Columna de Fernando Tapia: “2023: lo bueno, lo malo y lo feo”
El periodista Fernando Agustín Tapia, realiza un balance del mundo deportivo este 2023.
Se nos va el año y llega el momento del balance, que en materia deportiva arroja en general una sensación positiva. Es cierto que en general nos dejamos llevar por el fútbol, la disciplina más popular en nuestro país. Pero este 2023 fue muy especial, porque por primera vez en la historia, Chile fue sede de unos juegos Panamericanos y Parapanamericanos. Santiago 2023 nos dejó en la memoria una fiesta inolvidable. Un evento fantástico que bien puede ser considerado el más importante que jamás se haya realizado en nuestro país. Para los cronistas más antiguos, incluso superior a la fiesta futbolística que significó la Copa del Mundo de 1962.
Los juegos nos dejaron imágenes impactantes, como por ejemplo la del Estadio Nacional, repleto en una de las jornadas del atletismo, con miles de familias disfrutando y emocionándose con las competencias. Los recintos repletos en las diferentes jornadas, demostró que en el país es posible organizar espectáculos deportivos, seguros y del más alto nivel. Chile se lució, dentro y fuera de la cancha. Las 79 medallas conquistadas por el Team Nacional -12 de oro, 31 de plata y 36 bronce – significaron la mejor cosecha de todos los tiempos. Un octavo lugar en el medallero Panamericano que significa la actuación más notable en una competencia de esta envergadura.
Lo mismo se puede decir de nuestro Team Paralímpico, que consiguió 51 preseas – 16 de oro, 20 de plata y 15 de bronce – ubicándose en la sexta posición de la clasificación general. Entre octubre y noviembre el país se paralizó gracias al deporte. Las emociones brindadas por nuestros deportistas, y los de todo el continente, cambiaron la temperatura del país, y nos regalaron momentos memorables. Sí, el año deportivo, gracias a Santiago 2023, sólo puede dejarnos buenas sensaciones.
Fuera de la cancha, queda la ratificación que cuando el país se lo propone, con el esfuerzo público y privado, y con dirigentes idóneos, cualquier desafío es posible, incluso soñar con organizar en el futuro unos Juegos Olímpicos, como sugirió el Presidente del COCH, aun cuando haya sido parte de los mensajes diplomáticos que se emiten para halagar al anfitrión de turno. Lo malo y lo feo del 2023, claramente, se lo dejamos al fútbol. Es que, salvo honrosas excepciones, el año es la continuidad de una crisis que se arrastra desde 2015. La competencia local no pudo salir de su mediocridad, y fue torpemente interrumpido como nunca, debido a la desprolijidad de los programadores.
La Selección no levanta cabeza, y terminó el año con un nuevo proceso fallido, ratificado con la salida de Eduardo Berizzo. Chile está hoy fuera de la zona de clasificación para el próximo mundial, pese a los seis cupos y medio que entrega la competencia. Estar allá abajo nos sitúa en una realidad más que preocupante que deberá encarar el próximo entrenador.
Lo feo, qué duda cabe, es que las razones de esta crisis se han ido profundizando, con cada vez más clubes que han caído en manos de representantes de futbolistas, ocasionando un daño tremendo a los proyectados deportivos y al desarrollo de la actividad. Ni hablar de la crisis de transparencia, la multipropiedad, que genera otro daño insalvable: el de la credibilidad que exige toda competencia. Tal como en el balance del año pasado, debemos insistir otra vez: el fútbol debe ser intervenido.