Columna de Fernando Tapia: “Más de algo huele mal”
“El equipo estuvo lejos de lo que prometió en los amistosos”, sostuvo Fernando Tapia, pero aclaró que “los arbitrajes en Copa América han sido un desastre”.
La semana futbolística nos dejó tres hechos en que la necesaria trasparencia quedó en entredicho. Situaciones turbias, grises y sospechosas que han golpeado la credibilidad de las competencias. Ciertamente que lo más comentado ha sido la dolorosa e inesperada eliminación de Chile en Copa América. Antes que cualquier consideración, habrá que decir que el primer y principal responsable del fracaso deportivo es la propia Selección Nacional.
El equipo estuvo lejos de lo que prometió en los amistosos, y se marchó del torneo sin ganar un solo partido y sin anotar goles. Un desastre por donde se le mire. Sin embargo, también es cierto que los arbitrajes condicionaron los encuentros de La Roja.
Lo más escandaloso ocurrió en el decisivo duelo con Canadá, donde el juez colombiano Wilmar Roldán y su equipo arbitral simplemente renunciaron a impartir justicia, desestimando la expulsión de un jugador canadiense pese a todas las evidencias. Lo mismo había ocurrido contra Argentina y el futbolista Rodrigo de Paul, y su planchazo que merecía roja directa.
Por ahora sólo podemos constatar que los arbitrajes en Copa América han sido un desastre y que el sistema VAR utilizado en Estados Unidos dista mucho del nivel que observamos en la Eurocopa. Chile fue perjudicado, eso es verdad.
¿Con intención? Difícil afirmarlo. Se levantan teorías con el soplonaje de Jadue en el Fifa Gate, aunque de eso ya pasó mucho tiempo. Suponiendo que hay una vendetta, y siempre en el plano de la especulación, se podría pensar con más asidero de una revancha por la denuncia de Chile contra Ecuador por la mala inscripción del jugador Byron Castillo, que puso nada menos que entredicho el sorteo del último mundial, y que claramente incomodó a Conmebol y la propia FIFA.
Tarde o temprano esas cuentas te las cobran, aunque ya nos habían hecho pagar un alto precio excluyéndonos de la organización del Mundial de 2030. Como sea, la Copa América nos dejó una sensación de decepción por el paupérrimo rendimiento deportivo, y de despojo por las decisiones arbitrales. Una sentimiento de injusticia que la propia Federación de Fútbol de Chile ha generado en la comunidad Magallánica con la eliminación por secretaría del club amateur Presidente Ibáñez, y su frustrado partido con Huachipato por Copa Chile.
Es impresentable que las condiciones climáticas hayan justificado tamaña tropelía, vulnerando de paso las bases del torneo y, especialmente, su sentido más intrínseco que es, supuestamente, el ser un campeonato que incorpora a todo el territorio nacional y alienta la descentralización del fútbol. No reparar este grosero atropello nos debería hacer hablar de la Copa “Chiste”. Uno malo, ciertamente, como es la sospecha que ha raído sobre las causas del exponencial aumento de tarjetas amarillas en el campeonato de Primera División, el promedio más alto de los últimos cinco años. ¿Están las apuestas detrás de todo esto? El fenómeno, que pone a los árbitros en la mira, y en entredicho la transparencia y la integridad del deporte, ya se ha constatado en varios países. ¿Por qué tendríamos que estar a salvo de estas mafias? La Fiscalía lo investiga, y en la Cámara de Diputados se anunció una comisión investigadora. Más de algo huele mal.