Economía

Columna de Rodrigo Gutiérrez: “Chile envejece: desafíos para las políticas públicas”

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Foto de Agencia Uno
POR Equipo Radio Pauta |

El cambio demográfico deja en evidencia que emerge un país más longevo y con nuevas necesidades. Las soluciones no son fáciles ni simples, pero la inflexión demográfica nos hace un llamado obligado a actuar con visión de largo plazo, voluntad de acuerdos transversales y visión de Estado.

Los resultados del Censo 2024 confirman el cambio demográfico que se ha venido anticipando hace años: Chile envejece. La población mayor de 65 años aumenta en proporción, pasando de 6,6% en 1992 a 14% en 2024; mientras que los menores de 15 años disminuyen en proporción, desde 29,4% en 1992 a 17,7% en 2024. Este cambio silencioso, pero profundo, está transformando nuestra sociedad y tensionando las bases de nuestro modelo de desarrollo. Al mismo tiempo, deja en evidencia que emerge un país más longevo y con nuevas necesidades.

Esta nueva realidad demográfica nos lleva a reflexionar sobre un par de problemas que se agudizan como resultado del envejecimiento de nuestra población. Por una parte, cómo enfrentaremos el desafío de recuperar nuestra senda de crecimiento económico de largo plazo como base para lograr mejoras en el bienestar de las personas; y por otra, cómo resolveremos la creciente demanda de cuidados que implica una población más longeva. Lo anterior, en un contexto en el cual nuestro índice de envejecimiento (la razón entre el porcentaje de población mayor de 65 años y el de menores de 15) aumentó significativamente, pasando de 22,3 en 1992 a 79 en 2024.

En materia de crecimiento, es necesario abrir una conversación madura sobre políticas de natalidad y políticas de migración. Respecto a natalidad, no se trata de imponer ni forzar decisiones personales, sino de crear condiciones de bienestar que hagan posible y deseable la crianza: acceso a vivienda, salud, educación, corresponsabilidad parental y equidad de género, servicios de apoyo y tiempo. Respecto a migración, más que reproducir estigmas, necesitamos reglas claras que permitan una migración controlada, integrada y constructiva, que aporte a nuestra fuerza laboral y cohesión social.

En materia de cuidados, la pregunta no alude solo a los cuidados físicos o domésticos, sino al sostenimiento material y simbólico de la vida en familia y en sociedad. Hasta ahora, el cuidado recae mayoritariamente en las mujeres, no existiendo una institucionalidad que lo reconozca ni respalde en forma justa y suficiente. Dado lo anterior, también urge avanzar en una política que permita enfrentar mejor esta realidad, brindando apoyo para retroalimentar positivamente el sentido de familia y la cohesión social.

Las soluciones no son fáciles ni simples, pero la inflexión demográfica nos hace un llamado obligado a actuar con visión de largo plazo, voluntad de acuerdos transversales y visión de Estado. Aún tenemos algo de tiempo y margen para responder y prepararnos mejor para el futuro. Tenemos a nuestro alcance la experiencia de otros países para evitar los errores cometidos y la oportunidad de revisar lo que podría funcionar mejor para nosotros. Frente a este cambio estructural, lo que está en juego es nuestro futuro y el tipo de país que queremos construir.


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