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Columna de Fernando Tapia: “La ilusión recuperada”

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Agencia Uno / Radio Pauta
POR Santiago Parro |

“Gareca vino con una misión prioritaria: clasificar a Chile al próximo mundial. La sensación que nos queda hasta ahora es que en apenas tres partidos de preparación, Chile ya se despegó de rivales directos en esa batalla”, dice Fernando Agustín Tapia.

Tres partidos bastaron. Los dos de la gira de marzo, con victoria ante Albania y la derrota ante Francia; y el triunfo de esta semana ante Paraguay, en la antesala de la Copa América. Tres partidos para ratificar lo importante que puede ser el impacto de un entrenador en un equipo.

El argentino Ricardo Gareca no necesitó de tiempo de adaptación para imponer su impronta en la Selección Chilena, y borrar el ambiente de pesimismo que rodeaba a la Roja desde hacía años.

Sí, muchos años. Porque el equipo de todos venía en un declive pronunciado desde el año 2017, cuando después de disputar la final de la Copa Confederaciones, fracasó rotundamente al quedar fuera del Mundial de Rusia. Y luego de la Copa del Mundo de Catar.

Por la cabina técnica pasaron Reinaldo Rueda, Martín Lasarte y Eduardo Berizzo. Salvo chispazos en uno que otro partido, ninguno tuvo la capacidad de romper la dinámica negativa que envolvió al equipo.

El camarín no ayudó mucho, con la continuación en el tiempo de situaciones que se salieron de control y que fueron ocultados bajo el pretexto de los códigos del silencio del fútbol. En la actual clasificatoria el panorama se presentaba otra vez oscuro, lo que obligó a la dirigencia a jugarse una última carta. Gareca ya había estado en el radar de la Federación en el verano de 2016, tras la caótica salida de Jorge Sampaoli.

Entonces se optó por evitar un conflicto con los peruanos, donde el entrenador tuvo éxitos históricos, y las gestiones simplemente quedaron en las ideas de algunos directores. Pero ahora el “Tigre” estaba libre, y dispuesto al desafío de reencauzar el camino de la Selección Chilena.

En medio de la crisis económica que atraviesa la ANFP, se hizo una apuesta por el todo o nada. Y las primeras señales son alentadoras. Con pragmatismo, Gareca ha impuesto su autoridad, tomando decisiones polémicas como las exclusiones de Vidal y Medel, o el retorno a la convocatoria de dos que parecían haber estado definitivamente alejados, como Vargas e Isla.

En la cancha, rápidamente, hemos visto funcionamiento, algo de lo que carecía la Selección en todo este tiempo. Y a partir del juego asociado, volvieron los goles, otro de los males que arrastraba el equipo.

Hasta ahora son ocho en tres partidos, un promedio que llama al optimismo. El triunfo ante Paraguay, por lo holgado en el marcador y en el juego, cambió la expectativa de cara a la próxima Copa América. Pero no podemos perder el foco.

Gareca vino con una misión prioritaria: clasificar a Chile al próximo mundial. La sensación que nos queda hasta ahora es que en apenas tres partidos de preparación, Chile ya se despegó de rivales directos en esa batalla. Lo bueno es que en la próxima cita continental tendrá más partidos para seguir consolidando al equipo y la idea.

Es cierto que una vez que se inicie la Copa, la exigencia del resultado surgirá espontánea. Es natural y también parte del juego. No hay proceso que se sostenga sin resultados, y aunque la prioridad está puesta en las clasificatoria, en Estados Unidos también habrá mucho en juego. La buena noticia es que ya hay una ganancia, y que no es poca cosa. Con Gareca en la banca Chile recuperó la ilusión. Hay argumentos para volver a creer.