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Las películas que enseñan a aprender a envejecer

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POR Fernanda Valiente |

David Vera-Meiggs le propone a Cristián Warnken una serie de obras que apelan a una visión positiva de la tercera edad, con historias que trabajan con el perdón, las ganas de vivir y la sabiduría.

Agosto es conocido por ser el mes de los gatos, pero popularmente también se entiende como una barrera temporal para la vejez. “Pasar agosto” no es solo tener un año más de vida, sino que -metafóricamente- es abrirse a una nueva dimensión de opciones, reflexiones y potencialidades. 

¿Por qué trajiste estas películas? – pregunta Cristián Warnken.

“Muchos adultos mayores pierden el norte de su verdadero afán en la vida. No revisan el tiempo en pretérito, sino en aquello que tiene de melancólico, y no en aquello que viene acumulado como sabiduría de la cual uno se tiene que seguir haciendo responsable”, responde David Vera-Meiggs, el proyeccionista de películas que visita regularmente el programa Desde el Jardín.

A continuación, la selección del especialista de películas para ver durante agosto.

Fresas salvajes

Ingmar Bergman (1957)

Este es uno de los grandes largometrajes de la historia, según Vera Meiggs. Relata un viaje físico que retrocede en el tiempo. Cuando un profesor de medicina llega a la casa de su madre de noventa años junto a su nuera, se empiezan a destapar los recuerdos olvidados de su infancia y adolescencia. 

En un país como Suecia, las fresas señalan que se acerca la primavera. La película en blanco y negro logra apreciar “el retrato del mundo subjetivo, de la interioridad del alma humana”, en la medida que el profesor comienza a “recuperar los espacios de su memoria”, señala el proyeccionista. Lo interesante que se propone Bergman es que utiliza personajes emocionales que tienen un mundo oculto en sus mentes, debido a un profundo miedo a las sensaciones que puede traer la vida.

“Este recorrido que hace el personaje por su propio pasado le descubre aspectos desconocidos de sí mismo, poco gratos. Finalmente logra asumirlos y entenderlos como parte de su crecimiento y transmitirle algún grado en el futuro a su propio hijo, que no quiere tener sentimientos, que no quiere tener hijos y que se va a separar de su mujer para no sufrir”, cuenta Vera Meiggs.

Madadayo

Akira Kurosawa (1992)

“Madadayo” en japonés significa “todavía no”. De alguna forma el cineasta japonés se despide con esta película, que muestra la reunión de un grupo de alumnos para celebrar la trayectoria de su maestro, quien todavía tiene mucho que enseñarles.

Respecto de su creador, Vera Meiggs cuenta que “Kurosawa se mostraba sereno y cordial, pero distante. Es lo más parecido a Buda que me tocó conocer. Era alto y siempre usaba lentes de sol, debido a una fotofobia y reflejaba disciplina con cada gesto”.  Esa actitud se puede ver en su trabajo, ya que a través de “la sutileza y  la elegancia” encuentra “la síntesis máxima en un objeto, desarrollando su deterioro y como este forma parte de todo su entorno”, como explica el proyeccionista.

Buena Vista Social Club

Wim Wenders (1999)

Lo inédito de este proyecto es que revive una de las mejores bandas latinas de los años sesenta. Se convierte en un registro escénico que recorre el mundo, ocasionando que algunos intérpretes que estaban retirados se reintegren y vuelvan a cantar y bailar como lo hicieron en su juventud.

Tras una larga trayectoria en ficción, el cineasta alemán decide explorar el área documental mediante “un acercamiento a un pasado musical, todavía vigente en una sociedad. En una sociedad fosilizada por fuerzas mayores, llega un norteamericano que va desentrañando las energías de este grupo de ancianos que están repartidos para reconstruir el repertorio de este club”, dice Vera Meiggs.

Up

Pete Docter (2009)

Una película animada que vale la pena ver porque el personaje principal, Carl Fredicksen, está basado en la interpretación del actor estadounidense Spencer Tracy, quien había fallecido 25 años antes del estreno de la película.

La historia despierta la empatía de aquel espectador que se encuentra encerrado en su propia soledad, cuando el anciano protagonista es transportado desde su amargura hacia la belleza del mundo gracias a la inesperada visita de un alegre niño scout. 

Coco

Lee Unkrich y Adrián Molina (2017)

Un caso para llorar, pero para disfrutar con los nietos. En pleno México, sus creadores narran la historia del pequeño Miguel quien sueña con hacer música; sin embargo, debe enfrentar las adversidades de lo que espera su tradición.

Este caso muestra “una película que está hecha por Hollywood, pero que habla de otra cultura”, como relata Vera-Meiggs, y lo especial es que mantiene una postura respetuosa. Utilizando una animación de primera calidad, la historia logra vincular a un niño con sus raíces, porque tal como destaca el proyeccionsta, “ya se ha dicho que la cultura no es una cuestión inofensiva, [sino que] se hereda en la sangre”.

Una historia verdadera

David Lynch (1999)

Los directores de culto suelen generar admiración en algunos y rechazo en otros, y el caso del director estadounidense no es una excepción. David Lynch es reconocido por explorar como tema principal la oscuridad del ser humano en sus creaciones, tal como ocurre con la segunda temporada de Twin Peaks (2017), la famosa serie de los noventa, cuando se impregna en el inconsciente del protagonista, o cuando revisa el mundo de los sueños, con Mullholland Drive (2001).

Con Una historia verdadera el cineasta desarrolla un experimento más sensible y cotidiano. “De todas maneras [es un relato] delirante”, según el proyeccionista, porque cuenta el recorrido de un hombre que quiere pedir perdón a su hermano, por un error que cometió hace 20 años, moviéndose en un tractor desde un estado a otro.

Revise el programa completo de películas de la tercera edad