El ministro de la crisis: lo que deja la gestión de Briones
La ayuda fiscal en la pandemia, el debate tributario y los cambios en pensiones fueron las pruebas de fuego para el saliente ministro de Hacienda, quien debió enfrentar la gestión más desafiante de los últimos 30 años.
Una salida “en cámara lenta”. Ignacio Briones es el quinto ministro de Hacienda que, por decisión propia o del Presidente de la República, deja su cargo desde la recuperación de la democracia. También es el que tuvo que asumir en circunstancias más dramáticas (en medio del estallido social) y al que le correspondió guiar el timón fiscal en tiempos más desafiantes: durante la pandemia que exigió inéditas restricciones, lo que se tradujo en la mayor contracción económica desde que se tienen registros en la década de los 80.
Pero, y más importante, a la hora del adiós lo que importa es si logró cumplir las metas que se propuso y resolver las problemáticas que enfrentó; si vino a liderar o a administrar; si sus 15 meses de gestión son un paréntesis o dejan una huella más indeleble que su estampa delgada, el bolso café que cargó por los pasillos del Congreso y La Moneda, su tono pedagógico y su afición por explicar las medidas del Gobierno en Twitter.
Aunque llegó a un Comité Político en el que estuvo cómodo mientras fue liderado por el exministro de Interior Gonzalo Blumel, correligionario en Evópoli, los sucesivos cambios de Gabinete lo fueron aislando y su voz incluso fue resistida entre sus pares en algunos periodos. Partidario de abrir camino a una nueva Constitución, ahora se la jugará por un cupo en la carrera presidencial.
Vivió periodos de auge y, también, momentos críticos. Coherente con su perfil académico, no tuvo mucha sintonía con el mundo empresarial y aprovechó la última Enade para dar un mensaje político de alerta para el periodo electoral que se viene.
Pragmatismo tributario
En una muestra de pragmatismo, a pocos días de asumir Briones reordenó el naipe tributario. Ya que la insistencia en reintegrar el sistema impositivo había perdido respaldo incluso en sectores del oficialismo, desechó el llamado “corazón” de la reforma tributaria y negoció con la oposición la aprobación del texto a cambio de incluir nuevos impuestos a las rentas altas y un cronograma para futuros cambios.
Este paso, criticado por la derecha más ortodoxa, mostró que el economista tenía disposición a dialogar y no venía solo a administrar. Aunque la pandemia retrasó la segunda parte del acuerdo, en octubre de 2020 alcanzó a convocar a una comisión de economistas que buscará acordar una hoja de ruta para futuros cambios tributarios.
Pendiente queda el proyecto de ley sobre exenciones y regímenes especiales, en que Briones tenía especial interés e incluso había anunciado que ingresaría al Congreso este año.
El fracaso en pensiones
El 28 de octubre de 2019, cuando asumió, el economista tenía que aprobar el Presupuesto 2020 en los siguientes 30 días. Tenía que dar señales concretas de que el Gobierno había escuchado las demandas del estallido social, de las cuales un eje central era mejorar las pensiones.
En las negociaciones, debió enfrentar la insubordinación de los diputados oficialistas que impulsaron un alza de 50% en las pensiones básicas, una norma contenida en la reforma previsional que el Ejecutivo se negaba a desglosar para presionar por la aprobación del texto completo. Hasta entonces, porque parte del compromiso forjado en el Congreso para aprobar el Erario fue apurar ese reajuste extraordinario mediante una ley.
No sería la única vez que Briones enfrentó el desorden oficialista en pensiones: se repetiría con el primer retiro de fondos desde las AFP, lo que desató una profunda crisis en Chile Vamos y que obligó al Gobierno a promover su propio proyecto manteniendo la crítica a ese mecanismo, cuando avanzaba un segundo retiro.
Mientras, la reforma previsional, aprobada en la Cámara Baja en enero de 2020 gracias al giro relevante del Gobierno respecto de su propuesta original, dormía en el Senado. El impulso para convertirla en ley se debilitó en medio de la pandemia, a pesar de que en varias ocasiones el Presidente Sebastián Piñera pidió llegar a acuerdos. Y aunque están en marcha las negociaciones de los senadores de la Comisión de Trabajo para buscar un camino que permita avanzar, aún no prospera.
La pandemia
Aunque los recursos movilizados por Chile para apoyar a hogares y empresas en la pandemia han sido considerables, su entrega no fue tan oportuna. Así lo detalló en septiembre el presidente del Banco Central, Mario Marcel, quien explicó que en el segundo trimestre los beneficios sociales no lograron compensar la pérdida de ingresos de las familias, que en el neto cayeron 27% anual. Pero en el tercer trimestre la merma se redujo a 3% al desplegarse las políticas sociales.
¿Qué pasó? El Gobierno concretó importantes medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia y la Ley de Protección del Empleo, entre otras. Pero no fue sino hasta el acuerdo Covid de junio que se ampliaron coberturas, redujeron requisitos y elevaron montos. Para esto fue clave el acuerdo técnico previo alcanzado transversalmente por un grupo de economistas, que avaló romper la regla fiscal para destinar US$ 12.000 millones en 24 meses para enfrentar la emergencia, masificando las políticas en marcha y sumando ayudas para la clase media.
“En los primeros meses de la pandemia pudimos haber llegado antes“, admitiría en diciembre el titular de Hacienda, quien durante las desgastantes jornadas en el Congreso en que se discutieron los retiros desde las AFP defendió el enorme esfuerzo desplegado por el Ejecutivo.
El pesado tren fiscal
Si la actividad y las cuentas públicas ya habían sufrido en la crisis social, el deterioro en la pandemia fue mayúsculo. Al allanarse en junio a un nuevo marco para enfrentar la pandemia, Briones sabía esto significaba apretar el botón de emergencia: agotar los recursos ahorrados en el fondo soberano para las crisis y aumentar el nivel de deuda pública para poder mantener en 2021 el nivel de gasto de 2020.
La decisión tiene el riesgo de apresurar sucesivos recortes en la nota soberana en el mediano plazo. Según cálculos de la Dirección de Presupuestos, los gastos de la pandemia impulsarán la deuda pública bruta a casi 40% en 2021 (el más alto de los últimos 30 años), la que seguiría creciendo en forma sostenida al menos hasta 2024. Esto implica retirar el “gasto covid” en el Presupuesto 2022 que se discute este año, pero se ejecuta en el próximo Gobierno. Si esta consolidación se sigue postergando, el tren de gasto puede no tener freno.
Junto con buscar cómo encauzar un debate tributario que pueda allegar más recursos para evitar un ajuste fiscal brusco, Briones es un convencido de que la modernización del Estado es más urgente que nunca. Por esto impulsó una agenda de mejor gasto público, que combina evaluaciones de programas que permitan reorientar recursos hacia iniciativas efectivas, mejoramiento de las compras públicas, pago centralizado a proveedores y una propuesta para modernizar el empleo público.