La Recaída
“El Consejo de Presidentes nunca hizo su mea culpa por su responsabilidad de no fiscalizar y cerrar los ojos ante una administración corrupta. El presidente Pablo Milad no sólo no condenó el regreso de Mauricio Etcheverry al primer plano como asesor de Azul Azul. Al contrario, lo respaldó”, escribe Fernando A. Tapia.
La crisis deportiva e institucional de la Universidad de Chile ha traído de regreso, en cuerpo y alma, lo peor del fútbol chileno. Los controladores de Azul Azul, que operan desde el grupo Sartor, han comenzado a transparentar con hechos, lo que construyeron con extraordinario detalle a través de un matorral de empresas y un fondo de inversión privado. La idea parece haber sido el querer ocultar los nombres de los que realmente están detrás del club y, especialmente, el objetivo final de la compra del paquete mayoritario de acciones. Lo que aparece cada vez más claro es que los nuevos dueños no tienen un proyecto deportivo, sino uno meramente comercial. Nada de lo que prometió Sartor tras su arribo a la “U” se ha cumplido y, peor aún, el equipo ha seguido en caída libre, con un riesgo inminente de perder la categoría.
Sin embargo, lo más grave es lo que aparece al revisar las huellas de sus acciones. Las sospechas sobre quiénes están detrás de las decisiones de la administración del presidente Michael Clark se han ido profundizando, y el panorama se ve cada vez más color de hormiga al constatar que las señales apuntan nada menos que a varios del círculo de confianza de Sergio Jadue, el dirigente que carga con el cartel de ser el más corrupto de la historia del fútbol chileno. El nombramiento de Mauricio Etcheverry, mano derecha de Jadue, en el rol de asesor de Azul Azul, constituye un acto vergonzoso y de imprudencia absoluta. Bien vale recordar que Etcheverry formó parte de la directiva de la ANFP que encabezó el dirigente Calerano confeso por su participación en el FIFA Gate, cargo que debió abandonar apenas semanas después de asumir luego de constatarse que en su gestión como presidente de La Serena llegó a acumular 133 cheques protestados.
Pero Jadue lo premió y lo contrató como asesor del directorio, un puesto similar al que ahora Azul Azul le otorga. Tras el colapso provocado por la investigación criminal que llevó adelante la justicia de Estados Unidos y el FBI, en Chile la nueva ANFP, entonces encabezada por Arturo Salah, prometió las máximas sanciones contra los cómplices de Jadue. Hubo una querella en la que se responsabilizó a sus colaboradores como parte de una asociación ilícita que tuvo el objetivo de defraudar al fútbol chileno. Una auditoría interna estableció que Mauricio Etcheverry manejaba una caja chica en la que no respaldó gastos por 117 millones de pesos. Era el operador político dentro del consejo de presidentes, y para conseguir los votos, fue uno de los responsables de tramitar varios de los préstamos irregulares a los clubes, precisamente la acción que llevó al sobreendeudamiento de Deportes Concepción, y que tuvo que pagar con su desafiliación del fútbol profesional.
¿Cómo llega Etcheverry a Azul Azul? Versiones periodísticas apuntan a que Michael Clark aceptó la sugerencia de un viejo conocido: Patricio Kiblisky, formalmente el excontrolador de Ñublense, el mismo cuyo nombre fue mencionado por la investigación de Ciper por tener conexiones comerciales con el actual presidente de la “U”. Precisamente en estos días también se comprobó que Clark tiene una relación añosa con Klibisky, gracias a la huella dejada en el balance que el 2019 entregó Ñublense ante la Comisión del Mercado Financiero (CMF), y que establece un crédito que el club Chillanejo recibió por parte del grupo Sartor. ¡Qué coincidencia! Ambos se conocen desde hace mucho rato. Patricio Kiblisky tuvo un rol clave en las andanzas de Jadue en el caso FIFA. La investigación llevada a cabo por el entonces Fiscal Carlos Gajardo, estableció que fue él quien lo ayudó a la creación de una empresa fantasma en un paraíso fiscal, a través de la cual recibió los sobornos que fueron a parar en una cuenta que también Kiblisky le gestionó en el banco UBS de Florida, en Estados Unidos. Sartor llegó a la “U” ayudada por la gestión que desde adentro realizó Cristián Aubert, hoy fuera de Azul Azul.
El 2014 éste último fue el apoderado general de la lista de Sergio Jadue a la reelección. El cuadro lo completa la declaración del periodista Rodrigo Mujica, uno de los encargados de comunicaciones en el Ministerio del Deporte durante la administración de Cecilia Pérez. A través de una publicación de twitter, aseguró que el presidente y controlador de Huachipato, Victoriano Cerda, estuvo en varias ocasiones en la oficina de la entonces ministra, convenciéndola para asumir un rol como directora de Azul Azul. Los hechos demuestran una alianza clara entre Universidad de Chile y Huachipato, pero el dato del exasesor del Mindep pone a Cerda en un rol más activo en las decisiones de la concesionaria de la “U”, en línea con las sospechas de que es uno de los nuevos propietarios del club universitario.
El fútbol chileno jamás se sacudió de Jadue. El Consejo de Presidentes nunca hizo su mea culpa por su responsabilidad de no fiscalizar y cerrar los ojos ante una administración corrupta. El presidente Pablo Milad no sólo no condenó el regreso de Mauricio Etcheverry al primer plano como asesor de Azul Azul. Al contrario, lo respaldó. Y tiene lógica: él también forma parte del Jaduismo duro. En su administración, en enero del año pasado, la ANFP abandonó la querella contra Sergio Jadue en los tribunales chilenos, el mismo a quien Milad elevó al estatus de estadista al considerarlo, aún sabiendo su implicancia en el caso FIFA, como el mejor presidente de la historia. El 2015 el fútbol chileno sufrió un porrazo. Hoy se enfrenta a una recaída.
Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.