Doce obras para celebrar el centenario de Miguel Delibes
El autor vallisoletano, galardonado con el Cervantes 1993, revive en las celebraciones a su obra. En PAUTA recorremos sus obras de la mano de la Fundación Miguel Delibes.
“Lean a Delibes, relean a Delibes, regalen a Delibes. No hay mejor forma de hablar de un libro que leerlo”, dice desde Valladolid, en el centro de la comunidad de Castilla y León, el director gerente de la Fundación Miguel Delibes, Fernando Zamácola.
La recomendación está justificada para cualquier día, pero toma otro vuelo en la conmemoración del centenario del natalicio de Miguel Delibes (17 de octubre de 1920-12 de marzo de 2010) uno de los autores españoles de mayor trascendencia en la literatura hispana contemporánea. Reconocido con el Premio Miguel de Cervantes 1993 y miembro de número de la Real Academia Española de la Lengua desde 1973 (ocupó la silla e), el intelectual vallisoletano fue novelista, licenciado de derecho, periodista y, por cierto, cazador.
En PAUTA conversamos con Fernando Zamácola sobre una docena de obras de Delibes y extrajimos un pasaje de cada una de ellas para acercar el universo del autor castellano a algún lector atento.
Si desea seguir las actividades alrededor del centenario de Miguel Delibes, puede hacerlo en el sitio www.centenariodelibes.es, y en sus cuentas de Twitter, Facebook e Instagram.
La sombra del ciprés es alargada / Aún es de día
“La sombra del ciprés es alargada y Aún es de día son más parecidas entre sí. La primera le sirvió para darse a conocer y ganar el Premio Nadal (1947); a pesar del premio y lo que supuso en su vida”, cuenta Fernando Zamácola. “Delibes no estaba orgulloso de esa novela. Él pensaba que era quizás un lenguaje demasiado artificioso, demasiado elaborado”.
El camino
Tras la experiencia con La sombra del ciprés es alargada, Delibes decide innovar con la novela El camino. “Llega precisamente a lo contrario: a escribir transmitiendo casi, casi la oralidad de los personajes, particularmente de los infantiles. Sobre El camino, comenta su familia que lo escribió muy deprisa, que parece que le salió así deprisa. Sin embargo, cuando ves el manuscrito, que lo custiodiamos nosotros en la fundación, está lleno de anotaciones y de correcciones para conseguir ese efecto tan difícil que es el de transmitir sencillez; hay un trabajo detrás prácticamente de relojero”, dice Fernando Zamácola.
Diario de un emigrante
Miguel Delibes visitó Chile en 1955, donde dictó conferencias en varias ciudades y escribió crónicas para El Norte de Castilla. En 1958 publicó Diario de un emigrante, que recoge las aventuras de su alter ego Lorenzo en el país y con una sutil impregnación ladina se apropia del habla chilena.
“Tiene nueve libros de viajes en los que relata experiencias por distintos lugares del mundo”, dice Fernando Zamácola. “Tiene una trilogía, que son los “Diarios de Lorenzo”, que son algunas de las obras que él más quería. Se sentía muy identificado con ellas”, relata. “Lorenzo, que hace primero Diario de un cazador, luego Diario de un emigrante y luego Diario de un jubilado, en realidad es un trasunto de Miguel Delibes que cuenta lo que él disfrutaba la caza, el tipo de conversaciones que él tenía y demás. Delibes viajó a Chile. Se fue leyendo Diario de un cazador en el avión, y cuando llegó a Santiago todo lo veía a través de los ojos de Lorenzo, de su protagonista. Tardó muy poco en trasladar ese viaje a Chile a su narrativa a través de Diario de un emigrante“.
Las ratas
“Las ratas es una obra especialmente singular”, apunta Zamácola. “La escribe Miguel Delibes como respuesta a la censura que estaba sufriendo siendo director de El Norte de Castilla, que es el periódico más antiguo de España. Tenía intención de sacar una serie de artículos denunciando la miseria del campo en España, y se lo prohíben. De manera que él decide trasladarlo a esa novela en la que a través de los ojos de un niño, que es un personaje recurrente en Delibes, la infancia, hace ver cómo vivían entonces en Castilla en una situación de precariedad, de abandono”.
Viejas historias de Castilla la Vieja
“Quizás la mejor puerta de entrada a la obra de Delibes para las generaciones más jóvenes o para aquellos que todavía no lo conocen son sus obras más breves, sus relatos cortos. Algún libro, como por ejemplo Viejas historias de Castilla la Vieja, que relata la vida de un hombre que tiene que abandonar su pueblo, su medio rural, para progresar en la ciudad. Y luego va contando en la ciudad anécdotas de su propio pueblo. Es algo que muchos hemos vivido como pequeños emigrantes”.
Cinco horas con Mario
Sobre Cinco horas con Mario, el director gerente de la fundación destaca la originalidad de construir un monólogo que engancha de inmediato: “No solo se engancha, sino que es una de esas novelas que desde el primer momento fue toda una novedad en la narrativa contemporánea española del siglo XX. Además, de una forma muy hábil, Delibes pone en boca de Carmen Sotillo, “Menchu”, la protagonista del libro, toda la descripción de un régimen, de una forma de vida en una ciudad pequeña, de provincias; toda la descripción del pensamiento idealista, casi heroico, de ese Mario“.
“Claro que dirás tú que a ti la ropa qué, que ésa es otra, que nunca te dio por ahí, que me has hecho pasar unos apuros que ni imaginas, hijo, siempre hecho un adán, que yo no sé qué arte te das que a los dos días de estrenar un traje ya está para la basura, que ni sé cómo me enamoré de ti, francamente, que el traje marrón aquel, el de las rayitas, me horrorizaba, que yo me hacía ilusiones de cambiarte, pero ya, ya, genio y figura, a esa edad ya se sabe, romanticismo pero ni tanto ni tan calvo, Mario, calamidad, que bien poca suerte he tenido contigo en este aspecto, que me has hecho sufrir más que otro poco“.
Parábola del náufrago
En 1969 se publica este experimento llamado Parábola del náufrago: “Delibes fue muy valiente a la hora de intentar trabajar con nuevos formatos. En unos tuvo más éxitos, como por ejemplo Cinco horas con Mario, y en otros no te voy a decir que no tuviera tanto éxito pero al público le costó más aceptarlos”, dice Zamácola. Es una metáfora sobre cómo la burocracia puede asfixiar la iniciativa propia y la creatividad, agrega. “Hay algunas similitudes con obras kafkianas. Yo creo que Delibes nunca se cansó de experimentar nuevas cosas”.
El disputado voto del señor Cayo
Sobre la satírica obra El disputado voto del señor Cayo: “Delibes fue una persona que efectivamente contribuyó al desarrollo del pensamiento político en España, pero nunca fue militante”. Se situó en un vértice de la ética y la justicia social para “denunciar las situaciones de desigualdad y los abusos”, dice Zamácola. Al leer ahora su obra, décadas después de publicadas, “siguen vigentes muchos de esos temas. Por ejemplo, la tolerancia, el enfrentamiento entre bloques que parecen que están muy lejos el uno del otro, la dificultad para entender en ocasiones en medio rural por parte de los gobernantes que están más en medios urbanos. Algunos de esos problemas siguen siendo de total vigencia a nivel español e internacional”.
El señor Cayo introdujo un dedo bajo la boina y se rascó ásperamente la cabeza. Luego, se miró sus grandes manos, como extrañándolas. Murmuró al fin:
-Lo más seguro es que vote que sí, a ver, si todavía vamos a andar con rencores…
Rafa se echó a reír. Levantó la voz:
-Que eso era antes, joder, señor Cayo. Ésos eran los inventos de Franco, ahora es diferente, que no sabe usted ni de qué va la fiesta.
-Eso -dijo humildemente el señor Cayo.
La voz de Rafa se fue haciendo, progresivamente, más cálida, hasta alcanzar un tono mitinesco:
-Ahora es un problema de opciones, ¿me entiende? Hay partidos para todos y usted debe votar la opción que más le convenza. Nosotros, por ejemplo. Nosotros aspiramos a redimir al proletariado, al campesino. Mis amigos son los candidatos de una opción, la opción del pueblo, la opción de los pobres, así de fácil.
El señor Cayo le observaba con concentrada atención, como si asistiera a un espectáculo, con una chispita de perplejidad en la mirada. Dijo tímidamente:
-Pero yo no soy pobre.
Rafa se desconcertó:
-¡Ah! -dijo- entonces usted, ¿no necesita nada?
-¡Hombre!, como necesitar, mire, que pare de llover y apriete el calor”.
Los santos inocentes
“En cuanto a Los santos inocentes, es una novela que tiene una historia peculiar. Para escribirla”, cuenta Zamácola, que es economista de profesión y lector crítico con pasión, “Miguel Delibes se basa en una visita que hace a unos amigos durante unos días en un cortijo en Extremadura, donde vio situaciones muy parecidas a las que luego él describe en la novela. Y siente que a pesar de que son sus amigos, tiene que denunciar esa situación en la que hay una diferencia de clase brutal, en la que se describe que las oportunidades de los más humildes quedan prácticamente coartadas”.
“y así un día y otro hasta que una tarde, al cabo de semana y media de salir al campo, según descendía Paco, el Bajo, de una gigantesca encina, le falló la pierna dormida y cayó, despatarrado, como un fardo, dos metros delante del señorito Iván, y el señorito Iván, alarmado, pegó un respingo,
¡serás maricón, a poco me aplastas!
pero Paco, se retorcía en el suelo, y el señorito Iván se aproximó a él y le sujetó la cabeza,
¿te lastimaste, Paco?
pero Paco, el Bajo, ni podía responder, que el golpe en el pecho le dejó como sin resuello y, tan sólo, se señalaba la pierna derecha con insistencia,
¡Ah, bueno, si no es más que eso…!”.
Señora de rojo sobre fondo gris
La obra más emotiva del autor es Señora de rojo sobre fondo gris. Cuenta Fernando Zamácola: “La escribe 14 años después de que haya fallecido su mujer, Ángeles de Castro, de forma prematura, inesperada, como consecuencia de una desgraciada operación que no sale bien. Delibes lo dice en varias ocasiones: Ángeles de Castro era el equilibrio de Delibes. Era su piedra de toque, su refugio, el núcleo familiar. Delibes pasa a enviudar y quedarse al frente de una familia de siete hijos. Durante mucho tiempo no se ve capacitado para superar ese trauma que supuso la pérdida de su mujer, hasta que encontró ese camino que fue ponerlo en boca de un personaje […] ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ es un hermosísimo cuadro que está en la casa de nuestro escritor, pero también es una maravillosa metáfora de lo que debió de ser Ángeles de Castro”.
“Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad”.
El hereje
“El hereje es muy singular dentro de la obra de Delibes”, dice el director gerente. “Primero, porque es quizás la única novela histórica que escribió, en una época en la que precisamente estábamos rodeados de best-sellers, de novelas históricas. En su caso, está referenciada a un auto de fe que sucedió realmente” en Valladolid en medio de la opresiva época de la Inquisición. “Hoy en día El hereje se considera un ícono de la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión. Esa es su principal influencia en la narrativa contemporánea”.
Revise la conversación íntegra con Fernando Zamácola en Entrevista en PAUTA