Deportes

Un káiser para el deporte

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PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“El nuevo Ministro trabajó muy cómodamente con las sociedades anónimas”, dice Fernando Tapia: “Todo lo contrario de lo que prometió el Gobierno del Presidente Boric, que es la recuperación del control de los equipos por parte de hinchas y socios”.

No es casualidad que el Presidente Boric haya roto el protocolo en la ceremonia de cambio de gabinete a la hora del juramento de Jaime Pizarro como nuevo Ministro del Deporte. Al nombrarlo, el primer mandatario agregó el apodo con el que es conocido el nuevo secretario de estado. Lo llamó “Káiser”, el sobrenombre con el que el exjugador fue bautizado por la revista France Football al elegirlo en 1988 el mejor volante defensivo del mundo.

Luego, al plantear uno a uno a sus ministros los desafíos para esta nueva etapa, el jefe de estado no ocultó su admiración ante su subalterno, al calificarlo como “maestro”. Pizarro vuelve a la arena política, en la que debutó durante el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, donde ejerció el cargo de subsecretario de deportes entre los años 2007 y 2009. Es alguien que no necesita presentación debido a su exitosa carrera deportiva, especialmente defendiendo la camiseta de Colo Colo. Fue nada menos que el capitán del equipo campeón de la Copa Libertadores de 1991.

Una figura recordada con cariño por la hinchada alba, a la que también brindó 6 campeonatos de primera división, 5 copas Chile, además de la Recopa Sudamericana y la Interamericana. Un ídolo de su tiempo que también generaba respeto más allá de los colocolinos, debido a su correcto comportamiento. Un caballero como se dice.

El Presidente Boric tenía 11 años cuando Pizarro fue también figura de la Universidad Católica, el equipo del cual es fanático, cuadro que se tituló campeón del torneo de apertura de 1997. Difícil saber si eso pesó o no en el nombramiento, aunque sí podría explicar el tono con el que el jefe de estado hizo el juramento. En un escenario de tantas urgencias, muchos se preguntan porqué el Gobierno decidió un cambio en el deporte, uno de los cinco ajustes en el gabinete. Pero la razón es poderosa.

Este año nuestro país albergará los juegos Panamericanos y Parapanamericanos de Santiago 2023, el evento deportivo más importante de la historia, después del mundial de fútbol de 1962. Con millonarios recursos involucrados, el Ministerio de Deportes no es sino una instancia para el lucimiento de la autoridad. En el papel debiera ser un generoso bolsón de buenas noticias que comunicar, un balón de oxígeno al que recurrir en medio de un clima de divisiones y peleas políticas.

La exministra Alexandra Benado no lo entendió así. Partió su gestión con cuestionamientos a su nombramiento por supuestos malos tratos en la Fundación Londres 38. Y quizás eso la llevó a mantener una política de puertas cerradas, con constantes cambios en su equipo comunicacional y persistentes evasivas para enfrentar a los medios de prensa. La voz de la ministra se escuchaba tarde, mal y nunca. Eso explica el bajo conocimiento público con el que tuvo que abandonar el ministerio.

Según encuestas que manejaba el propio gobierno, apenas el 21% de la población sabía quién estaba a cargo de la secretaría de deportes. Penúltima entre todo el gabinete. Una farra.

Con la designación de Jaime Pizarro, el Gobierno puede aspirar a un vuelvo radical a este escenario. El “Káiser” goza de reconocimiento público y es probable que las encuestas muestren pronto un escenario distinto. Sin embargo, eso deberá ser acompañado con una gestión acorde con lo que se viene por delante. Los juegos de Santiago 2023 serán la prueba de fuego para el nuevo ministro.

Resolver los atrasos en la construcción de la infraestructura para el evento es la prioridad. Pizarro puede ser considerado un experto para asumir en momentos de crisis. Fue el técnico de Colo Colo que en medio de la quiebra del club consiguió un histórico título, una hazaña en la historia del equipo albo. En su experiencia como subsecretario de deportes en Bachelet 1, pudo revertir la crisis del Instituto Nacional del Deporte, cuya imagen estaba por el suelo por casos de corrupción, asumiendo la dirección de una institución a la que se le conocía entonces sarcásticamente como “Chilerrecortes”, y abandonó el cargo por decisión propia para regresar al fútbol tras encabezar la inauguración de red de estadios Bicentenarios de La Florida, Chillán, Temuco y Coquimbo, con los que nuestro país albergó el mundial juvenil femenino de 2008. Además, concretó el acuerdo que le permitió a Chile ser organizador del Rally Dakar.

Las dudas con Pizarro se plantean a largo plazo. Porque después de los juegos habrá que ver si conseguirá cumplir con el programa de Gobierno, que entre otras cosas planteaba la intervención del fútbol, el deporte que finalmente inclina la balanza.

El nuevo Ministro trabajó muy cómodamente con las sociedades anónimas, en Colo Colo y Wanderers por ejemplo. Incluso fue testigo de Leonidas Vial en una demanda ante la cámara de comercio para intentar suprimir los dos representantes del club social y deportivo en el directorio de Blanco y Negro. Todo lo contrario de lo que prometió el Gobierno del Presidente Boric, que es la recuperación del control de los equipos por parte de hinchas y socios a través de un nuevo modelo de administración. Algo que sí defendió la exministra Benado en el Senado, aunque sin tanta publicidad. El tiempo nos dará la respuesta.

Videocolumna de Fernando A. Tapia