Zaldívar no pudo con la esquiva meta de mejorar las pensiones
Las vacilaciones del Gobierno, las urgencias de la pandemia y luego los retiros desde las AFP postergaron la reforma más demandada por la ciudadanía. La partida de la ministra del Trabajo desarticula el equipo original que la impulsó.
Aunque la búsqueda de puestos políticos nunca ha sido su prioridad, María José Zaldívar llegó a ser ministra del Trabajo y Previsión Social por las mismas razones que antes había sido subsecretaria y superintendenta: su pasión por los temas de seguridad social y sus ganas de aportar a ampliar esa red de protección.
En este Gobierno ese objetivo apunta a la reforma que mejorará las pensiones, tema que quedó instalado tras la fallida reforma del gobierno de Michelle Bachelet y que se hizo más urgente con el estallido social. Aunque su prioridad son sus cuatro hijos, entre 7 y 14 años, la abogada aceptó integrar el gabinete pensando que podría balancear bien ambas responsabilidades.
Al dar ahora un paso al costado, busca revertir el déficit familiar, pero su último día como ministra lo pasó precisamente en el debate de la reforma de pensiones, que está votándose en particular en la Comisión de Trabajo del Senado. Allí incluso dijo “en estos momentos estoy sentada acá y soy la ministra del Trabajo”, al ser interpelada sobre rumores de renuncia. Los mismos que acalló en enero, cuando el Presidente Sebastián Piñera la convenció de quedarse.
Aunque los desafíos laborales en la pandemia la obligaron a multiplicarse, su gestión se mide por la meta de mejorar las pensiones. A pesar de su esfuerzo, de los múltiples anuncios presidenciales y de las negociaciones que no prosperaron, la distancia entre la propuesta del Gobierno en pensiones y lo que quiere la oposición no ha disminuido.
Su partida termina por desintegrar el equipo original que impulsó la reforma previsional: no solo salieron dos ministros de Hacienda y otros dos de Trabajo, sino además el exasesor presidencial Augusto Iglesias, que ahora es consejero de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF). Sin Zaldívar, será más difícil.
El foco en la reforma
Primero como subsecretaria de Previsión Social, Zaldívar fue la voz técnica en todos los debates, cosechando el respeto transversal de parlamentarios y expertos. Saltó al sillón de ministra en el cambio de gabinete de octubre de 2019, en medio de la crisis social, lo que señalizaba la centralidad que se pondría a los avances en pensiones.
No hay que engañarse con su voz dulce y afabilidad, porque no cederá cuando están en juego sus convicciones. “Igual a su padre”, dicen quienes la conocen. Hija mayor del “colorín” Adolfo Zaldívar, nunca militó, pero se identificó con su pensamiento político y su idea de “corregir el modelo”. Se enfoca en las personas y sus propuestas, más que en los partidos o ideologías. Esto se nota, por ejemplo, al momento de votar, ya que ella ha confesado que ha respaldado tanto a Evelyn Matthei (UDI) como a Carolina Goic (DC).
Aportó al giro del Gobierno que permitió aprobar la reforma previsional en la Cámara Baja en enero de 2020. Ese cambio estuvo marcado por la creación de un fondo de ahorro colectivo solidario, que recibiría parte de la cotización adicional que aportará el empleador y que permitiría crear un nuevo componente en el sistema de pensiones que sería administrado por un ente público. Esto rompió el principio sostenido por la derecha: que toda la cotización adicional fuera propiedad del trabajador e ingresara a su cuenta individual.
Pero, se sabía que el camino en el Senado sería empinado, con un punto emblemático de diferencia: el oficialismo accedió a que el alza de 6% de la cotización se distribuyera en 3% para ahorro personal (aunque no en la AFP) y 3% para ahorro colectivo; pero la oposición aspira a que el total vaya a solidaridad. No es el único tema de discrepancia, pero sí el central.
Aunque hay dispersión entre senadores opositores, quienes integran la Comisión de Trabajo articularon en estos meses una propuesta que incluye que el total del ahorro adicional vaya a las novedosas cuentas nocionales. La fórmula fue modelada por la Dirección de Presupuestos, lo que confirmó que es sustentable. “No es un canto de sirena”, dijo Zaldívar en radio PAUTA.
La pandemia
Cuando en marzo de 2020 había que apretar el acelerador, pues se estaba más cerca un posible acuerdo, el Gobierno dudó. O se vio sobrepasado por los requerimientos de la pandemia. Diversas urgencias coparon todo el espacio legislativo en materia laboral y previsional y tuvieron a Zaldívar como protagonista: la Ley de Protección del Empleo (que permite suspender contratos y reducir jornadas), la ampliación del seguro de cesantía, la licencia para madres trabajadoras, el seguro complementario de atención médica para trabajadores con covid, protocolos para la seguridad para ambientes laborales, teletrabajo, entre otras.
En estos debates, Zaldívar tuvo algunas diferencias técnicas con su excolega de Hacienda y hoy candidato presidencial de Evópoli, Ignacio Briones. Por ejemplo, sobre la primera fórmula de apoyo a los trabajadores independientes que emiten boletas a honorarios, consistente en un seguro de protección de ingresos. La abogada estimó que la propuesta de Hacienda no cumplía los requisitos para constituir un instrumento de seguridad social. La idea naufragó en el Congreso y tuvo que reformularse.
Además, en un análisis más sincero, las perspectivas de mejorar las pensiones se han debilitado. A la fecha, 17 millones de afiliados han girado dineros desde las AFP, ya sea por el primer o el segundo retiro, por montos que en total superan los US$35 mil millones, según cifras oficiales. A esto se suma el deterioro económico asociado a la pandemia que ha golpeado el empleo, con más informalidad y menos trabajadores cotizando. Cualquier alza de cotización, que beneficia solo a quienes tienen contrato, tendrá que concretarse en varios años.
Este escenario cuesta arriba también incidió en su decisión, aunque el desgaste personal y su necesidad de dedicar más tiempo a su familia fueron los principales motivos.