La polémica publicación de Nature sobre el rol de las mujeres en la ciencia
Críticas de sexismo y de omitir los problemas estructurales que enfrentan las científicas generó un estudio que detectó que tener un tutor hombre cuando son aprendices les genera mejores impactos en sus carreras.
“Permítanme ser franca: por el bien de la comunidad científica mundial y por la reputación de Nature Communications, deben retractarse de este artículo”, comienza diciendo la académica, investigadora y neurobióloga de la Universidad Rockefeller Leslie Vosshall en una carta abierta publicada en su cuenta de Twitter.
Open letter to the Editor-in-Chief of @NatureComms about the AlShebli paper, which claims that training with #WomenInSTEM damages the careers of young scientists pic.twitter.com/NvuBK3Z5T6
— Leslie Vosshall PhD (@pollyp1) November 19, 2020
La destinataria de dicha carta es Elisa De Ranieri, editora de la revista internacional Nature Communications, la cual ha sido blanco de críticas en los últimos días luego de publicar un estudio que muchos miembros de la comunidad científica catalogaron como sexista.
“Nuestros hallazgos relacionados con el género sugieren que las políticas de diversidad actuales que promueven las tutorías entre mujeres, por muy bien intencionadas que sean, podrían obstaculizar de maneras inesperadas las carreras de las mujeres que permanecen en el mundo académico”, afirma el estudio. El texto, titulado “La asociación entre la tutoría informal temprana en colaboraciones académicas y el desempeño de autores júnior” (2020), recibió una ola de reacciones del mundo científico académico cuando se publicó el 17 de noviembre.
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El documento incluso expone que “las científicas, de hecho, pueden beneficiarse de las tutorías de género opuesto en términos de su potencial de publicación e impacto a lo largo de sus carreras posteriores a la tutoría”.
En su carta, Vosshal insiste:”Es su deber ético retractarse de este documento”.
Sobre la metodología del estudio
El estudio, realizado por los investigadores del campus de la Universidad de Nueva York ubicado en Abu Dabi Talal Rahwan, Bedoor AlShebli y Kinga Makovi, se centró en colaboraciones científicas, donde un científico júnior es apoyado por otro sénior sin que existan necesariamente roles formales de supervisión.
Los investigadores analizaron a 215 millones de científicos y 222 millones de manuscritos académicos obtenidos de la base de datos de Microsoft Academic Graph. En el análisis definieron que los científicos júnior serían aquellos quienes llevaban menos de siete años en su carrera, mientras que quienes sobrepasaban ese período se consideraron como sénior.
Tras identificar a tres millones de parejas de mentores-protegidos, los analistas realizaron una encuesta aleatoria, para en primer lugar verificar que existiese algún tipo de tutoría. Con los resultados detectaron que la calidad de la tutoría predice el impacto científico de los artículos escritos por los protegidos una vez que dejaran a sus mentores.
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Las políticas de diversidad
La disputa estalló con el siguiente hallazgo: los investigadores aseguran haber detectado que el aumento de la proporción de las mentoras se asocia no solo con una reducción del impacto posterior a las tutorías de las protegidas, sino también con una reducción en las ganancias de las mentoras.
Los autores mencionan que dicho descubrimiento se enmarca en un contexto en el cual las políticas de diversidad fomentan las tutorías para personas del mismo sexo, para retener a las mujeres en el mundo académico.
Frente a tal escenario, las conclusiones del estudio dicen que las tutorías de sexo opuesto pueden aumentar el impacto de las mujeres que siguen una carrera científica, en parte porque los mentores tienen una mayor disponibilidad.
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Las reacciones de la Academia
Las respuestas a tales resultados llegaron con prontitud. La bióloga de la Universidad de Boston Sarah Davies y su equipo armaron una hoja de cálculo en Google donde ya se han recopilado casi 2.000 testimonios de científicos cuyas mentorías han estado a cargo de mujeres.
“Esta no es una encuesta formal”, explica Davies en la introducción de la lista, aclarando que “el objetivo de este documento es destacar la gran cantidad de mentoras increíbles que hemos tenido en nuestras carreras”.
La geocientífica del Colorado College Rebecca Barnes fue más enfática en sus declaraciones a la revista científica The Scientist: “En lugar de concluir que sus datos muestran que el sistema está sesgado, llegan a la conclusión de que las mujeres no deberían ser mentoras, que es culpar a las personas en lugar de culpar a un sistema roto. Por eso, creo que es tan dañino”, dice.
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La otra cara de la moneda
Tal como surgieron críticas negativas frente al estudio, también hay quienes lo respaldaron. Roberta Sinatra, investigadora de la Universidad de Tecnología de la Información de Copenhague, comentó a The Scientist que el método utilizado para realizar estudio, aunque tiene sus defectos, es bastante estándar en el campo de investigación.
De todos modos, la investigadora señaló que el éxito de una publicación o el ascenso de cierto académico no está ligado meramente al número de citas que logren sus artículos. “Creo que no es un buen punto de partida”, examinó.
La necesidad de reevaluar las conclusiones
Uno de los puntos que toca el estudio es la participación de las investigadoras en el mundo de la academia en las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM, o STEM por sus siglas en inglés). De acuerdo con los resultados, ellas no poseen el tiempo necesario para dedicarle a sus protegidos, “por distintas razones que no se tocarán”.
En este sentido, como explica por correo a PAUTA la doctora en ciencia computacional Christin Glorioso, hubiese aceptado el artículo si se hubiese enmarcado desde otra perspectiva. A su juicio, lo que generó la sensación de decepción entre los comentarios es que el estudio debería haber abordado el sesgo de publicación.
“El estudio menciona la distinción entre ‘alto alcance’ versus una tutoría de ‘menor alcance’. Los hombres tienden a estar posicionados más arriba en la jerarquía de las publicaciones y, por lo tanto, toman decisiones acerca de manuscritos a partir de prejuicios contra las mujeres”, agrega.
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La hora de abordar el problema
Además, el informe no considera que el impacto de la publicación no es la única forma de medición de una tutoría exitosa. Frente a este punto, Glorioso afirma que “sugerir que los miembros femeninos del cuerpo docente no deben ser mentores porque tienen menos tiempo, sin ninguna evidencia, es ofensivo”.
Otra interrogante que surge ante tales resultados: ¿La reacción habría sido la misma si las conclusiones hubiesen postulado que son los mentores quienes no tienen el tiempo suficiente para sus protegidos?
“Creo que, de esa forma, el estudio no se hubiese notado de la misma forma, pero aún habría sido un documento enmarcado incorrectamente. Y, en este caso, incluso si aceptamos la especulación de los autores. la conclusión debería ser cómo igualar el campo de juego en términos de las licencias de maternidad, la familia y la multitarea”, puntualiza.
Hasta el cierre de esta edición, los autores del estudio publicado por Nature Communications no habían respondido los correos enviados por PAUTA.