Columna de Fernando A. Tapia: “¿Por qué huyes Michael?”
“Quizás haya sido un acto reflejo de alguien que en verdad, no dirige sino que tan solo administra. Una acción instintiva que podría revelar su auténtico rol en la institución. Tarde o temprano lo sabremos”, dice Fernando Tapia.
La “U” es un equipo sin alma, pero para que exista alma tiene que haber verdad. Eso le dijo Ricardo Abumohor al Presidente de Azul Azul, Michael Clark, la primera vez que se lo encontró cara a cara en un café en Vitacura. El expresidente de O’Higgins y de la ANFP le quiso hacer una sugerencia en buena, si se quiere un consejo de alguien de vasta experiencia en las lides dirigenciales en el fútbol chileno.
Sin decírselo directamente, Abumohor también dejó planteada su duda respecto de quién o quiénes realmente dirigen los destinos del club universitario. Tras amarrar una cuarta derrota consecutiva, la “U” volvió a entrar en crisis deportiva, como ya se ha hecho peligrosamente habitual en los últimos años. La llegada del grupo Sartor a la administración del cuadro azul ha sido, hasta ahora, un completo fracaso. En la cancha y fuera de ella.
Este año parecía que la historia iba a ser diferente, sobre todo luego de una primera rueda en la que incluso el equipo llegó a estar en la punta de la tabla. Pero todo comenzó a desvanecerse rápidamente, justo antes del receso, donde ya hubo señales de la necesidad de reforzar el plantel para aspirar en serio al campeonato. Pero la dirigencia no mostró esa misma hambre, y envió un mensaje de mediocridad, como si se tratara de un equipo chico. En rigor, en eso se ha convertido penosamente la “U”. Un equipo sin alma, como dijo Abumohor, que ha perdido su identidad, su espíritu, que carece de un proyecto definido, al menos deportivamente hablando, y que ha perdido en la cancha una actitud que históricamente los identificó.
¿Qué es la “U” hoy? ¿A quién representa? ¿Significa algo llevar el nombre y símbolos de la casa de estudios? ¿Cuándo será el momento en que quienes realmente toman las decisiones del club den la cara y transparenten sus verdaderas intenciones? Las dudas sobre la propiedad son la base del problema. De ahí surge el conflicto de identidad que el equipo refleja en la cancha. Frente a O’Higgins en el Santa Laura se jugó, otra vez, sin público. De ese otro tema, el de la violencia, ya hemos hablado majaderamente. Y a los dirigentes parece no importarles mucho. Sin hinchas en las tribunas, el Presidente de Azul Azul volvió al estadio.
Pero después del tercer gol Rancagüino abandonó, se fue, escapó. En el mar hay un código de honor: el Capitán debe ser el último abandonar el barco cuando éste está por hundirse. Eso es lo que se espera de alguien que realmente dirige, gobierna y lidera. Michael Clark, el que aparece como Presidente del club, huyó antes de que se concretara el desastre en la cancha.
Quizás haya sido un acto reflejo de alguien que en verdad, no dirige sino que tan solo administra. Una acción instintiva que podría revelar su auténtico rol en la institución. Tarde o temprano lo sabremos.
En el fútbol siempre el hilo se corta por lo más delgado. Hoy es el entrenador el que vuelve a estar en la mira. Su continuidad camina por la cornisa. Pero en un equipo grande, la acción del Michael Clark es sencillamente inaceptable. Podrá tener el dinero y las acciones para controlar a la “U”, pero su huída precipitada del estadio han dejado claro que no posee la autoridad ni el liderazgo para seguir al frente.