Columna de Fernando Tapia: “¡Que se vayan todos!”

“El rendimiento del equipo de todos es el fiel reflejo de la crisis terminal en la que está hundido el fútbol chileno”, sostiene Fernando Agustín Tapia.
El empate con Ecuador terminó por sepultar la ilusión de los pocos que aún mantenían una mínima esperanza. Hay que asumirlo de una buena vez: Chile está fuera del Mundial. No vale la pena seguir mirando la tabla y sacando cálculos.
En las clasificatorias más accesibles de la historia, con seis cupos y medio para diez países, la Selección se quedará fuera, transformando este proceso en uno de los papelones más vergonzosos de todos los tiempos.
El rendimiento del equipo de todos es el fiel reflejo de la crisis terminal en la que está hundido el fútbol chileno. Nada es casual. Hoy el rostro del fracaso los personaliza el técnico Ricardo Gareca.
Lo del argentino, que llegó con un claro respaldo de todo el medio, ha sido una completa y total decepción. Jamás se le vio completamente comprometido con el proyecto, y la desidia, la flojera, el poco trabajo con el que encaró su cargo, dejan la impresión que simplemente vino a Chile a pasar de una temporada de vacaciones muy bien pagadas.
En rigor debió abandonar el puesto tras la humillante derrota ante Bolivia en el Nacional. Obviamente que es el primero que debiera salir en este momento, aunque es válido preguntarse si vale la pena regalarle la millonaria indemnización que esto implica, además de evitarle la obligación de asumir su cuota responsabilidad en todo este fiasco.
Por dignidad, si es que la tiene, debiera renunciar. Pero a no equivocarse. Gareca es responsable, aunque no el más importante ni mucho menos el único. Ya van tres procesos consecutivos que terminan con Chile eliminado del Mundial.
En diez años pasamos de Bicampeones de América a ser el hazmerreír del continente. Antes que Gareca también fracasaron Berizzo, Lasarte, Rueda y Pizzi. El patrón común en todo este tiempo ha sido una base de jugadores que se ha repetido y, especialmente, un dirigente que ha convivido con todos ellos: el señor Pablo Milad.
Faltarían hojas para describir la larga lista errores que ha cometido, así como la descripción de los problemas estructurales que hoy tienen al fútbol chileno en su peor momento. Pero en resumidas cuentas hay un problema grave de conducción y liderazgo que hacen inviable la continuidad del actual Presidente de la ANFP y la Federación.
La renuncia de Milad es hoy más necesaria que nunca. No está claro si tiene algún grado de decoro para materializarla. Pero lo suyo no da para más. La mala noticia es que eso tampoco es suficiente. El tumor está incubado en el Consejo de Presidentes, los que finalmente han mantenido en el cargo a un inoperante, porque a fin de cuentas les es funcional.
El fútbol chileno necesita cambios profundos y radicales que superan la elección de un nuevo Presidente o un nuevo entrenador para la Selección. Hoy el resultado que nos deja fuera de un Mundial provoca rabia, tristeza y frustración.
Reducir todo el análisis a lo que sucedió en la cancha es quedar corto. Es urgente arrebatarle el control de la actividad a los representantes de futbolistas y especuladores financieros que se han hecho dueños de los clubes, y que han dinamitado los proyectos deportivos, aprovechándose de los vacíos que dejó la ley de sociedades anónimas deportivas que ya cumple 20 años de vigencia.
Para bien o para mal, esa batalla está hoy en el Congreso con el proyecto de reforma. No es la solución definitiva ni mucho menos la pócima mágica, pero es lo que tenemos para aferrarnos a una posibilidad de cambio necesario y urgente.
Si en el fútbol chileno hubiese algo de decencia, honra y respeto, hoy mismo deberían estar fuera Gareca y Milad. Pero también todo el directorio de la Federación.
Sí, todos deberían dar un paso al costado, incluyendo luego varios de los mandantes finales, hoy parapetados en el semi anonimato del Consejo de Presidentes. ¡Que se vayan todos!.