Columna de Fernando Tapia: “Por la puerta de atrás”
“Maximiliano Falcón, el famoso “Peluca”, consiguió su objetivo de forzar su salida del club, a pesar de tener contrato vigente. Irá a jugar al Inter de Miami, el equipo de Messi y de Suárez”, afirmó Fernando Agustín Tapia.
Como final de teleserie. Con lágrimas y pidiendo perdón por el amor traicionado. Así terminó el culebrón del verano en Colo Colo, protagonizado por uno de los jugadores más queridos por los hinchas, hasta antes de su acto de rebeldía.
Maximiliano Falcón, el famoso “Peluca”, consiguió su objetivo de forzar su salida del club, a pesar de tener contrato vigente. Irá a jugar al Inter de Miami, el equipo de Messi y de Suárez, y dejará a cambio un suculento cheque de US$ 2,5 millones en las arcas del cacique.
Si se mira fríamente, un buen negocio para el cuadro albo, que en 2020 pagó US$ 600 mil por su pase. No es fácil sostener el amor por la camiseta en los tiempos modernos del fútbol, donde hace rato el negocio y el dinero direccionan prácticamente todas las decisiones de los principales actores de la industria.
Para alcanzar un objetivo, especialmente económico, se utilizan todas las herramientas disponibles, incluyendo las comunicacionales. En este caso se habló de promesas incumplidas por parte de la directiva y, también, de supuestas exigencias del jugador por elevar su salario. Nada de eso fue verdad. Las partes interesadas utilizan a los medios de comunicación para instalar narrativas a conveniencia.
Lo que había era una oferta que le hicieron brillar los ojos al defensa, pero que resolvió de la peor manera. Falcón decidió dar una entrevista a la cadena TNT apenas horas después de haber alcanzado un acuerdo de salida. El objetivo fue enfrentar la feroz crítica de los hinchas, que le demostraron su rechazo directamente en sus redes sociales.
¿Fueron lágrimas y sentimientos sinceros? Sólo el jugador lo sabe, y estará en los hinchas creer o no. Porque en el caso del defensa uruguayo, cuyo aporte en estos años es incuestionable, cruzó el límite permitido al abandonar sus obligaciones profesionales, ausentándose de la pretemporada, con lo que le faltó el respeto a todos los estamentos institucionales, incluyendo a sus ex compañeros.
Con la misma sinceridad con la que se confesó derramando algunas lágrimas, pudo haberse presentado el primer día de trabajo, y hacer ver que la oportunidad que se le aparecía era imposible de rechazar, y quizás el propio Mosa, siempre cercano al plantel, lo hubiese entendido sin tener que ocasionar un terremoto interno, ni mucho menos echar por la borda el cariño de la gente que acumuló con justicia en sus casi cinco años en Colo Colo.
Nadie podría culparlo de querer ir a jugar junto a Messi y al ídolo uruguayo Suárez, ni mucho menos de aspirar a un mejor contrato. El problema fue la forma, y en la perspectiva de los hinchas, traicionar un amor declarado a los cuatro vientos. Porque este caso es lo más cercano a la decepción amorosa.
El desencanto, el desengaño de alguien que juró fidelidad eterna a una camiseta. No es el primero ni será el último que lo hace. El fútbol está lleno de ejemplos, sobretodo en los tiempos que corren. El hincha puede perdonar, pero difícilmente olvida. Lo mueve la pasión, y allí por mucho que la decisión del futbolista tenga una lógica económica, no hay manera de que entre la razón.
Maximiliano Falcón está en su derecho de querer dar un salto económico y deportivo en su carrera. Pero debe aceptar la crítica por su decisión de marcharse por la puerta de atrás.