América Latina se encamina a otra década perdida (o quizás algo peor que eso)
El FMI calcula que dada la recesión y la baja velocidad de la recuperación, el PIB per cápita de 2025 de la región sería el mismo que el de 2015,
La economía de América Latina ya estaba retrocediendo cuando llegó el coronavirus. Ahora corre el riesgo de perder toda una década, y hacer que sus frágiles democracias se acerquen aún más a sus puntos de inflexión.
Como la mayoría del mundo, la región se prepara para la recesión más profunda en su historia moderna. Bank of America espera una caída de 4,4% en la producción de este año a medida que se propaga la epidemia.
Pero lo que distingue a América Latina es que los ingresos ya han estado disminuyendo durante años, en parte debido a los precios más bajos de los productos básicos. Mientras tanto, la creciente deuda ha dejado a los gobiernos sin las herramientas de estímulo a las que han recurrido sus pares del mundo desarrollado. Y proteger trabajos es mucho más difícil de todos modos, porque más de la mitad de la fuerza laboral latina es informal.
El resultado puede ser, literalmente, una década perdida, según Alejandro Werner, director para el hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional. Dada la recesión y la potencial velocidad de la recuperación, el PIB per cápita en América Latina no habrá crecido nada para 2025 en comparación con los niveles de 2015, dijo.
Todo de golpe
Es probable que las proyecciones del FMI que se darán a conocer la próxima semana muestren la recesión más profunda que se haya registrado. Es posible que países específicos hayan registrado peores cifras en algún momento, “pero nunca ha existido un año en el que todos los países sufran una profunda contracción”.
Si el patrón de América Latina se mantiene, es probable que se traduzca en más problemas en las calles y tal vez, incluso, una amenaza para la democracia.
La región más desigual y violenta del mundo se ha visto impactada por protestas en el último año, que han afectado incluso a países históricamente estables, como Chile. Las pobres economías han impulsado bruscos cambios en la política de izquierda y derecha. Y si los líderes tienen dificultades para proteger a los ciudadanos vulnerables de la pandemia, la fe en el sistema puede decaer aún más.
“Se corre el riesgo de tener una epidemia, una crisis económica, una crisis social y una crisis política, todo al mismo tiempo”, señaló Mónica de Bolle, miembro senior del Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington.
Homicidios en las ciudades
Muchos países ya están sufriendo una mezcla de lo anterior.
Argentina y Ecuador están al borde del incumplimiento. La economía de Venezuela colapsó hace años con una hiperinflación, provocando un éxodo de millones de refugiados, algunos de los cuales ahora se ven obligados a regresar por la epidemia. El desempleo en Brasil acaba de registrar su cuarto año consecutivo por encima de 10% y su ministro de Economía, Paulo Guedes, comparó la pandemia con ser impactado por un “meteorito”.
La violencia abunda: de las 50 ciudades a nivel mundial con las tasas de homicidios más altas, América Latina alberga 43 de ellas. Una guerra contra el narcotráfico en México impulsó los homicidios a niveles récord el año pasado.
Y el virus está pegando especialmente fuerte en países que sufrieron los disturbios más graves el año pasado, como Chile y Ecuador. En este último, que tiene una de las tasas de contagio per cápita más altas del continente, los cuerpos están siendo recogidos de las calles.
Los bancos centrales de América Latina han respondido como sus pares globales, recortando las tasas de interés para apuntalar sus economías. En términos de una respuesta presupuestaria, la región tuvo más margen durante la crisis financiera de 2008 que ahora: su relación deuda/PIB ha aumentado a casi 70% desde el cerca de 45% de hace una década.
Todo lo que queda
El desafío de llevar efectivo a los hogares se ve agravado por la envergadura de la economía informal, que representa cerca de 140 millones de personas, o más de la mitad de la fuerza laboral, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
“La informalidad económica, combinada con una red de seguridad social muy reducida, significa que esto va a ser muy duro”, indicó Arturo Porzecanski, profesor de economía de la American University.
But about 60% of Mexico’s workforce is considered part of the ‘informal economy’ and, as @riostlorena reports, some elderly members of this group will never see this benefit and continue to work
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No obstante, algunos gobiernos están intentando transferencias de efectivo para alentar a las personas a quedarse en casa. Brasil planea entregar 600 reales (US$ 114) a trabajadores informales durante los próximos tres meses, y Perú y Argentina están implementando planes similares.
Sin embargo, México ha quedado rezagado, debido a que el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que no se necesita ayuda fiscal significativa. Mientras tanto, es probable que el virus disminuya las remesas de efectivo de expatriados que trabajan en países ricos como Estados Unidos. Las remesas son un salvavidas para las familias más pobres en lugares como Guatemala, Venezuela o México.
En la mayoría de los países de la región, hay precedentes de agitación social tras recesiones económicas.
En las últimas décadas, impactos externos han eliminado empleos, han impulsado movimientos populistas y han llevado a la pobreza a millones de latinoamericanos. Las recientes crisis en Venezuela y Argentina, por ejemplo, son parte de un patrón más amplio: ambos países han pasado más de una cuarta parte de los años transcurridos desde 1950 en recesión.
Y ahora que las perspectivas económicas se están deteriorando rápidamente, es posible que los disturbios de los últimos meses auguren un futuro peor. Desempleo y quiebras a gran escala conducirían a “una crisis social”, dijo Eduardo Levy-Yeyati, director de la consultora con sede en Buenos Aires Elypsis.
Señaló que existe el peligro de que las protestas resurjan con más fuerza cuando el miedo a la pandemia se disipe, y todo lo que quedará es la recesión.