Deepfakes: la mentira más profunda
La tecnología y la inteligencia artificial hoy permiten la creación de la mentira audiovisual más perfecta y peligrosa: los deepfakes.
Como usualmente suele suceder en estos días, uno recibe un video de algún contacto y lo abre. Pero puede que la sorpresa pueda ser mayor, si lo comparamos con el clásico meme simpático o divertido que normalmente recibimos. Esta vez, sin embargo, se trata de un video que muestra a un político local diciendo cosas que no tendría por qué decir. Pero las dice. Aparentemente. Y en un entorno que más bien no parece real. Pareciera ser falso. O modificado. Pero ahí está: diciendo cosas imposibles, así que no tendría por qué ser mentira. Pero definitivamente lo es. Son los deepfakes.
Los deepfakes se pueden definir como una técnica muy reciente en donde se generan nuevas síntesis de imágenes o piezas audiovisuales superimponiendo otras existentes, que no corresponden, a partir de la utilización de la inteligencia artificial. La combinación de esta práctica puede generar, literalmente, que una persona parezca diciendo algo que jamás ha dicho. O ubicarla en un contexto –un lugar, un evento, una circunstancia– en el cual nunca estuvo presente.
En el fondo, cambiar la cara de alguien por la de otra persona. Y una simple búsqueda por Youtube sirve para ver el nivel de detalle que se logra en algunos casos, lo que no deja de ser sorprendente y extremadamente escalofriante.
Hasta ahora, los deepfakes se han enmarcado en contextos muy particulares, pero ya pueden dar una cierta luz respecto a las posibilidades y al alcance de esta técnica digital. Actualmente, principalmente se trata de “chistes” en Youtube, donde usuarios anónimos suben clips de películas donde se superpone en los actores la cara de, por ejemplo, Nicolas Cage –un favorito de la cultura meme digital– o Barack Obama para “jugar” a ver cómo sería el resultado. De nuevo, los resultados son fascinantes, pero incómodos de presenciar.
Probablemente donde más campean los deepfakes es en el mundo digital de la pornografía. Ahí, muchos sitios triple X tienen hasta secciones dedicadas a deepfakes en donde el rostro de las actrices es “cambiado” por celebridades más famosas o hollywoodenses.
Pero donde más hay temor respecto a su uso es en campañas políticas, especialmente en lo que se refiere, justamente, al hermano mayor del concepto: las noticias falsas o fakes news. Así, con esta tecnología, no sería muy difícil mostrar a algún político diciendo algo que jamás ha dicho. Los resultados, una vez más, pueden llegar a ser profundamente inquietantes. Y hasta peligrosos.
El origen de los deepfakes se puede rastrear al año 2017. Fue en foros abiertos como Reddit donde un usuario anónimo posteó varios deepfakes vinculados a actrices hollywoodenses en videos pornográficos donde claramente no eran ellas las protagonistas. El primer nombre que encendió la alarma fue el de la actriz Daisy Ridley, hoy mundialmente conocida por ser una de las estrellas principales de la actual trilogía de Star Wars. Pero rápidamente hubo varias celebridades más que se vieron afectadas, como Gal Gadot, Emma Watson, Katy Perry o Taylor Swift. Y claro, generaron polémica y confusión, hasta que finalmente esos videos fueron considerados como falsos y, posteriormente, bajados y eliminados del sitio. Lo mismo pasó en otros portales, desde Twitter a Pornhub.
En abril de 2018, Jordan Peele, director de cintas como ¡Huye! y Nosotros, realizó un jocoso deepfake donde utilizó la figura del expresidente Obama. Allí, Peele las hizo de “ventrílocuo” utilizando las imágenes de Obama para decir algunas cosas relacionadas con la película Black Panther y “opinar” sobre Donald Trump. Las búsquedas de deepfakes explotaron. Y poco tiempo después, el concepto fue cubierto por primera vez en la sección de tecnología de la revista Vice. Pero era tarde; la mecha ya estaba encendida.
Porque gracias al avance tecnológico y al uso de la inteligencia artificial, los deepfakes en fotografías y videos hacen cada vez más difícil determinar si lo que vemos es, realmente, verdadero o falso. A fines del año pasado, Scarlett Johansson, otra de las afectadas por videos deepfakes, habló del tema con el Washington Post.
Y en política, “creadores” han generado múltiples videos falsos, como uno donde se muestra al presidente argentino, Mauricio Macri, realizando un discurso con el rostro de Hitler u otro caso similar, en donde se muestra a la canciller alemana Angela Merkel con la cara del mismísimo Donald Trump. Y podríamos seguir con decenas de ejemplos similares.
El punto no es tanto las “mentiras” que se pueden decir en un video; lo más relevante –y preocupante– es que el solo hecho de que un video deepfake esté circulando ya lo hace peligroso para los cientos de miles de personas que creen cualquier cosa que les llega por WhatsApp. Es la nueva era de la duda gracias a la tecnología.