Qué puede aprender Chile de los mejores sistemas de pensiones del mundo
Tras 10 años de debate, Países Bajos acordó modificar su mecanismo de reparto. Suecia tiene uno que se ajusta solo y que ha llevado a que las personas jubilen a mayor edad.
Según el último informe Global Pension Index, de Mercer y CFA Institute, tanto Países Bajos como Suecia tienen los mejores sistemas de pensiones en el mundo. El primero ha sido el líder mundial por largo tiempo, pero ahora pasó al segundo puesto solo porque en esta medición ingresó Islandia, que le arrebató lo alto del podio. Suecia está octavo en el ranking.
Las experiencias y desafíos de ambos sistemas previsionales fueron parte de los temas expuestos en un seminario organizado por la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP), que preside el chileno Guillermo Arthur. Todas las exposiciones pueden ser vistas, previa inscripción, en este sitio.
En el evento el economista de BBVA Research Rafael Doménech expuso sobre el desafío que enfrentan los mecanismos de reparto europeos, ante la doble amenaza de una mayor expectativa de vida y que las generaciones jóvenes son menos numerosas. Subir las cotizaciones, disminuir las pensiones o algo de cada medida aparecen como soluciones necesarias -aunque no las únicas- para reequilibrar estos sistemas. Todas son socialmente costosas.
Ser el mejor no evita cambios
Países Bajos tiene un sistema que se compone de un régimen público, uno obligatorio para quienes tienen contratos de trabajo (administrado por fondos de pensiones y aseguradoras) y un pilar voluntario.
“Cómo mejorar un sistema al que ya le va bastante bien es un problema”, dijo en el seminario Janwillem Bouma, presidente de PensionsEurope, que reúne a 24 entidades que gestionan pensiones para 110 millones de europeos. Con esto se refiere a que, anticipando la necesidad de ajustes a su mecanismo de reparto, en Países Bajos prevén cambiar la parte de beneficios definidos por una de contribución definida y cuentas individuales.
Sostuvo que modernizar para garantizar la sostenibilidad no es solo un reto para los modelos de reparto, sino también para los de capitalización.”Ya no existe el empleo para toda la vida con un empleador, por lo que también hay que sintonizar con trabajos autónomos y más flexibles”, comentó.
No obstante, advierte que pasar a un nuevo sistema en que las futuras pensiones se basen exclusivamente en las contribuciones es complejo. “Si las transferencias no se hacen correctamente, podrían causar una desventaja financiera enorme a las personas que llevan 10 o 20 años cotizando. La idea es evitar que una generación reciba más de lo que le corresponde a partir de beneficios definidos existentes”, explicó.
Confianza y acuerdos
“Explicar que vamos a tener que recortar tus derechos en un 1% ha sido muy difícil en estos últimos años y ha llevado a la erosión de la confianza del público en el sistema”, admitió Bouma sobre lo que ocurre en Países Bajos
Recordó que la discusión sobre los ajustes se arrastra desde 2010-2011. “Ha habido un debate que aparecía y desaparecía. No es algo que se haga de un día para otro. Ahora tenemos un acuerdo sobre pensiones que se logró el año pasado y se está preparando un proyecto de ley”, informó. Se estima que la iniciativa se tramitará en 2022-23 y entrará en efecto en 2027. Habría cuatro años de transición.
Con los cambios se espera mayor solvencia y mejores retornos. “Habrá una menor necesidad de requerimientos de capital prudenciales y de algún modo será un sistema más barato. Pero habrá menos certidumbre, especialmente respecto de la certeza de cuáles serán las tasas de reemplazo para los trabajadores”, advirtió.
Refiriéndose en general a los ajustes a los sistemas de reparto, Doménech planteó que los cambios para asegurar la sostenibilidad deben ser “graduales y creíbles para la sociedad”, pero anticipó que no hay soluciones definitivas ni tampoco gratuitas. “Trasladar el déficit al Estado no resuelve el problema. Es necesario un consenso social para repartir los ajustes de forma equitativa, eficiente y transparente”, aseguró.
Reparto “sin garantía”
En Suecia existe una pensión mínima garantizada de cargo estatal para mayores de 65 años que no tienen ahorro suficiente, y el sistema general tiene componentes de reparto y de capitalización. Trabajadores y empresas aportan 16% del salario a un sistema público de reparto basado en cuentas nocionales. Cada trabajador tiene una cuenta ficticia en la que se van anotando las cotizaciones que realiza, cuyo saldo se invierte colectivamente y se les informa anualmente. Al jubilar, la pensión se calcula a partir del saldo acumulado en su cuenta
El jefe de Producto del fondo de pensión sueco Alecta, Fredrik Palm, dijo que la parte del sistema basada en contribuciones nocionales tiene un sistema para calcular si está financiado o no, ya que el nivel del fondo depende de aportes que fluctúan (por ejemplo, cayeron fuertemente en la crisis subprime). “Hoy las cifras son positivas y la gente piensa que se podría utilizar ese dinero [extra] para pagar mejores pensiones”, dijo.
Si se estima que los activos (cotizaciones) serán inferiores a los pasivos (pagos de pensiones), la valorización del saldo individual en la cuentas se ajusta a la baja. De este modo, se garantiza la sostenibilidad de este sistema. “Todo lo aportado se convierte en una pensión mensual, pero no hay un monto garantizado. Se entiende que aumenta con la inflación, pero eso no es una garantía”, afirmó.
El problema de elegir
En Suecia los trabajadores pueden elegir dónde capitalizar aquella parte de sus ahorros que no va al sistema de reparto. Habitualmente los contratos de las empresas incluyen una cotización de 2,5% al sistema de capitalización, gestiondo por centenares de fondos de pensiones privados y una opción estatal.
Sobre este mecanismo, Fredrik Palm comentó que al inicio “casi todo el mundo elegía un fondo, pero hoy casi nadie lo hace: se van por defecto al fondo estatal que ha tenido buena rentabilidad”.
Añade que hubo un gran despliege de marketing para que las personas eligieran y también problemas “con fondos que estaban alterando el sistema”. Añadió que para enfrentar esas dificultades, ya se decidió que “reducirán los fondos [elegibles] y se usará un sistema tipo licitación, lo que tendrá un costo menor“.
¿Mejor pensión? Jubile más tarde
El ejecutivo sueco comentó que la tasa de reemplazo (monto de la pensión como porcentaje de los últimos salarios) ha venido cayendo a bastante velocidad. “Estuvo en 70% alguna vez y ahora la vemos por debajo del 50%”, dijo.
Frente a esto, se ha establecido una ‘edad objetivo’ para pensionarse, que apunta a que la proporción de la vida como jubilado según la expectativa de vida y como trabajador activo de cada persona debería ser igual. “Es una manera de ir señalando a las personas que mientras más trabajan, mayor pensión van a tener”, comentó. Planteó que la longevidad viene aumentando desde los años 90, pero “el gobierno había hecho nada y ahora, según el público, están tomando medidas demasiado rápido”.
Palm dijo que los trabajadores pueden jubilarse en cualquier momento a partir de los 61 años, sabiendo que su pensión anual será el resultado de dividir el saldo de su cuenta por la esperanza de vida estimada en ese momento. “La relación entre aportación y prestación es muy directa, lo que redunda en la transparencia del sistema, y los trabajadores asumen que cuanto antes se jubilen, menor será su pensión”, sostuvo.
Esta transparencia, dijo, se ha traducido que uno de cada tres suecos de 68 años combina el trabajo y la pensión. “Los ingresos que reciben los jubilados de mayor edad son más bajos que los de los pensionados más jóvenes. La gente ha cambiado su conducta, trabajan más años y no necesariamente hace falta que el gobierno haga tanto”, afirmó.