Trabajo en edad tardía es más probable al vivir con hijos y tener empleo informal
Una investigación de académicos de la Universidad Católica reconstruyó las trayectorias de un grupo de adultos mayores para entender quiénes eligen o están obligados a seguir laboralmente activos.
La presidenta de la Asociación de AFP, Alejandra Cox, generó polémica recientemente por aludir a personalidades que siguieron activas a avanzada edad, entre ellos el poeta Nicanor Parra, “que trabajó hasta los 103 años”, dijo. La economista usó esos ejemplos para ilustrar su propuesta de subir la edad de jubilación (hoy en 60 años para las mujeres y 65 para los hombres) y de ese modo elevar los montos de las pensiones. Y mencionó que no había diferencia entre quienes eligen seguir trabajando y quienes se ven obligados a hacerlo debido a las bajas pensiones que reciben.
¿Qué se sabe sobre los adultos mayores que siguen trabajando? Una investigacion de los académicos del Instituto de Sociología y del Departamento de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica de Chile Ignacio Madero Cabib y Andrés Biehl, aporta evidencia sobre quiénes son estas personas y cómo sus trayectorias laborales y familiares inciden en la decisión de dejar de trabajar en el mercado laboral.
En general, los datos muestran que, tal como ocurre a nivel mundial, una creciente proporción de personas en Chile extiende su vida activa más allá de la edad legal de jubilación. Esa dinámica ocurre particularmente entre quienes han trabajado durante la mayor parte de su vida de manera informal y quienes viven en el mismo hogar con personas dependientes financieramente.
También hay un llamado de atención sobre ciertas dinámicas sociales que siguen impactando a quienes envejecen, como los roles tradicionales de género y el trabajo doméstico femenino.
Historias de vida
La investigación, realizada en el marco del proyecto Fondecyt Nº 11180360 sobre vulnerabilidad financiera y de salud en personas mayores, reconstruyó las historias de vida de 802 personas entre 65 y 75 años residentes en Santiago. Esto mediante encuestas retrospectivas que indagaron en trayectorias educativas, laborales y familiares; adversidades que enfrentaron en etapas tempranas de vida, comportamientos riesgosos para la salud durante la vida, entre otros.
Procesando esta información, los también investigadores del Núcleo Milenio para el Estudio del Curso de Vida y la Vulnerabilidad (MLIV) y del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), detectaron que del total de encuestados, 55,2% siguió trabajando tras cumplir la edad legal para jubilar, 28,1% lo hace como trabajador dependiente y 27,1% en forma independiente. La mayoría opta por combinar ingresos por pensión y por actividad laboral. Solo 6,1% de los encuestados continúa trabajando después de la edad legal de jubilación sin pensionarse.
La investigación revela que las historias laborales y familiares de las personas determinan si continúan trabajando en edades tardías y en qué condiciones. Por ejemplo, quienes durante su vida tuvieron empleos formales y vivieron con su pareja e hijos (predominantemente, hombres), al final de su vida es más probable que tengan una pensión y dejen de trabajar.
Otro grupo lo integran quienes durante su vida estuvieron períodos prolongados fuera del mercado laboral o trabajaron pocos años, y simultáneamente coresidieron con hijos toda su vida: estas personas es más probable que no trabajen en edades tardías.
“En este grupo predominan las mujeres que durante sus vidas estuvieron permanente a cargo del cuidado de sus hijos u otro tipo de familiares, lo cual refleja la enorme influencia de modelos culturales que promueven una salida permanente o temprana del mercado laboral para brindar atención en el hogar”, comenta Ignacio Madero Cabib.
Agrega que en este caso, vale la pena reflexionar sobre cómo se mantienen financieramente aquellas mujeres en su vejez, si casi no trabajaron remuneradamente durante sus vidas. “Nosotros observamos que esto es por un parte debido al ingreso de una pensión básica, pero que se suma al ingreso de parejas e hijos que están activos en el mercado laboral y con quienes muchas veces aún residen en el mismo hogar”, explica.
Vivir con otros
Por otra parte, quienes trabajaron en forma continua durante su adultez pero permanentemente en empleos informales, son más susceptibles de estar parcialmente jubilados (esto es, estar pensionado y recibir un ingreso laboral) sobre todo si están viviendo con hijos adultos en el mismo hogar. “Es decir, la informalidad prolongada en la adultez conduce a que en la vejez se continúe trabajando por motivos financieros”, dice el investigador.
Ignacio Madero Cabib comenta que entre los hallazgos del estudio, es importante destacar que la decisión de extender la vida laboral en etapas tardías no es necesariamente solo individual, “sino que es influenciada también por factores como el tipo de arreglo de corresidencia del hogar, no solo al momento de jubilar sino durante toda su vida”.
Afirma que las estrategias de corresidencia intergeneracional son frecuentes en países como Chile. Esto debido, entre otros motivos, a que los beneficios públicos para mitigar las diferencias socioeconómicas que existen en la sociedad “son acotados y focalizados en una proporción específica de la población, lo cual genera que muchas personas dependan exclusivamente del ingreso laboral y sus redes familiares para satisfacer sus necesidades individuales”.
Políticas para trabajo en edad tardía
No obstante, el estudio revela que seguir trabajando más allá de la edad legal de jubilación también ocurre entre algunas personas con mayor educación, saludables, con trayectorias laborales continuas y formales y, en consecuencia, con mejores ingresos.
“Este hecho cuestiona en alguna medida la idea de que el trabajo en etapas tardías es exclusivamente motivado por razones financieras. Es decir, aunque el fenómeno responde mayoritariamente a la escasez de ingresos en la vejez, el trabajo en etapas tardías también opera como una fuente de sentido de pertenencia y redes de apoyo para las personas mayores”, afirma.
El académico, que también es coautor de un capítulo de un libro sobre políticas públicas para fomentar el empleo entre personas mayores en Chile, señala que estas deben considerar la especificidad y diversidad de las necesidades y exigencias de este segmento de la población.
“El empleo en etapas tardías exige condiciones diferentes de horarios, transporte, movilidad y remuneraciones, para que logre tener un impacto positivo y no se transforme una fuente de estrés que puede conducir a problemas en la salud física y mental de las personas mayores. Hay mucho que hacer en esa dirección”, dice.