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El favor

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POR Andres Sepúlveda |

La desprolijidad y la improvisación de los dirigentes de Azul Azul provocaron la postergación del partido de Universidad de Chile, dice Fernando A. Tapia: “No es la primera vez que esta actividad es beneficiada por privilegios”.

Algunos piensan que es una maldición, pero lo cierto es que nada sobrenatural explica que una vez más el campeonato de la primera división del fútbol chileno sea testigo de un nuevo bochorno

La desprolijidad y la improvisación de los dirigentes de Azul Azul provocaron la postergación del partido de Universidad de Chile ante Unión Española, luego que el equipo universitario, pese que hace largas semanas sabía que iba a recibir a los hispanos en condición de local en estas fechas, con el regreso de sus hinchas a las tribunas incluido, fueron incapaces de encontrar un recinto deportivo para albergar el compromiso.

Debido a los graves incidentes provocados por algunos de sus barristas la temporada pasada, el estadio El Teniente de Rancagua les quedó vedado. El terror a tener que enfrentar destrozos e incidentes provocó que otras ciudades cerraran también sus puertas, como Curicó y La Serena. Los estadios de Concepción y Valparaíso estaban comprometidos con otros eventos. Por momentos a los dirigentes de la “U” les pareció una buena idea acordar la suspensión del partido. Idea que tampoco desagradaba a los hispanos, que estas semanas debían enfrentar un exigente calendario por su participación en la Copa Sudamericana.

La ANFP, que piensa primero en mantener buenas relaciones con sus socios antes que respetar los reglamentos, dio señales de estar dispuesta a echar una mano. Pero rápidamente reculó ante la protesta de al menos ocho clubes, que vieron en esta maniobra una clara vulneración a los estatutos del torneo. Se siguió buscando, y mágicamente apareció la posibilidad del CAP de Talcahuano. Mera coincidencia, suponemos, sobretodo por las sospechas de los estrechos vínculos entre el propietario del cuadro acerero Victoriano Cerda con los nuevos regentes de la “U”. 

Con tanto negocio asociado ambos equipos parecen hermanos. Pero rápidamente la opción se desechó con el argumento que la cancha no estaba en buenas condiciones y que por el cambio de fase en la ciudad de Talcahuano, las posibilidades de albergar una buena cantidad de público se demolían. 

A esa altura el tema ya se había transformado en polémica, y la directiva de Pablo Milad se había convencido que no podía dar pábulo a que se otros clubes desconfiasen de poder estar promoviendo una suspensión. Y pusieron manos a la obra para encontrar un estadio para la “U”. 

Es en este punto donde se produjo el segundo gran bochorno, a mi juicio más grave aún. El 10 de marzo, apenas unas horas antes de entregar el cargo, el delegado presidencial de la provincia de Quillota, Iván Cisternas Tapia, autorizó el estadio Lucio Fariña de esa ciudad como sede del bullado partido entre azules y rojos. Problema resuelto se pensó. Pero grande fue la sorpresa que, luego del cambio de mando, el nuevo delegado José Orrego Ramírez, revirtió la decisión de su antecesor. Todo en menos de 24 horas. 

Las redes sociales explotaron, y los dardos apuntaron al representante en la zona del recién asumido Presidente Gabriel Boric. Se le acusó de haber actuado con sesgo, por ser un reconocido hincha de Unión La Calera, atizada por la divulgación de una publicación suya en twitter donde establecía sospechas de la limpieza con la que la “U” se había salvado del descenso en ese dramático partido precisamente contra los cementeros. Pero la razón de su decisión era bastante poderosa: dos informes de Carabineros habían sugerido la no realización del partido en Quillota por problemas de  seguridad. Recomendación que había sido increíblemente desatendida por el anterior delegado presidencial. 

¿Qué podría haber motivado a una autoridad política desoír la recomendación policial, autorizando un evento pese a que apenas habría a disposición personal de Carabineros suficiente? La respuesta, creo yo, la conocimos el mismo día 11 de marzo, la jornada del cambio de mando. Ese viernes, apenas unas horas después de haber dejado el cargo, el exdelegado presidencial Iván Cisternas Tapia fue anunciado como el flamante nuevo presidente del club San Luis de Quillota. Lo suyo no fue otra cosa que un favor para sus nuevos compañeros en el consejo de presidentes y la directiva  de la ANFP, especialmente para los dirigentes de la “U”, los que con seguridad alcanzaron a agradecerles su gran gesto, aunque ello implicaba un notable abandono de sus deberes como autoridad administrativa en la provincia. 

Sabemos de los estrechos vínculos de la política y el fútbol. No es la primera vez que esta actividad es beneficiada por privilegios. Pero además en este caso específico se plantean otras interrogantes. ¿Desde cuándo el exdelegado estaba negociando su cargo de presidente del club con los dueños de San Luis? La pregunta no es menor, porque es sabido que quienes regentan el equipo quillotano son los mismos que están detrás de la propiedad del clásico rival, Unión La Calera. En rigor ambas instituciones son manejadas a través de diversas sociedades por un mismo empresario, el poderoso representante de futbolistas argentino Christián Bragarnik

No está demás recordar que uno de los últimos grandes escándalos ocurridos en el fútbol chileno fue el denominada caso suplantación, donde un ciudadano argentino usurpó la identidad del arquero cementero Alexis Martín Arias en sucesivos test PCR, configurando un delito sanitario, que una autoridad como el delegado presidencial debiera haber atendido con exhaustiva celeridad. El caso se prolongó por meses, pese a la contundencia de los hechos y los lapidarios testimonios de los funcionarios del laboratorio, que identificaron al gerente de Unión La Calera, Martín Iribarne, como el que siempre acompañó al suplantador. 

Pese a la gravedad de los hechos, la directiva de la ANFP jamás pidió siquiera una investigación ni menos denunció al club por su eventual responsabilidad. Y claro, se entiende, los votos en el consejo son más importante que la limpieza con la que algunos directivos actúan. Mientras tanto, después de todo este embrollo, Unión Española reclamará los puntos por secretaría al interpretar que la “U” vulneró las bases del torneo al no asegurar el espectáculo en un recinto cuando el partido ya estaba programado. Y la directiva de la ANFP ya ve cómo su promesa de acabar con el fútbol escritorio se puede desvanecer apenas en la sexta fecha del torneo.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.