Columna de Fernando Tapia y la crisis del fútbol: “Ciegos, sordos y mudos”
“Así estamos: perdemos en la cancha y fuera de ella”, dice Fernando Tapia: “Los resultados a nivel internacional son la prueba empírica de la crisis por la que atravesamos”.
Colo Colo, el vigente campeón nacional, fue eliminado de la Copa Sudamericana a manos del colista del fútbol brasileño. Otra decepción deportiva, una nueva prueba de cómo, dramáticamente, el fútbol chileno ha dejado de competir.
Los resultados a nivel internacional son la prueba empírica de la crisis por la que atravesamos. No se trata de una mala noche o de una jornada de infortunio. Así de mal estamos. Lo sufren los hinchas, lo lamenta el medio. Pero ¿y los dirigentes?, o mejor dicho, ¿qué dicen los dueños de la pelota?, ellos parecen vivir en el mundo de las maravillas.
Todo pasa, era la frase predilecta de jefe máximo de la mafia de la Conmebol, el fallecido presidente del fútbol argentino, Julio Humberto Grondona. Total, al final todo se olvida, era su máxima de vida y acción. Lo importante es que el negocio siga viento en popa.
Hace algunos días intenté comunicarme con el poderoso representante argentino Christian Bragarnik. Me conseguí su número. Llamativamente, en su ícono de Whatsapp, tiene una frase: No pasa nada, dice su perfil. Me dejó en visto. Mudo, no sé si realmente le interesó poder contestar a las dudas que genera su sociedad con los hermanos Pini en Unión La Calera, y las sospechas que sus tentáculos estén extendidos en otros clubes como San Luis de Quillota, Audax Italiano y Fernández Vial. Con seguridad el mercado chileno es para él un pelo de la cola.
Mudo, como también se mantiene el representante Fernando Felicevich, quien hasta ahora no ha enfrentado las pruebas exhibidas en el reportaje de Informe Especial, que dan cuenta de su total y absoluto control en Deportes La Serena, y sus estrechos vínculos con Huachipato y la Universidad de Chile.
Mudos siguen también en Azul Azul, pese a la evidencia de que uno de sus exejecutivos apareció pidiendo entradas a la mala para los jefes de la barra. Pero también están los ciegos, y no son pocos. Los que no quieren ver, o por torpeza o por conveniencia.
Este grupito lo encabeza el presidente de la ANFP, Pablo Milad, que dicho sea de paso, también pierde el habla con regularidad. Él se sigue negando a aceptar que el fútbol chileno está en crisis. 48 horas después de emitido el reportaje hicieron circular un comunicado en el que básicamente dicen que todo está en orden y que, según sus registros, en el fútbol chileno no hay multipropiedad.
El papel aguanta mucho, y ellos lo saben muy bien. Impresentable que no hayan dicho ni una sola palabra a la revelación que Daniel Behar, mano derecha de Felicevich, emitió una orden para grabar solapadamente a Yamal Rajab, gerente de ligas de la ANFP. Su colega Diego Karmy, gerente de desarrollo y nuevos proyectos, declaró que, según sus controles, Felicevich no es el dueño del club La Serena. Asunto zanjado para ellos. No nos debemos extrañar. Es la misma institución que hace 8 años declaró que las cuentas de Jadue estaban en orden y claras. Y ya sabemos cómo terminó la historia.
Y finalmente hay muchos sordos. O los que se hacen. En los documentos exhibidos en el reportaje se habla de pagos en negro, contratos ficticios y de armar campañas falsas en redes sociales. Argumento suficiente para que el juez que tiene las pruebas haya iniciado una investigación por oficio, o para que el Servicio de Impuestos Internos al menos se ponga en alerta ante la posibilidad de delitos tributarios.
Así estamos: perdemos en la cancha y fuera de ella. Atrapados entre ciegos, sordos y mudos.