La red gigante que limpia la basura flotante del océano
Un inventor neerlandés ideó un sistema para limpiar la mancha de plástico del Pacífico y lo desplegó el fin de semana. Pero, para muchos expertos, el problema de la basura necesita un cambio profundo.
Mucho se ha hablado sobre la gran área de basura flotante que se encuentra en la zona del giro del Océano Pacífico. Sin embargo, esta no es una especie de “isla flotante” de plástico como podría imaginarse. De hecho, vista desde el aire, el área de basura del Pacífico parece mar abierto: pero en su interior hay desechos que provienen de todas partes del mundo, que pueden atrapar animales marinos o son comidos por estos, confundiéndolos con comida.
Un reciente estudio publicado en la revista Nature determinó que esta mancha de basura en el Océano Pacífico acumula al menos 79 toneladas de plástico en un área de 1,6 millones de kilómetros cuadrados (es decir, más del doble de la superficie de Chile). Unas tres cuartas partes de la masa de la mancha son desechos de más de cinco centímetros y al menos un 46% son redes de pesca. Se estima que el microplástico es un 8% de la masa total, pero alrededor de un 94% del 1,8 billones de piezas que flotan en el área. El volumen de basura crece en forma exponencial año a año y, por si fuera poco, hay otras cuatro manchas en otros océanos del mundo.
Quienes son expertos en Chile en este tema son los investigadores del programa Científicos de la Basura, de la Universidad Católica del Norte. Ellos trabajan en coordinación con colegios, académicos y biólogos marinos de todo Chile para hacer muestreos de la basura en las playas y ríos cada cuatro años: con esto, han podido acumular mucha información sobre cómo llega la basura a las playas y a los cursos de agua. En 2016 realizaron por primera vez un muestreo en Rapa Nui y la isla Robinson Crusoe. Rapa Nui, en particular, es un barómetro de lo que ocurre con la mancha de basura del Pacífico: al estar cerca del giro del Pacífico Sur, la cantidad de basura que llega a sus playas es enorme, explica a PAUTA.cl Daniela Honorato, bióloga marina y coordinadora de Ciéntificos de la Basura.
De acuerdo con el muestreo, los plásticos constituyen entre el 80% y el 85% de toda la basura en la playa Anakena de Rapa Nui (en el continente varía entre 40% y 60%). Este plástico no es de origen local, sino que es arrastrado por las corrientes oceánicas desde lugares remotos, tal como ocurre con la mancha de basura del Pacífico: “Esto se puede ver por la morfología de la basura: es basura que llega muy desgastada y también con organismos adheridos […], que están viviendo en la basura. Esto ocurre cuando la basura ha pasado mucho tiempo en el mar”, explica Honorato. Es más: el plástico encontrado en Rapa Nui se encuentra “muy gastado, muy fragmentado, incluso carcomido por organismos: tenemos muestras, por ejemplo, de botellas […] de cloro o de artículos de limpieza y que ya están carcomidos por los organismos marinos”. Uno de los problemas de esta situación radica en que este plástico entra a la red trófica (el sistema a través del cual los nutrientes y la energía pasan de un organismo vivo a otro) y puede acabar en los alimentos de otros animales, incluidos los seres humanos.
Es la preocupación por esta enorme mancha de plástico flotante lo que llevó al joven inventor neerlandés Boyan Slat a crear la iniciativa The Ocean Cleanup. Según explica BBC Mundo, el proyecto, patrocinado por privados y por el gobierno de Países Bajos, busca reducir el plástico de esta mancha oceánica utilizando una especie de “red” flotante. Esta red fue desplegada el sábado 8 de septiembre: si el plan funciona según lo calculado, cada cinco años podría reducir a la mitad la basura de la mancha y, para el año 2040, haberla limpiado casi en su totalidad. Además, la iniciativa pretende reciclar el material recuperado y crear una gama de productos comercializables con un sello propio.
Aunque el proyecto ha sido muy aplaudido por lo innovador de su tecnología y sus loables intenciones, ha habido varios cuestionamientos. Las principales preocupaciones son el daño que podría producir la red a la vida marina y el hecho de que gran parte del plástico que se introduce en el mar no flota, sino que se hunde, por lo que este proyecto, aunque ayuda, jamás podría eliminar toda la basura oceánica.
Para Daniela Honorato, “es muy difícil limpiar lo que ya está”. Por esto, los Científicos de la Basura coinciden con otros expertos y afirman que lo más importante es “prevenir que entre más basura al ambiente”. Para Honorato en particular, lo más importante es reducir el consumo: “Muchas veces estamos adquiriendo cosas que ni siquiera necesitamos”. Según ella, si reducimos el consumo solo a lo que necesitamos y reparamos lo que se puede reparar, bajaría en forma sustancial los residuos generados en los hogares. El reciclaje debería ser “la última instancia”, ya que este no es “la panacea que muchos piensan”. También recuerda la importancia de compostar la basura orgánica, que representa alrededor de un 40% de los desechos.
A nivel industrial, Honorato dice que en Chile falta desarrollar el reglamento de la ley de responsabilidad extendida del productor (Ley Nº20.920, promulgada en 2016). Una parte ya fue creado en 2017, pero aún falta trabajo para que la ley pueda entrar en vigencia. Ella dice que esta tarea requiere de suma urgencia, ya que estaríamos llegando “a un punto de no retorno” en lo que se refiere a la generación de desechos industriales prioritarios que contempla la ley (aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, envases y embalajes, neumáticos, pilas, baterías, diarios y revistas).
En esta misma línea, y aunque aplaude la nueva ley que prohíbe la entrega de bolsas plásticas, Honorato argumenta que este solo debería ser el primer paso en un cambio radical de los hábitos de consumo: “Nosotros […] pensamos que lo ideal es cambiarse a lo reutilizable. No andar tampoco con bolsas que sean de almidón de maíz o que se van a biodegradar o a diluir en agua porque eso no cambia la mentalidad de lo desechable”.