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Columna de Fernando Tapia: “Una semana de escándalos”

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POR Equipo Radio Pauta |

“En menos de siete días el fútbol chileno y Sudamericano nos ofrecieron cuatro situaciones que compiten mano a mano para ser consideradas como el escándalo de la semana”, sostiene Fernando Agustín Tapia.

Es increíble. En menos de siete días el fútbol chileno y Sudamericano nos ofrecieron cuatro situaciones que compiten mano a mano para ser consideradas como el escándalo de la semana, tal como ocurre con la reflotada farándula nacional.

Sin duda uno de los hechos más comentados ha sido la vulgar, grosera y ordinaria pelea en el seno del directorio de Blanco y Negro, con acusaciones de golpes e improperios y que terminaron con el Presidente de Colo Colo, Aníbal Mosa, saliendo de una clínica privada en silla de ruedas, con bota y cuello ortopédicos, emulando una célebre imagen de Kenita Larraín.

Más allá de la exagerada puesta en escena protagonizada por el mandamás del club albo, la airada discusión en el seno de la dirigencia sirvió para retratar claramente las profundas divisiones internas con las que ha tenido que convivir la institución más popular del país,  esa lucha permanente por el poder entre dos grupos dominantes que no trepidan en hacerse zancadillas ni mucho menos mentir públicamente, con tal de llevar agua sus propios molinos, sin importar el daño que provocan a Colo Colo.

El año del festejo centenario ha sido manchado por la actitud de sus dirigentes, los que claramente no están a la altura del cargo. Está claro, ninguno de ellos merece estar a la cabeza del club. Cuando no se apagaban los ecos de este escándalo, vino lo de Iquique.

Delincuentes disfrazados de hinchas invadieron el campo cuando el equipo nortino sufría una nueva derrota en el torneo ante Unión Española. Ingresaron a la cancha como Pedro por su casa, sin resistencia de la menguada seguridad privada, amenazaron a los jugadores y se fueron cuando decidieron que su objetivo estaba cumplido.

Lo más grave aquí fue la total impunidad de la acción de los agresores. Para variar no hubo detenidos, y la fuerza pública brilló por su ausencia. El fútbol chileno sometido a la voluntad de una minoría violenta, que se cree dueña del espectáculo. Penoso, como la consecuencia que trajo: la familia Rossi decidió poner a la venta del club, con el riesgo de que una nueva institución quede en manos de los mismos que ya controlan buena parte de la actividad en Chile.

Feo fue también lo que se vio en el sorteo de la Copa Libertadores en Luque, Paraguay. El Presidente de Azul Azul, Michael Clark, presionado por querellas y cuestionado por los entes reguladores por la forma en que se hizo del control del club Universidad de Chile, viajó encabezando la delegación con el claro objetivo de mejorar su imagen, a días de anunciar la oferta pública de acciones (OPA) con la que pretende enmendar el procedimiento cuestionado por la comisión para el mercado financiero (CMF).

A diferencia de Mosa, que invitó a la ceremonia al técnico Jorge Almirón, Clark dejó en Chile a Gustavo Álvarez; tampoco viajó el director deportivo. Quien si formaba parte de la comitiva azul fue Mauricio Etcheverry, la mano derecha de Sergio Jadue, cuya labor de asesoría jamás ha sido explicada con precisión en la “U”.

Buena manera de mostrar la hilacha. Y para cerrar está la inapropiada declaración del Presidente de Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez. Fue a propósito del racismo que han denunciado equipos brasileños en las competencias sudamericanas. La presidenta del Palmeiras sugirió la idea de mudarse a Concacaf de proseguir los desgraciados hechos.

Sin libreto aprendido, y consultado en zona mixta por un periodista sobre si imaginaba una Copa Libertadores sin clubes de Brasil, dijo: “eso sería como Tarzán sin su chita”.

Desafortunada declaración que recorrió el mundo y que obligó a una larga disculpa pública en un comunicado. Una semana de escándalos. Arme usted el podio.


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