Columna de Rodrigo Gutiérrez: “Empleo femenino y natalidad”

La brecha de participación femenina en el empleo remunerado y la fuerte caída en la tasa de natalidad tienen implicaciones económicas y sociales de largo plazo. Es necesario enfrentar esta realidad a través de un enfoque integral que combine políticas públicas eficaces y un rol activo del sector privado.
En este mes de la mujer es oportuno abordar un par de problemáticas actuales que las involucran directamente. Por una parte, la brecha de participación femenina en el empleo remunerado, que sigue siendo un problema estructural; y por otra, la fuerte caída en la tasa de natalidad en el país, la cual alcanza el nivel más bajo de su historia. Estas dos realidades, aunque distintas, están relacionadas y requieren una reflexión profunda sobre las políticas públicas y el rol del sector privado.
Una de las principales barreras para la inserción laboral femenina es la falta de infraestructura y apoyo para el cuidado infantil. En efecto, hace años se vienen discutiendo distintas propuestas para avanzar en la implementación de una ley de sala cuna universal, pero sin lograr un acuerdo sobre su diseño y esquema de financiamiento. Si bien esta es una medida necesaria, no sería suficiente para resolver el problema, siendo fundamentales políticas complementarias que promuevan la corresponsabilidad parental y la flexibilidad laboral, que contribuyan a evitar que la responsabilidad del cuidado de los hijos recaiga principalmente en las mujeres.
Más allá de las dificultades de acceso al trabajo remunerado, también se observan diferencias en las condiciones de empleo para las mujeres, ya sea a nivel de los salarios, inestabilidad o menor proporción femenina en cargos de liderazgo. Para confrontar esta situación, es clave impulsar prácticas más inclusivas, eliminar sesgos en la selección y promover entornos laborales más equitativos. Asimismo, el Estado debe promover el cumplimiento de normativas que favorezcan la igualdad de oportunidades.
Por su parte, la caída en la tasa de natalidad se puede explicar parcialmente por la falta de incentivos para tener hijos, en circunstancias que las mujeres enfrentan dificultades para acceder a empleos estables que les permitan trabajar y ejercer su maternidad al mismo tiempo. Por ello, es urgente abordar esta carencia, promoviendo la creación de empleos formales que permitan conciliar la inserción laboral femenina con la crianza de los hijos y el bienestar de las familias.
Es necesario enfrentar esta realidad a través de un enfoque integral basado en la evidencia que combine políticas públicas eficaces y un rol activo del sector privado. Es indispensable tener presente, además, que de lo contrario deberemos enfrentar en el futuro cercano serias implicancias económicas y sociales, derivadas de la falta de crecimiento económico por el desaprovechamiento del potencial femenino y el cambio en la estructura demográfica del país por el envejecimiento de la población y la menor cantidad de nacimientos.