Columna de Fernando Tapia: JJ.OO. 2036 ¿Un sueño posible?
Fue una de los anuncios más comentados de la pasada cuenta pública del Presidente Gabriel Boric ante el Congreso.
Chile iniciará los trámites para postular oficialmente a la organización de los Juegos Olímpicos del año 2036. En rigor la idea fue lanzada por el mismísimo presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, cuando vino a Santiago a la inauguración de los Juegos Panamericanos.
Dijo que como siguiente paso el país debería plantearse desafíos más altos, apuntando precisamente a la realización en el futuro de la más importante cita del deporte.
El éxito alcanzado en Santiago 2023, desde todo punto de vista, dejó en claro que nuestro país cuenta con la capacidad de organizar eventos de gran envergadura, con deportistas capaces de competir y alcanzar logros, y especialmente con una población que respondió colmando los recintos con un entusiasmo que incluso cambió la temperatura social. Fue pura ganancia.
También demostró que hay gente con las competencias necesarias para asumir la responsabilidad de la organización, a pesar de las vicisitudes y complicaciones que surgieron en el camino.
Ahora bien, el desafío de ser sede de unos Juegos Olímpicos supera con creces la exigencia de unos Panamericanos. Son palabras mayores. Si en Santiago 2023 el costo fue de aproximadamente 800 millones de dólares, esa cifra debería multiplicarse varias veces para pensar en una candidatura seria.
Por eso se habla de la necesidad de una política de estado, que no puede estar amarrada a un gobierno de turno. Ahora bien, hay que hablar con realismo.
La competencia para adjudicarse la sede de los Juegos de 2036 está cuesta arriba. Hay ciudades que nos llevan años de ventaja. Doha, capital de Catar, es la gran favorita. Dinero allí sobra, y además está favorecida por una regla no escrita relacionada con la alternancia continental para las sedes del gran evento.
Europa este año, con Paris como sede, primero. Luego será Los Ángeles 2028, en Estados Unidos, en el continente Americano. Y posteriormente los Juegos irán a Oceanía, cuando en 2032 la ciudad de Brisbane en Australia albergue la cita de los cinco anillos. Por eso, por estar en Asia, además de los petrodólares, Doha en Catar aparece con ventaja para la postulación del año 2036.
Sin mencionar que hay otras importantes ciudades que también aspiran seriamente: Estambul en Turquía; Varsovia en Polonia; la India con Bombay; y también la ciudad de Nusantara, que Indonesia ha comenzado a construir como su nueva capital política y administrativa. Pero nada nos debe impedir soñar. Desde ya la sola postulación es ganancia, porque instala el nombre de Chile a nivel internacional, y el país se pone una meta exigente de la que se pueden anticipar grandes dividendos.
De partida por fin el deporte apareció con gran protagonismo en una cuenta pública presidencial. Eso debiera ser celebrado por todos los actores de la actividad. Y también porque, tal como dijo el presidente del Comité Olímpico de Chile (COCH), Miguel Ángel Mujica, no tiene sentido aspirar a recibir unos juegos sin prepararnos deportivamente.
Un atleta de élite no se construye de la noche a la mañana, ni en cinco años, que es lo podría demorar levantar un estadio nuevo con estándares olímpicos. Si el anuncio del Presidente Boric va en serio deberíamos verlo reflejado ya en la próxima ley de presupuesto, con más recursos para el deporte. Sólo allí despejaremos si la idea lanzada ante el Congreso se sustenta en hechos concretos, o simplemente presenciamos un lindo saludo a la bandera.