Alza de la pobreza en pandemia llama a repensar políticas sociales y acelerar creación de empleo
Las transferencias fiscales lograron contener, pero no revertir, la caída de ingresos de los hogares. La ministra de Desarrollo Social enfatizó que si no se recuperan los empleos perdidos en la pandemia no se podrá sacar a las familias de la pobreza.
El aumento de la pobreza como una cicatriz de la pandemia era algo esperado. Así ha ocurrido en toda la región, donde los indicadores de vulnerabilidad son peores que en Chile y las transferencias fiscales entregadas a las familias fueron más bajas.
Tras confirmarse la primera alza en los niveles de pobreza desde el año 2000 (época en la que subió a 36% impactada por la crisis asiática), la información entregada este lunes 5 de julio por el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) muestra que el país sigue teniendo los niveles de pobreza más bajos de Latinoamérica. Pero las cifras no son alentadoras.
La Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) realizada en plena pandemia (octubre 2020 a febrero 2021) revela que la pobreza asociada a ingresos de los hogares subió de 8,6% de la población en 2017 a 10,8% en 2020. Esto significa que hoy 2,1 millones de personas están en situación de pobreza por ingresos, indicador que suma aquellos generados o recibidos por los hogares (como sueldos, pensiones, arriendos, entre otros) con los subsidios estatales. De ellos, poco más 831 mil están en condición de pobreza extrema, lo que en porcentaje significa que ese indicador empeoró desde 2,3% de los hogares en Chile a 4,3% en igual periodo.
El coeficiente de Gini, un índice que se emplea para calcular la desigualdad de ingresos siendo 0 la máxima equidad y 1 la mayor desigualdad, llegó a 0,527 en 2020. Es el valor más cercano a 1 desde 2006.
Si en la pandemia no se hubiesen entregado transferencias como el Bono Covid y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), entre otras, la Cepal -que es el organismo encargado de la medición de la pobreza- estima que los niveles de pobreza se habrían elevado a 13,7% de la población y a 5,9% el indicador de pobreza extrema. Los sucesivos retiros de fondos desde las AFP no se incluyeron en los cálculos, ya que metodológicamente se estima que no son ingresos, sino desahorro.
Las autoridades explicaron que el alza en los índices de vulnerabilidad es consecuencia directa de la crisis laboral, ya que los ingresos producidos por el trabajo se desplomaron 11,5% en promedio en el período analizado. Al desglosar el dato de acuerdo con la situación económica de los hogares, se aprecia que en los dos primeros deciles (más vulnerables) los ingresos del trabajo retrocedieron 40%, mientras que en el decil más rico la pérdida fue de 4%.
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El rol del empleo y las transferencias
“La crisis laboral producto de la pandemia golpea a los hogares de todos los quintiles, pero cuando golpea en forma tan brusca a los hogares vulnerables es algo difícil de atenuar. Y en la medida que no seamos capaces de recuperar esos empleos, no seremos capaces de sacar a esas familias en la pobreza”. Así sintetizó la ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar, el desafío que se viene. Es una meta difícil, pues las cifras oficiales muestran que tras recuperar la mitad del empleo perdido en 2020, hoy la economía no está creando puestos de trabajo; peor aun, los está destruyendo.
La autoridad añadió que también se deben “repensar las transferencia directas permanentes” para que sigan acompañando a las familias más pobres, citando entre ellas al subsidio del Ingreso Mínimo Garantizado, recientemente fortalecido en el debate sobre el reajuste al salario mínimo. Planteó que también es importante repensar cómo las políticas sociales ponen el foco en contribuir a que las personas de deciles más vulnerables logren encontrar trabajo. “Tenemos que volver a poner todo nuestro esfuerzo en los quintiles más vulnerables. Esas familias deben dejar de ser invisibles”. afirmó.
Sin decirlo expresamente, su reflexión apunta a lo ocurrido en la pandemia, donde políticas de apoyo como el IFE fueron progresivamente aumentando en monto pero también expandiendo su cobertura hacia la clase media. Así, entre mayo y agosto, recibirán este apoyo todas las familias inscritas en el Registro Social de Hogares, exceptuando solo a las que tiene rentas per cápita sobre $800 mil mensuales. Pero todas las familias reciben el mismo monto, independientemente de su nivel de vulnerabilidad.
La subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia, sostuvo que la crisis afectó “sustantivamente ingresos de hogares y fue contenida, no revertida, por transferencias fiscales”. Destacó que el aumento de los subsidios que reciben las familias permitió contener los efectos de la caída de los ingresos de trabajo. Detalló que los subsidios aumentaron promedio por hogar de $34 mil a poco más de $53 mil en la pandemia, pero para los hogares pertenecientes al 40% más vulnerable el cambio fue más sustantivo, pasando de $58 mil promedio por hogar a $92 mil, e incluso superando los $100 mil para el primer quintil.
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