Columna de Fernando Tapia: “Estafa Mundial”
“El gran error de Pablo Milad fue el de no sincerar su verdadero peso a nivel internacional, que es igual a cero”, nos dice Fernando Tapia.
El Mundial de 2030 se disputará en Europa y África. La candidatura conjunta de España, Portugal y Marruecos fue designada de una manera muy poco transparente por el Consejo de la FIFA, una instancia de la que participan 37 dirigentes de todas las Confederaciones. La opción de Sudamérica fue apartada de un solo golpe, entregándole a Argentina, Uruguay y Paraguay apenas migajas: un partido a cada uno de un total de 104, es decir, menos del 3% de la competencia.
Para ser claros, el Mundial no se jugará en estas latitudes. A no engañarse con los festejos de los dirigentes de esas Federaciones, ni con el bailecito vergonzoso del Presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez.
Cualquiera con sentido común puede entender que la farsa de los partidos inaugurales en Sudamérica fue la salida política del Presidente de la FIFA para no enemistarse más con nuestro continente, sacrificando un mínimo con el objetivo de asegurar la Copa del Mundo con los socios europeos con los que el máximo organismo del fútbol mantenía una deuda. Porque para entender esta sorpresiva decisión de la FIFA, que pasó por alto compromisos adquiridos, rompiendo sus propias reglas, hay que remontarse al 2 de diciembre de 2010. Ese día, en Zúrich, el otrora Comité Ejecutivo, conformado por 23 dirigentes, decidió en una misma jornada que las sedes de los Mundiales 2018 y 2022 serían Rusia y Catar, respectivamente.
La historia demostró que esas decisiones estuvieron manchadas por la corrupción, la compra de votos a través de coimas y sobornos. Estados Unidos, que postulaba como sede para la Copa de 2022, se tomó su revancha: El Departamento de Justicia y el FBI contragolpearon con el FIFA Gate, que terminó con toda una generación de dirigentes del fútbol procesados y condenados. Las paces recién se firmaron en 2018, cuando la FIFA le entregó a la sede del Mundial de 2026, junto a México y Canadá.
Pero faltaba otra deuda que saldar, porque en la designación de Rusia 2018, los grandes perjudicados habían sido España y Portugal, los que ahora sumaron a Marruecos para asegurar el respaldo del continente africano. En este escenario, no era fácil el mundial en Sudamérica, además de las enormes ventajas de la candidatura europea-africana desde el punto de vista económico y de infraestructura. Los dirigentes de Conmebol vendieron falsas ilusiones. Y Chile cayó en la estafa de socios poco confiables.
El gran error de Pablo Milad fue el de no sincerar su verdadero peso a nivel internacional, que es igual a cero. Hoy más que nunca ha quedado claro que su cargo de Vicepresidente de Conmebol es un título de cartón. Se lo dieron para que se sintiera importante y no haga olas. Apenas para que entregue medallas.
Pero en las decisiones importantes, sólo pesa la opinión de los mismos de siempre. Si el Presidente del Fútbol Chileno tuviera un poquito de dignidad, debiera renunciar a ese cargo. Su viaje a Suiza para entrevistarse con el Presidente de la FIFA, para supuestamente pedir compensaciones, es más de lo mismo de lo que ha apelado en su gestión a la cabeza del fútbol chileno: montajes comunicacionales para intentar reducir el efecto mediático del golpe asestado. Creer que la Copa de 2030 se jugará en Sudamérica es caer en la estafa, la estafa mundial.