Exministros Briones y Valdés proponen cómo frenar el gasto en el Presupuesto 2022
Los economistas coinciden en que el enorme desembolso fiscal asociado a la pandemia debe terminar y sugieren fondo extra para “cicatrices de la pandemia” o ante nuevas cuarentenas.
Pese a los mayores ingresos por cobre, este año cerrará con un elevadísimo déficit fiscal (cercano al 8% del PIB). Ocurre el gasto público ha crecido fuertemente para enfrentar la pandemia, superando este año los US$ 100 mil millones (32% del PIB), que incluyen cerca de US$ 30 mil millones en transferencias como el IFE.
Retomar la disciplina fiscal en el Presupuesto 2022 es una tarea de proporciones que deberá liderar el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda. Otros economistas que tuvieron la misma responsabilidad tienen sus recetas para este momento. PAUTA consultó a su antecesor inmediato, Ignacio Briones (quien renunció para postular como precandidato presidencial de Evópoli), y a quien ocupó ese cargo entre 2015 y 2017, el hoy profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica Rodrigo Valdés (PPD).
“Ese tren de gasto es insostenible y la clave de este Presupuesto será retirar ese gasto transitorio excepcional. No hacerlo implica que lo transitorio se incorpore a la base de los siguientes presupuestos, transformándolo en permanente pero sin financiamiento. Ahí la complejidad de la tramitación de esta ley, que se da en contexto político difícil y, además, en un año electoral”, afirma Briones.
Para Valdés, la combinación de “un ajuste del gasto de las proporciones actuales y el desgobierno político actual dan cuenta de una dificultad mayor. El aumento del gasto de 2020 y luego uno aún mayor en 2021 nos dejarán con balance estructural cercano a -10% del PIB, por lo que urge avanzar en su normalización”.
En esta entrevista a dos voces, ambos exministros de Hacienda dan sus definiciones: coinciden en tener un fondo separado para gastos que pueden activarse ese año, pero mientras uno propone volver a los criterios del acuerdo económico-político de junio de 2020, el otro advierte que el Gobierno no puede negociar la cifra global de gasto en el Congreso.
¿Cómo retirar el gasto extra de la pandemia?
-La economía tendrá un frenazo en 2022 y el escenario electoral genera presiones por más gasto. ¿Cómo se deberían reducir los desembolsos de la pandemia?
I. Briones: “En 2022, la economía bajará ostensiblemente su actividad hacia tasas cercanas al crecimiento del PIB tendencial, ya que las elevadísimas tasas de crecimiento actuales no son de equilibrio ni sostenibles. Es cierto que el retiro del enorme estímulo fiscal de 2021 restará dinamismo, pero el tema de fondo es que estos niveles de gasto no son sostenibles. El ajuste debe hacerse y entre antes, mejor, porque de lo contrario tendrá costos aún mayores. Se debe sincerar la realidad y no alimentar un espejismo. El grueso de los cerca de US$ 30.000 millones de gasto extraordinario en 2021 debe retirarse”.
“¿Cómo? Propongo que el Presupuesto 2022 retome los términos del Acuerdo Covid del 14 de junio de 2020, en el que participaron economistas de todos los sectores y los principales partidos políticos. Allí se definieron presupuestos extraordinarios para 2021 y 2022. En particular, el presupuesto para 2021 fue de US$ 73.234 millones (TC=765), con un aumento de 9,5% respecto del año anterior. Para 2022, propongo anclarnos en esa cifra. Ello aseguraría un presupuesto que mantenga un impulso fiscal respecto a un año ‘normal’, pero que retire buena parte de los gastos transitorios e inicie la consolidación fiscal. Para asegurar la transitoriedad del estímulo, se podría crear un fondo extrapresupuestario especial que atienda contingencias en 2022, particularmente las relacionadas a transferencias focalizadas y apoyo al empleo”.
R. Valdés: “La economía tiene que volver a su realidad, lo que puede sentirse como frenazo, pero la verdad es que no es otra cosa que su normalización. Me recuerda a lo que les pasa a los maratonistas que se ‘engolosinan’ en la primera mitad de la carrera pero al final terminan corriendo muy lento. Estamos acumulando desequilibrios macroeconómicos que se pagarán muy caro después si siguen creciendo. De hecho, el Banco Central proyecta que el nivel del PIB estará por encima del PIB tendencial aún si la economía casi no crece nada. Por lo tanto, si queremos crecer más rápido, el camino va por trabajar en elevar el crecimiento potencial, no en gastar más y forzar la economía a sobrecalentarse aún más. Como el maratonista que se apuró, ya estamos debiendo”.
“En resumen, el retiro de los gastos extra por la pandemia debería ser completo y, a lo más, dejar un fondo contingente a ser usado en caso en que tengamos un rebote relevante de contagios que nos lleve a nuevas cuarentenas masivas. El avance del proceso de vacunación hace poco probable ese escenario”.
Un fondo aparte para 2022
-¿Cómo ve la opción de extender el Fondo Covid (u otro vehículo similar) para disponer recursos si son necesarios en 2022?
I. Briones: “Crear un fondo especial extrapresupuestario como el Fondo Covid es una buena manera de ‘marcar’ la parte del presupuesto que es permanente, separándola claramente de los gastos transitorios y de emergencia. Esto es importante porque ayuda a evitar que lo transitorio se transforme en permanente (pero sin financiamiento) en futuros presupuestos”.
“Suponiendo un escenario de retirada de la pandemia, el grueso de ese fondo debiera ir a apoyar el empleo a través de la extensión de los programas de subsidio a la contratación, capacitación, reconversión e intermediación laboral; así como recursos destinados a la salud mental y a un plan para reparar las fisuras de la pandemia en salud (listas de espera) y en educación debido a prolongadas suspensión de clases presenciales a nivel escolar. Con todo, es importante que este fondo de contingencia sea acotado. Insisto, volver a los criterios del acuerdo del 14 de junio de 2020 es una buena base”.
R. Valdés: [Tener un fondo extra] “parece ser el camino de menor resistencia y por lo tanto el más probable. El presupuesto debería asignar recursos ‘acotados’ a los distintos sectores y dejar en un primer bolsillo (el llamado Tesoro Público) recursos de uso flexible para poder asignar a las prioridades que el Gobierno entrante tenga. Esto implicaría un presupuesto con una rebaja de entre 20% y 25% respecto del gasto efectivo de 2021; pero, comparado con 2019, reflejaría un incremento en torno a 5% -10%. En otras palabras, como en este Gobierno no se han materializado ingresos permanentes adicionales significativos como proporción del PIB, cabe regresar el gasto como proporción del PIB a sus niveles prepandemia”.
“Adicionalmente, para viabilizar la discusión, creo que debería existir un segundo bolsillo, de uso estrictamente contingente, por si llegáramos a tener nuevamente cuarentenas extendidas. Creo que para ser usado, estos recursos de emergencia igual debería llevarse al Congreso para ratificación posterior el próximo año. Pero ayudaría que la caída del gasto total se entienda”.
Lo que el Gobierno no debe hacer
-¿Cuáles son las ‘líneas rojas’ que el Gobierno no debería cruzar en este debate presupuestario?
I. Briones: “La principal línea roja es evitar que los gastos transitorios se transformen en permanentes. Ese es un riesgo que las cuentas fiscales no están en condiciones de soportar. El Gobierno debe ser firme y buscar acuerdos para que el grueso del elevadísimo gasto excepcional 2021 sea retirado. Es importante recordar que -al menos en el papel ya que nunca en la historia reciente ha ocurrido-, la Constitución establece que, si no se aprueba el presupuesto, rige la propuesta del Ejecutivo“.
“A su vez, es necesario seguir eficientando el gasto público. No todo pueden ser más recursos, también es fundamental cómo se gasta. Replicar y ojalá institucionalizar en la ley de Presupuestos la revisión de los casi 700 programas sociales y no sociales efectuada en 2020, el presupuesto en base cero ajustado y avanzar en las recomendaciones de la Comisión de Gasto Público contribuirían a una mejor gestión fiscal y presupuestaria. En paralelo, es clave que el sistema político priorice el crecimiento económico y el fortalecimiento de la institucionalidad fiscal. Este último tema debe considerar las recomendaciones del Consejo Fiscal Autónomo (incluyendo la implementación de un límite de deuda prudente) y la búsqueda de consenso para recuperar un nivel de ahorro público precautorio (FEES) que permita mitigar los impactos de nuevas crisis“.
R. Valdés: “Creo que lo que no puede hacer es negociar el guarismo de aumento de gasto. Debe llevar un número bien fundamentado según su regla fiscal y ser flexible en cuanto a reasignaciones, pero no en el monto total. Desde que existe regla fiscal, el gobierno siempre ha enviado un número coherente con la regla y no se ha movido de ese número (excepto por modificaciones despreciables). En el fondo, hay un número coherente con la regla. Si se negocia, se estaría negociando la regla en el proceso político y eso es el fin definitivo de ella. Sería una política fiscal a lo Groucho Marx“.
“Una segunda línea roja es que el Presupuesto tiene que avanzar en una consolidación fiscal mayor y estar alineado con lo ya ha anunciado respecto del balance estructural para el próximo año. La demora en implementar el informe de PIB potencial, el que finalmente desechó los cambios metodológicos sobre el cómo calcular la brecha del PIB, propuestos por el propio gobierno hace sólo algunas semanas, muestran que será un trabajo arduo llegar a ese objetivo estructural”.