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Columna de Fernando Tapia: El llanto y el escritorio

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POR Equipo Radio Pauta |

Estamos en una época “en que los partidos también se juegan fuera de la cancha, donde jugadores, técnicos y dirigentes se muestran menos discretos, juiciosos y prudentes a la hora de lanzar una declaración que tiene por objeto echar presión sobre la organización”, afirma Fernando Agustín Tapia.

Recién superamos la mitad de la temporada futbolística, lejos aún de la etapa de las grandes definiciones, y todo indica que se adelantó la temporada del llanto y del escritorio. Prácticas viejas en el fútbol pero que en Chile se han hecho muy malas costumbres y que, además, ahora, surgen demasiado pronto en el año.

Hablamos del tiempo en que los partidos también se juegan fuera de la cancha, donde jugadores, técnicos y dirigentes se muestran menos discretos, juiciosos y prudentes a la hora de lanzar una declaración que tiene por objeto echar presión sobre la organización.

También de acciones administrativas de abogados contratados especialmente por clubes complicados con el descenso, y que recurren al libro negro de las faltas que pueden implicar la sanción de alguna otra institución de tal manera que el equipo denunciante evite la pérdida de la categoría, y con ello el acceso al suculento cheque por los derechos de televisión.

Es la etapa del “todo vale”, desde presionar por la programación, por los arbitrajes, hasta en los tribunales disciplinarios. Cada detalle puede ser determinante. Los partidos se juegan a través de los medios de comunicación o incluso las redes sociales con el afán de influir en esos aspectos extra futbolísticos.

La última semana estuvo marcada por las declaraciones del entrenador de Universidad Católica, Tiago Nunes, que sugirió un trato discriminatorio en contra de su equipo en relación, por ejemplo, la “U” y Colo Colo. No le gustó que el Comité de Árbitros expusiera el error en el penal no cobrado a Ñublense y que favoreció a su equipo.

También se quejó de las programaciones. “El que no llora no mama”, dice el tango “cambalache”. La ANFP acomodó el horario del partido de los cruzados ante Cobresal en El Salvador. El mismo camino ha seguido el entrenador de Colo Colo, Jorge Almirón.

Luego del pálido empate en el superclásico con la “U”, se quejó de la poca ayuda de la ANFP para su equipo en medio de la participación de los albos en Copa Libertadores. Pero lo peor ocurre en la Primera B donde Unión San Felipe, colista absoluto de la categoría, no ha escatimado recursos legales ni reclamos públicos para rastrear los errores y faltas administrativas en Curicó Unido y Barnechea, buscando en el fondo alguna sanción que implique anular por defecto un descenso que deportivamente parece sentenciado.

Las normas están para respetarlas, eso no se discute. Pero llama la atención que una vez más el fútbol escritorio pueda definir lo que debiera sentenciarse en la cancha. Para variar el que está fallando es el ente fiscalizador, que es la ANFP, cuya directiva, encabezada por Pablo Milad, prometió poner fin a las definiciones de pasillo.

En el caso de la Primera B, el equipo que está en riesgo deportivo de descender no es cualquiera. Su controlador es nada menos que Raúl Delgado, un actor relevante tras bambalinas en el Consejo de Presidentes. Un poder fáctico que ha hecho alianzas con los equipos cuya propiedad están bajo sospechas de haber caído en manos de representantes de futbolistas.

Un hábil negociador con varios años en el fútbol chileno, y que estuvo bajo investigación de la justicia argentina por las triangulación de pases de futbolistas. Recién es Agosto, pero ¡ojo! Se adelantó la temporada del llanto y el escritorio.