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Columna de Fernando Tapia: “Contradicción Mundial”

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Pauta
POR Equipo Radio Pauta |

“El premio de consuelo, luego del ninguneo que sufrimos tras ser marginados groseramente de la candidatura conjunta para el Mundial de 2030, terminó siendo una gran compensación”, nos dice Fernando Agustín Tapia.

Chile será sede del Mundial Sub 20 de 2025. Esto es, sin duda, una muy buena noticia. Por quinta vez en la historia, nuestro país será sede de un torneo FIFA, luego de la Copa del Mundo adulto de 1962, el Mundial juvenil de 1987, el Femenino Sub 20 de 2008 y el Sub 17 de 2015.

Finalmente, el premio de consuelo, luego del ninguneo que sufrimos tras ser marginados groseramente de la candidatura conjunta para el Mundial de 2030, terminó siendo una gran compensación.

Porque, a decir verdad, es mucho mejor organizar un torneo de manera íntegra en vez de las migajas que aceptaron Argentina, Uruguay y Paraguay, que apenas albergarán un solo partido de la Copa, en el que se conmemorarán 100 años del primer campeonato planetario realizado precisamente en Sudamérica.

Los socios de Conmebol se conformaron con poco, aunque el pasaje directo para el Mundial de 2030 es también una buena moneda de cambio. Sin embargo, las formas en cómo se tomaron estas decisiones al más alto nivel debiese preocuparnos, y poner nuevamente una alerta sobre la manera de actuar de los dirigentes de la FIFA.

Liderada por Gianni Infantino, el máximo organismo del fútbol había prometido cambios radicales en los procedimientos que desembocaron en el escándalo más grande la historia, el FIFA Gate, la corrupción que tuvo su origen precisamente en las formas en que la anterior generación de dirigentes designó las sedes de los mundiales a cambio de sobornos, prebendas y coimas.

Chile se ve hoy beneficiado, y nadie parece cuestionar que en rigor no hubo una postulación formal, al menos de la manera tradicional, con cuaderno de cargos, ni mucho menos una competencia transparente con otros países que legítimamente deseaban la organización del Mundial juvenil de 2025.

Lo que hubo fue una designación a dedo del mandamás de la FIFA, respaldado por un consejo del que pocos conocen quiénes lo componen, y que simplemente aceptó palabra de Infantino, que de esa manera resolvió el puzzle que le permitió en apenas un mes, entregarle la Copa del Mundo adulto de 2030 a Europa, a cambio de unas migajas para tres países sudamericanos, y de esta manera, con el pretexto de la alternancia continental de la fiesta futbolera, anunciar casi sobre la marcha la Sede del Mundial de 2034 para Arabia Saudita, que era el objetivo final de esta jugada maestra.

Los reclamos de Chile, aparecieron como una piedra en el zapato, que se resolvió con un premio de consuelo desde la perspectiva de la FIFA, y una muy buena compensación por donde se le mire para nuestro país. Es una contradicción. Es inevitable estar satisfechos con esta oportunidad, aunque el cómo se decidió debiese al menos ponernos un poco colorados. No es la única paradoja.

La noticia llegó justo en momentos en que el Consejo de Presidentes de la ANFP resolvió aumentar el cupo de extranjeros para el torneo profesional, en abierta contramarcha, con la idea de potenciar las oportunidades para los talentos formados en el país. De hecho, la generación que deberá jugar el Mundial, es precisamente la que estuvo paralizada casi dos años luego del estallido social y la pandemia, por decisión del mismo Consejo, con el objetivo de ahorrarse algunos pesos. Una contradicción mundial.