La pandemia de la deuda podría declararse cuando se contenga el coronavirus
Las bajas tasas de interés globales pueden ser lo único que esté conteniendo una seguidilla de defaults y reestructuraciones, dice el FMI. El riesgo es una nueva “década perdida”.
La dispersión del Covid-19 por el mundo está incubando otra crisis, esta vez no sanitaria sino económica. La lista de economías emergentes y en desarrollo que están sobreendeudadas ha crecido, los niveles de incumplimiento van en aumento y las bajísimas tasas de interés mundiales podrían ser el único factor que esté conteniendo una seguidilla de defaults y reestructuraciones.
Esta crítica visión, bautizada como “la pandemia de la deuda”, es la que sostiene un análisis difundido por el FMI y elaborado por la vicepresidenta y economista Jefa del Banco Mundial, Carmen Reinhart; y los académicos de Harvard, Stanford y el Instituto Kiel de Economía Mundial, Kenneth Rogoff Jeremy Bulow y Christoph Trebesch, respectivamente.
Por qué se ha llegado a este escenario no es ningún misterio: la pandemia produjo un derrumbe en la actividad económica, restringiendo los ingresos públicos y frenando los flujos de capital. Los analistas advierten que el itinerario de salida está lleno de riesgos y será extenso. En promedio, una reestructuración de deuda soberana toma siete años.
Sin alternativas
Al globalizarse el contagio, los organismos multilaterales anunciaron moratoria de deuda a los países más pobres y abrieron líneas de financiamiento especiales para la emergencia. Estas medidas y las inyecciones de liquidez impulsadas por los bancos centrales (como complemento de las rebajas en las tasas de interés donde aún era posible) han sostenido el funcionamiento de la economía global.
En este contexto y aprovechando las reducidas tasas de interés, muchos países de ingresos medios optaron por seguir endeudándose. Según el FMI, los gobiernos de las economías emergentes emitieron US$ 124.000 millones en moneda “dura” (que no se devalúa fácilmente, como el dólar y el euro, entre otras) en los primeros seis meses de 2020. Un 75% de ese monto se concentró en el segundo trimestre, donde se registraron los mayores retrocesos en la actividad económica en los países occidentales.
En el caso de Chile, el mayor gasto se ha financiado en parte con los ahorros del Fondo de Estabilización Económica y Social y también con más deuda. Este año se emitirá el equivalente a unos US$ 12.700 millones tanto a nivel local como en los mercados internacionales, monto consistente con el margen de endeudamiento autorizado por el Congreso.
¿Otra década perdida?
Los economistas advierten que el problema hoy está contenido, pero aún hay factores que generan preocupación. Uno de ellos es la nueva ola de rebajas de las calificaciones de deuda soberana como respuesta a la debilidad de las cuentas fiscales.
Pero no solo eso. “Las compras de bonos empresariales efectuadas por los bancos centrales para respaldar a empresas locales en las economías emergentes y en desarrollo también han incidido negativamente en las calificaciones de deuda”, afirman.
Añaden que si bien muchos gobiernos de mercados emergentes han emitido bonos en su propia moneda, las empresas han seguido endeudándose en moneda extranjera. Ante un deterioro de su solvencia, “es probable que los gobiernos de los mercados emergentes cedan a la presión y rescaten a las empresas estrella de sus países, como ha sucedido en Estados Unidos y Europa”, advierten.
En el peor de los casos, la crisis sanitaria generada por el Covid-19 podría provocar otra “década perdida” en cuanto a desarrollo, un asunto especialmente sensible en América Latina que bautizó así la crisis de la deuda en los años 80. Por ello, instan a que gobiernos y prestamistas multilaterales tomen medidas desde ya para que el nuevo financiamiento que será necesario “beneficie a los ciudadanos y que no vaya al bolsillo de los acreedores”.