Rolf Lüders advierte sobre los riesgos de rescatar empresas con compra estatal de acciones
El exministro de Hacienda apoya inyectar liquidez mediante garantías estatales, y cree que el BC podría comprar bonos del Fisco.
Desde su experiencia como biministro de Hacienda y de Economía entre 1982-1983, cargos desde los que lideró las medidas para enfrentar la crisis de la deuda y la intervención de la banca, el economista Rolf Lüders considera que aunque aquella situación fue totalmente distinta de la actual, “hay algunas lecciones que se pueden aprender”.
El también profesor titular del Instituto de Economía de la Universidad Católica explica que si bien ambas crisis fueron provocadas por eventos exógenos que afectaron la producción local, “Chile tomó entonces las medidas –hoy parte de los paquetes estándar- necesarias para primero mitigar y luego resolver la crisis, entre ellas la inyección de liquidez y el apoyo adecuado a las empresas”.
A su juicio, esas medidas “fueron determinantes en la relativamente rápida y perdurable recuperación de la economía chilena de entonces y lo pueden ser ahora también”. En esta entrevista -realizada a través de correo electrónico-, el economista aborda las complejas decisiones que están sobre la mesa para asegurar que el impacto transitorio de la crisis sanitaria no genere daños permanentes en la actividad.
-Para lograr que la economía rebote tras la previsible caída de la actividad, es necesario que las empresas se mantengan viables. ¿Proveer liquidez es la principal tarea del Estado y la banca en estos momentos?
“La buena salud de las empresas -públicas o privadas- es una condición necesaria para toda economía exitosa. Las empresas son instituciones muy delicadas y su creación es un proceso que normalmente requiere de años de arduos esfuerzos. No obstante, su destrucción, por ejemplo como consecuencia de una crisis, puede ser muy rápida y tener un significativo impacto negativo duradero sobre la masa salarial y la riqueza de los países”.
“Es por eso que las empresas viables –aquellas con flujos de caja esperados a mediano y largo plazo positivos- deben ser cuidadas, lo que no significa que deben ser subsidiadas. Y en épocas de crisis como la actual, generalmente basta con asegurar que tengan la liquidez necesaria para hacer frente a sus compromisos”.
-¿Cuáles son los mecanismos que se podrían usar para “rescatar” a empresas afectadas?
“Hay muchas formas en que se puede evitar que las empresas vayan a la quiebra. En un extremo está la nacionalización parcial de las empresas con problemas. Y en el otro está, por ejemplo, el otorgamiento de una garantía parcial del Gobierno a la renovación o ampliación de los créditos que las instituciones financieras les han otorgado o les extiendan”.
“Por mi experiencia en 1982, no esperaría mucho de la persuasión moral y tengo una preferencia por el mecanismo de respaldo parcial oficial a los créditos. Son las instituciones financieras que otorguen esas extensiones de créditos –corriendo con parte de los riesgos- las que tienen la pericia en la materia y sabrán cómo optimizar los montos e instrumentos específicos a usar en cada caso”.
-Una crítica política que se ha escuchado sobre eventuales rescates es que “se socializan pérdidas y se privatizan ganancias”. ¿Comparte esa mirada?
“Claro. Lo que hay que evitar es que los dueños de las empresas se queden con las utilidades que normalmente estas generan, pero que sea ‘Moya’ que los tenga que rescatar en los años de crisis. Eso no solo es injusto, sino además produce riesgo moral; es decir, incentiva la toma de riesgos empresariales mayores a los óptimos. Por ejemplo, un endeudamiento excesivo de las empresas”.
“En cambio, si -en el caso de las empresas mayores- el rescate es a las empresas y no a sus dueños, como se hizo en Chile en 1982, no hay riesgo moral. En efecto, en Chile el empresariado aprendió la lección y no hemos sufrido desde entonces crisis financiera alguna”.
-El exministro de Hacienda Andrés Velasco planteó la opción de que el Estado compre paquetes accionarios de empresas en problemas, para obtener ganancias en la recuperación. ¿Qué opina?
“La compra de acciones emitidas por las empresas con problemas financieros por parte del Estado es una alternativa que puede evitar la destrucción de empresas viables. Se ha utilizado recientemente en otros países, incluyendo Estados Unidos. Y es cierto que si el Gobierno compra esas acciones a un precio adecuado, es probable que incluso obtenga una utilidad si luego las vende. No obstante, esto último no lo puede garantizar absolutamente nadie. Es más, operaciones de este tipo implican especulación por parte de las autoridades, generalmente muy bien intencionadas, pero que no responden monetariamente por algún error que puedan cometer. Y en este último caso, en que se produce una pérdida en vez de la ganancia esperada, nuevamente es ‘Moya’ el que paga las consecuencias”.
-La CMF y el Banco Central han tomado medidas para estimular la entrega de créditos. ¿Hay riesgos en esta provisión de “dinero barato”?
“Medidas con similar intención se tomaron en Chile incluso antes de 1982. Tal como ya lo expresé, la provisión de la liquidez necesaria para que las personas y las empresas viables puedan refinanciar sus créditos no solamente son deseables, sino necesarias. Obviamente es posible imaginarse una situación en que tal expansión del crédito pueda resultar ser excesiva. Pero en la actualidad descarto tal posibilidad, dada la calidad del manejo monetario chileno”.
-Se ha propuesto la opción de levantar la prohibición constitucional de que el Banco Central compre bonos de Tesorería. ¿Lo ve necesario?
“Tal prohibición constitucional fue una reacción a la situación existente en el país en largos pasajes del siglo XX, en que se utilizaron emisiones del Banco Central para financiar los déficits del gobierno, generando tasas de inflación muy altas”.
“No obstante, tiempos extraordinarios a veces requieren medidas extraordinarias, y permitirle al Banco Central comprar bonos del Fisco puede ser deseable en estos momentos, si no existe alternativa para darle al país la liquidez que necesita. Obviamente tal operación no será ahora inflacionaria. Lo que, sin embargo, hay que evitar a toda costa es que tal financiamiento del déficit fiscal se transforme en una práctica habitual en tiempos normales”.