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La estela inolvidable de la princesa Diana

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POR Fernanda Valiente |

El 31 de agosto de 1997 fue el fatal accidente automovilístico en París. En PAUTA recordamos la figura revolucionaria de la corona británica con testimonios de documentales y la voz de especialistas.

“Tuve una infancia desdichada. Recuerdo que mi padre golpeó una vez a mi madre en la cara. Ella estaba llorando y me escondí tras una puerta”, dice la princesa Diana de Gales en una de las grabaciones ocultas que forman parte del documental Diana: In Her Own Words (2017), disponible en Netflix. 

En el largometraje, el periodista Andrew Morton, autor de la biografía Diana, su historia real (1992), y James Colthurst proporcionan esta versión de la desaparecida estrella. Se reúnen sus testimonios de cómo entró en el mundo de la realeza, el cual la trató como una forastera y cuestionó sus modos de lidiar con la prensa.

“La vida y la muerte de Diana fueron ampliamente documentadas por la prensa sensacionalista y las revistas de celebridades. Desde representaciones de ella como la ‘princesa del pueblo’, ella demostró una nueva forma de compromiso con la realeza. Se distanció de la formalidad institucional y encarnó valores de compasión y accesibilidad”, dice a PAUTA la doctora en sociología Laura Clancy, de la Universidad de Lancester. La investigadora trabaja en su próximo libro La puesta en escena de la familia real: la política cultural de la monarquía británica.

Laura Clancy
Laura Clancy

Una infancia difícil 

Diana Spencer nació el 1 de julio de 1961 y fue una niña solitaria. No tuvo una fuerte relación con su madre y siempre estuvo rodeada de actividades que de alguna forma la llevaron a soñar con el mundo de una princesa.

Fue educada en recintos privados, primero en Riddlesworth Hall, Norfolk, y luego en el colegio privado de niñas West Heath, en Kent. Entre sus intereses estaban la natación, el baile tap y el piano.

En The Story of Diana (2017), disponible en Netflix, la revista People revela en dos partes -de una hora veinte minutos cada una- los inicios de la princesa como una muchacha introvertida. Sigue su historia en cómo cautivó a la familia real. Y cómo después sufriría enormemente por la indiferencia del príncipe Carlos. La serie documental cuenta con testimonios de amigos, historiadores y del hermano de Diana para indagar en sus intentos de suicidio, en la complejidad de su primer embarazo y de cómo enfrentó la bulimia.

Más allá de romper varias tradiciones de la realeza, la princesa decidió convertirse en una figura humanitaria.

Los comienzos del interés por Diana

En primera instancia fue su hermana lady Sarah McCorquodale la interesada en el príncipe Carlos, cuando este visitó la casa señorial de Aldorf donde también vivía quien sería su futura esposa. 

En ese entonces “Lady Di” tenía solo 16 años.

Tres años después cumplía con todos los requisitos para una futura esposa “adecuada”: joven, bella, tímida y virginal. Y adinerada: su padre era Edward John Spencer Octavo, un rico terrateniente, con más de seis mil hectáreas en la campiña inglesa de Northamptonshire.

Tras una serie de invitaciones y paseos con el príncipe, Diana comenzó a sentir la persecución de la prensa mientras vivía en su departamento en South Kensington, que le entregó su padre.  

El esperado compromiso 

Presentía algo extraño en la relación entre Carlos y Camilla Parker Bowles. Aun así, en una tarde nublada el príncipe se le acercó en el Castillo de Windsor:

“Él me sentó y me dijo: ‘¿Te casarías conmigo?’, y yo me reí. Recuerdo que pensé: ‘Esto es una broma’, y dije: ‘Sí, está bien’. Él estaba muy serio, dijo: ‘¿Te das cuenta de que algún día serás la reina?’. Y una voz en mi interior dijo: ‘No serás reina, pero tendrás un papel difícil'”.

El príncipe Carlos tenía 32 años; ella, 19.

El 24 de febrero de 1981, en el palacio de Buckingham, fue el gran anuncio del compromiso. Con un vestido azul, salió a recibir a la prensa junto al príncipe Carlos, quien vistió un traje gris. Tomados del brazo caminaron por el pasto, mientras eran fotografiados.

La ceremonia en la catedral de San Pablo fue el 29 de julio en 1981. A las ocho de la mañana una muchedumbre inundaba las calles cercanas al palacio. La boda costó 300 millones de libras.

The Prince and Princess of Wales on their wedding day, 1981
El príncipe y la princesa de Gales en el día de su boda en 1981. Créditos foto: princeofwales.gov.uk

La entrevista emblemática


-¿Cree que algún día será la reina?

Diana, vestida con unos grandes aros de oro, una chaqueta negra y su clásica melena dorada ríe. “No, no lo creo”.

-¿Por qué cree eso?

“Me gustaría ser la reina del corazón de la gente. Pero no me veo convirtiéndome en la reina de este país. No creo que mucha gente quiera eso. Me refiero al establishment con el que me casé, porque decidieron que soy una principiante”.  

-¿Y por qué piensa eso?

“Porque hago las cosas de forma diferente. No sigo un libro de reglas. Lidero con el corazón, no con la cabeza, y eso me ha metido en problemas. Pero alguien tiene que salir, querer a la gente y mostrarlo”.


En 1995, la princesa le abrió la puerta del palacio de Buckingham en secreto a una periodista. Fue un testimonio que aumentó el amor de la gente hacia su forma de enfrentar el poder real. 

“Su entrevista ‘confesional’ en Panorama, en particular, se opuso al modelo real habitual de oportunidades mediáticas escenificadas y falta de intimidad. Diana fue representada tanto como ‘dentro’ y como ‘fuera’ de la monarquía, ya que expuso los desequilibrios de poder institucional. Pero apoyó la monarquía”, agrega Clancy.

El ascenso de una estrella 

Cuando se casó, no se convirtió solo en la heredera del trono. Fue una activista, un referente de moda y, por ende, perseguida por los medios a tal nivel pareció convertirse en la principal estrella de cine de los noventa. Los focos la seguían a donde fuese. Esa asechanza de la prensa rosa continuó hasta aquella fatídica noche en París.

La princesa Diana, bailando con John Travolta en la Casa Blanca en 1985. El vestido que luce pasaría a ser conocido desde entonces como ‘vestido Travolta’. Créditos foto: Librería Ronald Reagan

“La vida y la muerte de Diana proporcionan los guiones a través de los cuales los miembros de la realeza más jóvenes interpretan la monarquía ‘moderna’, en particular sus hijos William y Harry. En sus debates y trabajos de caridad en torno a la salud mental, los medios los representan como liberales, accesibles y compasivos. El documental de ITV Diana, Our Mother: Her Life and Legacy (2017) mostró a los príncipes también realizando una entrevista ‘confesional’ sobre salud mental”, explica Clancy de la influencia de Diana en sus hijos.

Dice que “desde que dejó la monarquía, Harry está igualmente ‘dentro’ y ‘fuera’ de ella. Y William adoptó la crianza ‘práctica’ con sus hijos. Esto es notablemente distinto de las formas más tradicionales de crianza aristocrática, donde los niños estaban visiblemente atendidos por niñeras. William, Harry y Diana modelan una versión de la crianza de los hijos de ‘clase media’, aunque están lejos de pertenecer a ella”.

Una separación en la familia real 

Tras varios años como parte de la familia real, la princesa debió renunciar a su salud mental y a su privacidad. Intentó adaptarse al nivel de exigencia de las reuniones y los viajes, pero durante mucho tiempo debió lidiar con depresión, y sufrió durante sus embarazos

Sin embargo, no se quedaba callada si algo le molestaba. En 1989 confrontó a Camila Parker Bowles la confrontó. “No me trates como una idiota. Sé lo que pasa entre tú y Carlos”, le dijo mientras la amante escapaba de su mirada.

Uno de los aspectos impensables era el divorcio dentro de la familia real. La princesa Diana no dejó que eso la detuviera. Como no logró encontrar el apoyo de su marido, después de 15 años casados y cuando llevaban cuatro años viviendo separados, en 1996 decidieron seguir rumbos distintos.

La pérdida de una figura internacional

Su repentina muerte el 31 de agosto de 1997, mientras huía en auto de los flashes de los paparazis en compañía de su pareja el multimillonario egipcio Dodi Fayed, consternó al mundo.

Para el recuerdo queda el emotivo discurso que hizo su hermano Charles Spencer en su funeral:

Quisiera terminar agradeciendo a Dios por las pequeñas misericordias que nos ha mostrado en este terrible momento. Por llevar a Diana en su estado más bella y radiante y cuando tenía alegría en su vida privada. Sobre todo, damos gracias por la vida de una mujer de la que estoy tan orgulloso de poder llamar a mi hermana, la única, la compleja, la extraordinaria e insustituible Diana cuya belleza, tanto interna como externa, nunca se extinguirá de nuestras mentes.

También marcó a su amigo el cantante Elton John, quien le dedicó lo que terminaría siendo una de sus canciones más célebres: “Candle in the Wind”.

Llamó la atención la calma de sus hijos William y Harry, quienes se detuvieron atrás del ataúd de su madre con una fortaleza impresionante

The funeral of Diana, Princess of Wales at Westminster Abbey, 1997
El funeral de Diana, princesa de Gales en la Abadía de Westminster. Créditos foto: princeofwales.gov.uk

La proyección de Diana

En conversación con PAUTA el profesor de comunicación política Derek Arnold, de la Universidad Villanova, retrata cómo la figura de la princesa permanece activa.

-¿Cómo Lady Di impuso una personalidad social diferente de la familia real?

“La princesa Diana fue incorporada al ‘redil’ real en un momento en el que la familia intentaba contrarrestar acusaciones aun más fuertes de ‘desconectarse’ con el público que la habitual ‘pesadez’ con la que tradicionalmente se asociaba. Después de que el príncipe Carlos la encontró más atractiva que su hermana mayor (lady Sarah), con quien estaba saliendo, Diana fue llevada junto con visitas reales a lugares como el yate real Britannia, así como una invitación a la residencia real en Escocia (Balmoral) en 1980. En este punto, la reina madre [Elizabeth Bowes-Lyon], el duque de Edimburgo [príncipe Felipe] y la propia reina Isabel II quedaron impresionados con su espíritu y pensaron que podría agregar una pizca de interés y apoyo a la familia real“.

Seated comfortably on a tartan rug, The Queen, The Duke of Edinburgh and their children play in the grounds of Balmoral Castle
La reina, el duque de Edimburgo y sus hijos jugando en el castillo Balmoral. Créditos foto: princeofwales.gov.uk

“Después de que el príncipe Carlos le propuso matrimonio a principios de febrero de 1981, la noticia se hizo pública gradualmente y la futura princesa de 20 años se convirtió en un éxito en Gran Bretaña. A pesar de que era la sexta en la línea de sucesión al trono cuando se casó con el príncipe Carlos en el verano, Inglaterra disfrutaba con la idea de que Diana rompiera las tradiciones reales de izquierda a derecha. Si bien el comportamiento de la princesa Diana obtuvo una gran atención de su país (y, honestamente, del mundo), también puso algo de estrés en la familia real”.

“Diana había hecho mucho para conectar a los plebeyos con la familia de la reina, tanto directa como indirectamente: se comportó de una manera que atrajo multitudes y cobertura de los medios. Ella mostraba sus sentimientos mucho más que las figuras reales que la rodeaban. Hacía cosas como abrazar a otros en eventos de caridad e incluso a personas con SIDA en tales ocasiones (cuando el protocolo era no tocar a los miembros de la realeza), y en general era más honesta y transparente que sus managers, y su nueva familia la alentaron a serlo”.

Cambios en la tradición 

“Si bien la reina respetaba a Diana y su sentido de la ética, también tenía dificultades para intentar que la princesa Diana fuera más coherente con la imagen más tradicional asociada (y esperada) de un miembro de la familia real. Incluso el anillo de compromiso de Diana (que fue elegido del catálogo de joyas de Garrard) estaba ‘disponible’ como resultado para el público“.

A medida que crecían los relatos de infidelidad, la honestidad de Diana dio un giro frío a su relación en público, dañando nuevamente la reputación de la familia real hasta tal punto que los dos se divorciaron en 1996, iniciados por súplicas de la propia reina. Incluso cuando terminó el matrimonio real de la princesa Diana, todavía disfrutaba de una reputación estelar basada en su trabajo caritativo; y por su estilo simple pero elegante y su capacidad para atraer tanto a plebeyos como a celebridades de todo el mundo”.

Derek Arnold
Derek Arnold

-¿De qué formas transmitió su legado a su hijo William?

“Tal efecto en el mundo que la rodea no solo se notó en los medios, sino también en sus hijos, William y Harry. Como su madre, Diana no solo pasaba mucho más tiempo con ellos que otras mujeres reales con sus hijos, sino que a veces mostraba abiertamente casi desdén por la forma en que tradicionalmente debían presentarse en público”.

Una infancia ‘normal’

“Ante la insistencia de Diana, los dos hijos fueron los primeros miembros de la realeza en asistir al jardín de infancia, a menudo estaban con su madre en largos viajes internacionales y, a veces, vestían jeans y camisetas. A veces tomaban juntos el transporte público, para deleite de los ingleses; la historia de William y Harry esperando en largas filas mientras visitaban Disney World no solo los hizo querer por el público, sino que sirvió como modelo de cómo, por ejemplo, William se comportaría mucho más tarde”.

The Prince and Princess of Wales with sons Prince William and Prince Harry, prepare for a cycling trip in Tresco during their holiday in the Scilly Isles, 1989
El príncipe y la princesa de Gales con sus hijos el príncipe William y el príncipe Harry, se preparan para un paseo en bicicleta en Tresco en las islas Sorlingas en 1999. Créditos foto: princeofwales.gov.uk

Él y su hermano fueron llevados a proyectos para personas sin hogar y visitaron a personas que estaban gravemente enfermas, cuando eran jóvenes. William repetía esas visitas después de la muerte de su madre, haciéndose eco de los intentos de Diana de hacerlos más interesados ​​en los pensamientos y sentimientos de los demás. William suele abrazar a los niños en público y a los pacientes enfermos en los hospitales, ha enviado a sus hijos a la guardería y ha ‘reutilizado’ el anillo de compromiso de Diana para casarse con su esposa, Kate Middleton, la duquesa de Cambridge”.

“Tales esfuerzos demuestran la retención de la lección de ‘normalidad’ de Diana con sus dos hijos. William, al igual que su madre, ha dedicado muchas horas y esfuerzos a la concienciación sobre la salud mental y su tratamiento eficaz. William no solo ha actuado en la línea de su entorno real, sino que ha marcado un nuevo territorio de una manera que su madre seguramente apreciaría y aprobaría”.