El dilema del Presupuesto 2022: cuánto reducir el gasto de la pandemia
La Dirección de Presupuestos tiene incorporado recortar en 20% el gasto en 2022, lo que asoma complejo. En este escenario, BCI advierte que la deuda llegaría a 50% del PIB en 2025.
Aunque las autoridades de Hacienda y la Dirección de Presupuestos (Dipres) han insistido en que el gasto extra asociado a la pandemia debe retirarse pasada la crisis, hacerlo no es fácil. El cómo será el tema central del Presupuesto 2022, que se debatirá en medio de la recta final de las elecciones presidenciales y parlamentarias.
Hasta ahora, la trayectoria planteada por la Dipres implica recortar el gasto público en casi 20% en 2022 (retirando subsidios y transferencias) y luego tener desembolsos fiscales planos para llegar a 2025 a una deuda equivalente al 38,5% del PIB. El punto de llegada le gusta al mercado, pero la trayectoria propuesta no se considera realista.
En su informe de julio, Santander estima que una reducción del gasto en 2022 es incierta, ya que desde mediados de los años 80 eso no ha ocurrido. “Además, no es descartable que un nuevo deterioro en las condiciones sanitarias se traduzca en nuevas transferencias”, dice el reporte.
Ya hay presiones políticas para extender el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) más allá de septiembre. Ese es, al menos, el planteamiento que senadores y diputados de Chile Vamos formularon al Presidente Sebastián Piñera. Con el diseño actual, cada mes de IFE cuesta US$ 3 mil millones (1% del PIB).
Deuda: de 34% hoy a 50% en 2025
El economista jefe de BCI, Sergio Lehman, advierte una tensa discusión sobre el presupuesto 2022. Sostiene que si bien la trayectoria fiscal proyectada por Dipres permitiría ir reduciendo el déficit estructural de modo que la deuda sobre PIB convergiera a un nivel razonable, “el realismo político y la posiciones que uno está viendo en parte de los legisladores hacen dificultosa una reducción sustantiva del gasto el próximo año”.
Así, proyecta que en el debate presupuestario “habrán presiones muy importantes para sostener un gasto público sustantivo, por lo que estamos previendo una reducción del gasto entre 10% y 15% para el año próximo”. Esto, agrega, señalizará también un comportamiento del gasto más moderado hacia adelante, pero “con poco espacio para mantenerlo estancado”.
De este modo, prevé que en lugar de reducir el déficit fiscal estructural en 1% anual, se optará por una trayectoria más moderada en torno a 0,5% anual. “Según lo que proyectamos hoy, eso llevaría a que probablemente la deuda pública va a converger a niveles en torno al 50% en 2025. Es un escenario por definir, pero creemos que lo más probable es que vayamos transitando algo como eso”. afirma.
Advierte que si bien sería positivo contar con mayores ingresos derivados de la eliminación de exenciones tributarias que no se justifican, “un tema donde hay bastante consenso y espacio para aumentar la recaudación”, esa medida no modificaría sustantivamente el escenario. “En exenciones estamos hablando de entre US$ 2.000 y US$ 4.000 millones. Es un monto relevante, sin duda ayuda, pero no cambia el escenario donde convergemos a un nivel de deuda mayor”, opina.
El costo de la mayor deuda
En un informe publicado por Libertad y Desarrollo (descargable aquí), el coordinador macroeconómico de Clapes UC, Hermann González, considera natural retirar parte del gasto transitorio de la pandemia, pero estima “muy improbable que el Gobierno presente un presupuesto que implique una caída del gasto de 20% respecto de este año y muy improbable que algo así se apruebe”.
Así, estructura una trayectoria de convergencia fiscal distinta a la vigente, que apunta a reducir el déficit estructural en forma más gradual desde 9,5% del PIB previsto este año a 7% el año próximo, llegando a 2% en 2025.
“Chile puede aumentar su deuda, pero eso tiene un costo y ese costo se verá reflejado en deterioros adicionales de la clasificación soberana“, dice. Esto, porque los países que tienen una clasificación similar a Chile tienen más deuda pero también ingresos per cápita mucho mayores (son desarrollados).
Pasar de la clasificación A en la que Chile está hoy a BBB o BB (donde está Colombia, por ejemplo), implica pagar más. Colombia tiene un premio por riesgo de 130 o 140 puntos base versus los 60 o 70 puntos base que tiene Chile (30 antes del estallido). “Se podrá decir que 50-100 puntos base no es mucho, pero cuando se tiene un volumen de deuda mayor es algo que incide en el gasto por intereses y desvía recursos de otras necesidades que podrían financiarse con estos recursos, como el gasto social”, concluye.