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Columna de Fernando Tapia: “Estadio inseguro”

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Pauta
POR Equipo Radio Pauta |

“El fútbol pasó todos los límites. Ya no se trata de sensación de inseguridad o miedo al concurrir a un estadio; ahora se constata que es posible regresar en un cajón”, dice Fernando Tapia.

La tragedia del Monumental, que dejó dos víctimas fatales, además de un partido cancelado tras la irrupción de delincuentes en el campo de juego, es la sentencia final para 30 años de políticas y estrategias que buscaban poner freno a la violencia en los recintos deportivos. Tres décadas de fracasos, que nos dejan casi en el punto de partida o quizás peor, considerando la incorporación del crimen organizado y grupos vinculados al narcotráfico en las barras bravas. La muertes de dos hinchas, con la participación de un carro lanza gases de Carabineros, debe ser aclarada.

El fútbol pasó todos los límites. Ya no se trata de sensación de inseguridad o miedo al concurrir a un estadio; ahora se constata que es posible regresar en un cajón. Tras los hechos, que provocaron conmoción nacional, el gobierno a través del nuevo Ministro de Seguridad, se animó por fin a calificar a los grupos que actúan con violencia camuflados como hinchas, como integrantes del crimen organizado. Y cerró definitivamente el departamento de Estadio Seguro, una instancia de coordinación surgida con buenas intenciones, que tenia como objetivo proponer estrategias de carácter técnico para enfrentar la violencia en los espectáculos deportivos, pero que a poco andar se transformó en una oficina pagadora de favores políticos de gobiernos de distintos colores. Lo que ha venido después es una película que ya hemos visto. Múltiples reuniones de emergencia para enfrentar la crisis, vocerías, opiniones y debates de políticos, dirigentes y actores de la industria.  Tal como hace 30 años. Para peor, en un año electoral, nos llenamos de nuevas recetas.

El diagnóstico está más que claro. No vale la pena seguir perdiendo el tiempo, es momento de replantearse todo y actuar. No podemos esperar, ni mucho menos exigirle a los clubes, que eliminen la violencia que está instalada en la sociedad chilena, pero si que al menos la puedan excluir de los estadios. Eso fue lo que hizo Inglaterra tras las tragedias de Heysel, en 1985, y de Hillsborough en 1989. Más de un centenar de muertos empujaron a la instalación de una política de Estado en la que se usó básicamente dos fórmulas: sanciones fuertes y efectivas para los violentistas, y una agresiva inversión en seguridad y control en los estadios.

Los ingleses no eliminaron la violencia, pero si fueron exitosos para alejar a los hooligans de los recintos deportivos. Provoca rabia y frustración que tres días después de lo ocurrido en el Monumental, las autoridades del fútbol señalaron que, ahora si, es posible ejecutar un registro nacional de hinchas que permitan filtrar a los delincuentes; que ahora si se inicia un plan de identificación biométrica; y que ahora si, fue posible identificar, con RUT incluidos, a una veintena de antisociales que irrumpieron en la cancha del Monumental, provocando la cancelación de un partido, con las consecuencias deportivas que ello traerá, en este caso, para Colo Colo en Copa Libertadores. Es decir, siempre se pudo avanzar más, pero la desidia, la falta de voluntad y valentía, y también una sospechosa complicidad con las barras bravas, nos han llevado al estar peor que hace 30 años. Es urgente una política de choque que pasa por obligar a la ANFP y a los clubes a invertir en seguridad, cortando todo vínculo con lo grupos criminales enquistados en las barras, y por parte del Estado asegurar sanciones más duras y aplicadas con eficiencia.