cancha entre los clubes más grandes y el resto, que -como sabemos- presentan diferencias abismantes en los costos de sus planteles. El problema es que esa oficina no ha tenido capacidad real de fiscalización y solo en ocasiones como la que ahora presenciamos el fenómeno sale a flote.

Las cosas como son. La “U” estaba con la soga al cuello, y al verse en riesgo del descenso, buscó un salvavidas de emergencia: denunciar a Melipilla, cuya administración ya había estado cuestionada por situaciones similares en el caso de Lautaro de Buin (ambos clubes son controlados por el mismo empresario, Carlos Encinas).

Universidad de Chile se salvó en cancha, pero la denuncia quedó presentada. Y luego el equipo que aportó más pruebas en contra del equipo melipillano no fue otro que Huachipato, que coincidentemente terminó descendiendo en cancha. El fútbol escritorio en su máxima expresión.

No profundizaré aquí en las sospechas de la relación del controlador del equipo del sur, Victoriano Cerda, con Azul Azul. Pero que en algunos medios se le haya mencionado como uno de los posibles reales nuevos controladores de la concesionaria de la “U” completa el cuadro.

Melipilla contragolpeó denunciado a los azules de un doble contrato del futbolista uruguayo Ramón Arias. Aseguran que Azul Azul no informó de un pago de varios millones en un contrato paralelo al registrado en la ANFP, por lo que cualquier sanción que eventualmente recaiga en ellos también debería aplicársele a los universitarios. Si me voy, no me iré solo parece ser el mensaje del equipo cuestionado.

Sin embargo, es importante aclarar los conceptos, ya que el medio tiende a confundir un doble contrato con los pagos en negro. En rigor, la gran mayoría de los clubes del fútbol chileno y del mundo tienen en su estructura de pago la figura del contrato doble. Por un lado está el acuerdo del salario que firma el jugador como persona natural. Y luego, a través de un empresa prestadora de servicios, se acuerda el pago por derechos de imagen, de intermediarios, amortización de la venta del pase o préstamo del mismo y los premios o bonos por logros deportivos. Es una forma de rebajar la carga tributaria de la cual se benefician ambas partes, razón por la cual he insistido persistentemente en el rol que debe cumplir el Servicio de Impuestos Internos (SII) en el fútbol. Los dobles contratos existen, y no resultan ilegales en tanto el pago provenga efectivamente del club, se registre en la contabilidad y cumpla con todas las obligaciones tributarias.

Precisamente este año, a propósito del caso Lautaro, que también acusó que lo suyo era una práctica generalizada, se acordó una comisión entre la ANFP y el SII para transparentar estos convenios y evitar lo que hemos visto en casos de repercusión mundial, como fueron las situaciones de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo que, como muchos otros, recibían una parte importante de sus ingresos a través de la cesión de sus derechos de imagen pagados a empresas de papel o fundaciones, pero creadas en paraísos fiscales. La hacienda española los persiguió por lo delitos de evasión de impuestos y fraude al tesoro de la nación.

En el caso de Melipilla, en cambio, la denuncia es por pagos en negro, es decir, el club tendría una caja pagadora sin registro alguno, aprovechando a empresas externas con vínculos con los controladores de la institución, y que transferían directamente una parte importante de los sueldos de los jugadores sin dejar huella pública de eso. Los balances no aparecen en ningún lado sin posibilidad de fiscalización, y por ende ocultos para establecer las obligaciones que establece la ley, como por ejemplo el pago correcto de las cotizaciones previsionales. Algo casi imposible de pesquisar, pero que salió a la luz pública por la confesión del exgerente deportivo, Gino Valentini, y jugadores como Ricardo Fuenzalida y José Huentelaf.

El cómo y porqué estuvieron dispuestos ahora a testificar ante el tribunal de disciplina da para otras teorías, aunque no nos olvidemos que la denuncia esta vez surgió ante el peligro real del descenso a Primera B de uno de los grandes del fútbol chileno.

La semana pasada la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) entregó el resultado de su encuesta que mide la transparencia en la entrega de información relevante de instituciones públicas y privadas. La ANFP terminó en el último lugar. Pues bien, el organismo no es otra cosa que la instancia que reúne a todos los clubes profesionales del fútbol chileno, que normalmente resuelven sus problemas entre cuatro paredes. Pero a veces sucede lo que ahora somos testigos: una batalla por la salvación en la que no trepidan en sacarse los ojos públicamente con tal de no perder su lugar en el consejo, y de paso el cheque de la televisión. Lo que pasó en cancha da lo mismo, existiendo el último recurso de seguir disputando el partido en el escritorio y en los cada vez más oscuros pasillos de Quilín.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.