Carlos Peña en Desde El Jardín: “La derecha requiere liderazgos intelectuales más liberales”
El rector de la UDP sostiene que Gabriel Boric “descubrió que el discurso puramente identitario, generacional, que a veces romantizaba un poco la violencia, producía un efecto de rechazo”.
“En primer lugar, [el Presidente electo] Gabriel Boric ha demostrado ser un líder muy sorprendente en el sentido de que logró un caudal de votos realmente gigantesco, al convocar a más de un millón de personas por sobre aquellos que votaron en la primera vuelta. La segunda constatación relevante es que varios factores se arremolinaron para que esto ocurriera. En ese sentido, creo que Boric y la izquierda que representa el Frente Amplio han logrado convocar demandas muy disímiles, entre ellas, identitarias, medioambientales, de clases, de protección social, etcétera”, señala el rector de la UDP, académico y docente Carlos Peña.
En ese sentido, trae a colación el pensamiento del teórico argentino Ernesto Laclau, quien en su libro Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo sostiene que “lo propio de la sociedad contemporánea es que se encuentra dislocada; es decir, no tiene centro. En consecuencia, la principal tarea de la política es constituir al pueblo. La pregunta es cómo hacerlo cuando hay actores tan diversos”, agrega el abogado.
El camino para lograr tal objetivo se vincula con el psicoanálisis, pues como propone Laclau se debe crear un ‘significante flotante’ que logre reunir demandas muy disímiles. “Solo así se concibe un triunfo político, que creo que describe el escenario en Chile”, explica Peña en Desde El Jardín.
“¿Y cuál sería el ‘significante flotante’ que logra articular particularmente Boric, quien es un liderazgo peculiar dentro del Frente Amplio?”, indaga Cristián Warnken.
“Creo que este ‘significante flotante’, en el cual las personas reflejan sus intereses y puntos de vista está en la palabra ‘dignidad’. De alguna manera, las minorías […] ven bien reflejadas sus demandas en este significante vacío”, responde el académico. Sin embargo, la gran cantidad de peticiones que el Presidente electo debe cubrir produce una falta de cohesión discursiva. Por ende, “de pronto cuando lo escuchamos presenciamos una cierta dispersión o contradicciones consigo mismo. Pero esto es propio de este tipo de liderazgo que intenta articular demandas muy disímiles”, agrega.
El giro discursivo
El discurso de Boric se enmarca en el contexto de una nueva izquierda, la cual dice que “la historia no tiene guión, sino que es un camino abierto. Y en ese caso, el sentido de la política es de constituir al pueblo y articular ese guión”, expresa. Siguiendo esta línea, el abogado detecta un movimiento postmoderno, preocupado por las minorías, quienes erigen sus intereses en el centro del plano político. “La explicación está en esta nueva izquierda. Creo que estamos ante un fenómeno político cultural de gran importancia, y muy interesante”, dice.
Sobre el gran cambio del flujo electoral, Peña afirma que Boric no hubiese vencido a su opositor sin su giro discursivo que hizo entre la primera y la segunda vuelta, pues fue ahí cuando también se mostró preocupado por el orden y la cooperación social pacífica. De otra forma, señala que José Antonio Kast habría llevado la victoria. “Boric descubrió que el discurso puramente identitario, generacional, que a veces romantizaba un poco la violencia, producía más bien un efecto de rechazo”, añade Peña.
Finalmente, la gran victoria se produjo porque mientras Boric logró avanzar en ciertos temas, el abogado señala que Kast se quedó atrapado en el discurso unilateral del orden, erigiendo a su familia como el ejemplo más apto en la sociedad chilena y dejando de lado la diversidad de demandas. Y quizás lo más grave fueron las burlas dirigidas a ciertas minorías por parte de su equipo.
Sobre el futuro de la derecha, Peña afirma que su gran déficit en Chile es que “es muy poco liberal, en el sentido de que es una derecha muy poco amistosa con los fenómenos de la modernización […] que se aferra a un cierto tipo de familia, que esgrime los valores nacionalistas poniéndose de espaldas, verdad, a la multiculturalidad que, sin embargo, hoy en día se exapande en la sociedad chilena”.
“Una derecha muy conservadora. Por supuesto, todos los países tienen una derecha conservadora, pero una derecha conservadora no puede aspirar a tener el poder ni a gobernar. […] todavía está muy hegemonizada por eso que pudiéramos llamar la derecha social. Grupos con pasado oligárquico o plutocráticos demasiado seguros de sí mismos que todavía hegemonizan a la derecha. La derecha requiere liderazgos intelectuales más liberales”, añade.
La modernización capitalista en Chile
En respuesta al discurso tajante del candidato republicano, como instala Peña, Boric pudo poner en la mesa de discusión la importancia del vínculo social. “Hay en la sociedad chilena un cierto anhelo, una cierta nostalgia de un vínculo más comunitario que se ve en la calle y en las nuevas generaciones”, explica.
Pero también cree que existe “otra fuerza muy vigorosa en Chile que es el anhelo de la meritocracia. El anhelo de que las oportunidades y los discursos se distribuyan al compás del esfuerzo personal. La gran demanda educacional de los jóvenes tiene que ver con eso: la idea de que el esfuerzo tiene que ser premiado y reconocido”, sostiene.
De este modo, se trata de una sociedad contemporánea que no rehúye los beneficios que trae el capitalismo, pero que no deja de lado las desventajas, como “el enfriamiento de las relaciones sociales, que nos hace un poco más individuos, y en consecuencia más aislados”, ahonda el académico.
Los cambios
Explorando el futuro horizonte del Presidente electo, Peña presiente dos tipos de procesos: “Es probable que el anhelo de mayor cohesión solo se puede satisfacer simbólicamente, porque hoy la sociedad chilena es muy diversa. Aspirar que vivamos como peces en un compacto arrecife de coral es absurdo. Somos muy distintos. La proliferación de identidades ha hecho que la sociedad chilena hoy solo pueda reconstituir el sentido de comunidad a nivel muy abstracto, y esa es la tarea de la Convención Constitucional”, enfatiza.
Es más, señala que Boric se acercó a esta sociedad en pleno proceso de individuación, “al ser generaciones muy autónomas e individualizadas, con ganas de imaginar vidas muy distintas de las otras a las que han estado acostumbrados como espectadores o como miembros de una familia”, indaga Peña.
En ese sentido, el abogado y columnista intuye que la primera etapa del mandatario se basará en una épica de cambio cultural donde va a primar lo identitario. “Pero es muy probable desde el punto de vista de los cambios estructurales; es decir, que las partes política y económica tengan que ser procesos mucho más lentos. Lo que hay que despejar del todo es un tipo de cambio radical en el tipo de modernización que Chile ha emprendido. Eso no va a ocurrir, era más bien un anhelo puramente discursivo”, concluye.
Porque finalmente un gran político, a juicio del académico, consiste en alguien que puede encontrar el equilibrio entre hacer lo que puede, dentro de lo que quiere.
Revise la conversación con Carlos Peña en Desde El Jardín, de PAUTA.