Recorrido por la obra de los últimos 15 galardonados con el Premio Nacional de Artes Plásticas
La producción de artistas desde Sergio Montecino (1993) hasta Francisco Gazitúa (2021) cruzan temas como la resistencia y la memoria, y límites abstractos, figurativos y de colores.
El Premio Nacional de Artes Plásticas existe desde 1942. Es el mayor galardón que otorga el Estado de Chile al trabajo de artistas nacionales, que se destacan por su aporte trascendental al desarrollo cultural del país.
Desde 1992 la premiación se realiza en forma bienal y en 11 disciplinas. El ganador recibe un diploma y un monto. En 2021 el galardón vino con 22 millones de pesos, además de una pensión vitalicia equivalente a 20 unidades tributarias mensuales.
A continuación, en PAUTA presentamos una lista de los últimos 15 ganadores para rememorar su aporte en torno a la creación de una identidad chilena convulsionada por el gesto, la memoria, el dolor y también el renacer.
Francisco Gazitúa (2021)
Francisco Gazitúa cuenta con 57 esculturas en Chile y en otros países. Son piezas que combinan la madera, la piedra y el fierro forjado. Durante su niñez en Santiago aprendió tallado en madera y fierro forjado, luego entre 1963 y 1966 estudió la Licenciatura de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y eventualmente pasó nueve años en la Escuela de Bellas Artes en la Universidad de Chile. Entre sus maestros están Gracia Barrios, Marta Colvin, Sergio Castillo Mandiola e internacionalmente trabajó con Philip King y Tim Scott.
El 2 de septiembre de 2021 el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio le entregó el Premio Nacional de Artes Plásticas por sus 50 años como escultor. “Los escultores somos como tortugas, acarreamos millones de toneladas de un lado para otro, y es una materia que pesa, pero que dispuesta tiene un lenguaje maravilloso”, dijo el ganador desde Pirque vía Zoom ante el jurado compuesto por la ministra de Cultura, Consuelo Valdés; el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, y el último ganador del premio, Eduardo Vilches, entre otros.
Eduardo Vilches (2019)
Ayudante de Roser Bru, parte del Taller 99 y explorador del grabado, Eduardo Vilches inició su producción artística por medio de dibujos sintéticos de paisajes. Discípulo del artista bauhaus Josef Albers, en 1962 creó el curso de Color en la Pontifica Universidad Católica de Chile. En paralelo fue perfeccionando la xilografía, utilizando formas sintéticas, a veces nutridas de la cultura popular.
El trabajo de Vilches utiliza lo figurativo, los contrastes entre colores, como el azul, el blanco y el negro, y se enfoca en partes del cuerpo y figuras humanas. En los 70 experimentó con la serigrafía, para luego en los 80 llegar a la fotografía. De este modo, por su extenso aporte al mundo universitario fue galardonado con este premio, donde también ayudó a ampliar las posibilidades del grabado y contribuyó al desarrollo del arte contemporáneo nacional.
Paz Errázuriz (2017)
La obra de Paz Errazuriz destaca por capturar aquellas partes de la sociedad marginalizadas, pero sin marcarlas con un tono de lástima. Su fotografía determina indagar realidades que son dejadas de lado por la cultura hegemónica como los circos, los lugares de boxeos, o los travestis. Inició su labor en los 80 en la producción periodística, y luego complementó su formación en el International Center of Photography de Nueva York.
Obtuvo varios reconocimientos por su labor, entre ellos, fue la primera mujer en ganar la beca Guggenheim en 1986, y la primera fotógrafa en obtener el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2017. Se puede decir que su obra es realista y a la vez poética, al ofrecer retratos tanto individuales como colectivos de seres que se han mantenido al borde de la sociedad, al no cumplir con ciertos estereotipos culturales. De este modo, que se trata de un tipo de arte de denuncia, que busca manifestar por medio de la imagen, la importancia de darle una voz a aquellos que son ignorados.
Roser Bru (2015)
Si bien Vilches siguió de algún modo la trayectoria de Roser Bru, al explorar ciertas zonas del cuerpo humano, esta artista adoptó una matriz que experimentó a la vez con el color. La catalana exiliada en Chile tras la Guerra Civil Española ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Santiago donde aprendió dibujo, acuarela y pintura. Posteriormente formó parte en 1948 del Grupo de Estudiantes Plásticos junto con José Balmes, Gracia Barrios, Guillermo Núñez y Gustavo Poblete.
Su obra es reconocida por generar una mezcla entre su biografía, la historia sociopolítica chilena, la historia del arte, además de temas profundos como la muerte, la pérdida, la memoria y el vínculo permanente entre el pasado y el presente. Se tratan de figuras que transmiten el dolor del trauma, tanto físico como mental, donde se utilizan cuerpos que trabajan con la mancha y con la distorsión. Sin duda, la presencia de la mancha y del rostro desdibujado se tratan de técnicas para plasmar los efectos de la violencia política en la corporalidad y en el inconsciente.
Alfredo Jaar (2013)
El arquitecto radicado en Estados Unidos es quizá reconocido en gran parte al tener una postura tajante frente a lo que compone América. Su visión crítica en su obra This is not America (1987) sigue las letras de la canción de David Bowie como una expresión firme contra la incipiente globalización. Fue precisamente en los 80 y desde Nueva York donde Jaar alcanzó un potente reconocimiento internacional, al proveer obras que cuestionaron el funcionamiento de las fronteras, las guerras y los espacios verdes, entre otros.
Su visión contempla así un lugar de resistencia para el arte, pues aporta a visibilizar temáticas que usualmente no son cubiertas por los medios tradicionales hegemónicos. Desde México, hasta Japón y países nórdicos Jaar intenta marcar un punto de inflexión en torno a los problemas que enfrentan cada uno de estos lugares, para poner en tela de juicio ciertos discursos.
Gracia Barrios (2011)
Su gran aporte fue dedicado a la pintura, donde trabajó con acrílico y óleo. La hija del escritor chileno Eduardo Barrios, ganador del Premio Nacional de Literatura fue una visionaria en el campo artístico al explorar el arte abstracto por medio de la creación del Grupo Signo, recibiendo una fuerte influencia del movimiento informalista europeo.
Durante el golpe militar se radicó en Francia, ya que luchó por los derechos sociales y políticos, y apoyó las transformaciones culturales como el programa político de la Unidad Popular. Dentro de sus temas de interés se encontraron el sufrimiento y los sueños. En esta época también plasmó de forma directa la contingencia nacional desde la figuración. Tras el regreso de su exilio en Europa, continuó trabajando con la figura humana, creando una fuerte identidad nacional, marcada por la represión política.
Federico Assler (2009)
Esta arista le dedicó 40 años de su trayectoria a un estilo muy particular de escultura por medio de la técnica de hormigón en espacios públicos. Tras dos años por arquitectura, Federico Assler, pasó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile a estudiar técnicas de dibujo.
Si bien no se destacó en esta área, pronto sus intereses por el volumen lo llevarían a acercarse al mundo escultórico. De este modo, junto con Raúl Valdivieso, Sergio Mallol y Sergio Castillo participó en la Generación del Cincuenta, la cual se creó a partir de un grupo de escultores que buscaron experimentar con nuevas técnicas y materiales. Luego, pasó a ser parte del Grupo Rectángulo, el cual se basó en un fuerte fundamento geométrico y abstracto.
Guillermo Núñez (2007)
La obra de Guillermo Núñez exploró y explotó tanto las combinaciones cromáticas como las citas a clásicos del arte. Desde una base teatral en 1953 viajó a París donde conoció a Roberto Matta, quien fue una gran influencia en la primera etapa de su trabajo. Pero Núñez no se detuvo ahí, sino que siguió conociendo a artistas viajando por Europa durante esa década.
Su regreso a Chile en 1965 sus dibujos de Estados Unidos estuvieron fuertemente marcados por la estética pop newyorkina. Además, aportó con dibujos a la revista Ercilla y luego se comprometió de forma activa con la campaña electoral de 1970 de Salvador Allende. En 1971 desempeñó el liderazgo del Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, pero tres años después fue detenido y torturado por los servicios de inteligencia de la dictadura militar. Este hecho no lo detuvo. En 1975 su exposición Expulturas-printuras fue intervenida, por lo que finalmente el artista pasó 12 años en Francia y volvió de forma permanente a Chile en 1987. Desde la pintura, el grabado, la serigrafía, hasta la gráfica y las instalaciones Núñez expone acontecimientos históricos, guerras, disputas y experiencias personales al igual que Barrios.
Eugenio Dittborn (2005)
Cuando Eugenio Dittborn elaboró en 1984 las pinturas aeropostales alcanzó de cierta forma tanto el reconocimiento nacional como internacional. Estas superficies de papel y lona, intervenidas con pintura, fotografías y costuras eran plegadas y guardadas en sobres que recorrían el globo y eran suspendidas en los aeropuertos. Sus pliegues, eran así expuestos como viajes realizados.
El artista también exploró otros encuentros como las posibilidades de la impresión, la gráfica y el videoarte, yuxtaponiendo imágenes de circulación masiva, fichas policiales y dibujos animados. Por lo tanto, puso énfasis en la interconexión global y los efectos de la globalización en la identidad de cada individuo. Su reconocimiento nacional fue claro cuando la crítica de arte chileno-francesa Nelly Richard lo catalogó como parte de la Escena de Avanzada, la cual resumió una serie de prácticas artísticas y literarias que intentaron renovar el campo artístico chileno en el marco de la dictadura militar. Parte de su obra se expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma).
Gonzalo Díaz (2003)
Figuras humanas flotando en lugares ambiguos, colores pasteles y el uso de la cita. La mirada de Gonzalo Díaz fue crucial para ampliar el horizonte de las artes plásticas chilenas al utilizar fuentes del imaginario colectivo y trastocarlas para darles una nueva mirada. Con un estilo que a ratos recuerda a la técnica de Matta, producto de las apariciones de maquinarias, el artista exploró diversas técnicas como el óleo, la serigrafía para aproximarse a una cierta idea de paisaje nacional.
La técnica de Díaz se acerca a lo conceptual, y alteró figuras reconocidas del imaginario nacional, para revisarlo desde una óptica crítica desde las artes. La repetición devino así en un cuestionamiento de principios y una posterior deconstrucción de la herencia cultural.
Rodolfo Opazo (2001)
Las figuras de Rodolfo Opazo tienen un fuerte marco nostálgico, donde se evidencia el paso del tiempo. Se presenta así lo efímero, donde desaparece el rostro y el cuerpo aparece en movimiento. Acá lo conceptual se vincula con lo abstracto para proponer una visión bastante potente en torno a cómo se evidencia la memoria desde la subjetividad.
Desde el Taller 99 a Nueva York, el profesor de talleres de Pintura de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile marcó e influenció a figuras como Samy Benmayor, Bororo y Matías Pinto D’Aguiar. Sin duda, les dejó como herencia una determinada manera de experimentar y de ver la vida, que pasó desde una abstracción hacia un arte más figurativo que de algún modo transmite cierta aura de espiritualidad. Estos sentimientos de reflexión y de introspección fueron llevados a un plano más existencialista durante los ochenta cuando comenzó a plasmar la angustia, el dolor y la soledad del ser humano contemporáneo.
José Balmes (1999)
Casado con Bru, José Balmes también se vino de España con su familia. Llegó a Chile en 1939 en el barco Winnipeg. Formó parte del Grupo de Estudiantes Plásticos y en los sesenta fundó el Grupo Signo —enfocado en el informalismo— junto a Barrios, Alberto Pérez y Eduardo Martínez Bonati.
Al ser militante del Partido Comunista partió a París junto a su familia en 1973, y llegó a ser profesor de Pintura en la Sorbone, Francia por 11 años. Por ende, al volver a Chile en 1986 dictó la cátedra de este tema en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile y pasó a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores de Chile.
Por lo que le tocó vivir, su estilo pictórico ahondó en la convulsión social y política parte de la identidad chilena y latinoamericana. Para plasmar esta visión utilizó el gesto como técnica de expresión, siempre anclado al informalismo, el cual fue uniendo con otros métodos como collage y la incorporación de diversos materiales.
Sergio Castillo Mandiola (1997)
El escultor ingresó a la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica en 1942, pero desertó tras dos años para perseguir su carrera artística. Seis años después —el hijo de los escultores Antonio Vásquez y Marta Colvin—entró a la Escuela de Bellas Artes de Europa y a la Academia Jullian de París donde estudió dibujo y pintura. En Chile, llegó a ser parte de la Generación del 50, y en 1964 creó la primera escultura abstracta en Viña del Mar.
Su trayectoria continuó desarrollándose cuando ganó la beca Fulbright en 1968 y fue profesor visitante de la Universidad de Berkeley en California. Su trabajo con el metal fue reconocido tanto nacional como internacionalmente, sin duda una inspiración para los futuros estudiantes del rubro.
Lily Garafulic (1995)
La artista de Antofagasta, hija de padres croatas, también desarrolló un potente trabajo escultórico, siendo mucho más geométrico que el de Castillo. Lily Garafulic estudió dibujo en las Escuela de Bellas Artes en la Universidad de Chile en 1934, y se convirtió en la alumna estrella de Lorenzo Domínguez en el curso Taller de Escultura. Recorrió diversos países para ir perfeccionado y aprendiendo su técnica donde incluyó el mosaico, entre ellos, Estados Unidos, Italia y Perú.
De este modo, se convirtió en una de las escultoras más importantes del país junto con Rebeca Matte y Marta Colvin. A su labor artística, se sumó su aporte como directora del Museo Nacional de Bellas Artes en 1973, dado que creó el Laboratorio de Conservación y Restauración de Obras de Arte del Museo. Desde figuras abstractas, torsos femeninos y rostros se perciben influencias orientales y europeas, donde el soporte se vuelve una forma de transmitir sensaciones.
Sergio Montecino (1993)
La obra de Sergio Montecino quien nació 1916 y falleció en 1997, vislumbró las posibilidades y la fuerza del color. Luego de tres años por Derecho en la Universidad de Chile, se salió para dedicarlo a la pintura. Por ende, entró a la Escuela de Bellas Artes de la misma institución donde se impregnó del estilo cézanniano y de los postimpresionistas franceses bajo la tutela de Augusto Eguiluz.
Durante sus 30 años como profesor de dibujo de dicha escuela formó a connotados artistas nacionales y su trabajo no se limitó al mundo pictórico, sino que también ahondó en la escritura, el comentario cultural y la crítica de arte. Fundó la revista Pro Arte y fue autor de varios libros sobre las artes, generando así una notable impronta en el diálogo teórico.